Los republicanos ofrecen a Obama la vía de escape

Leoncio González

FIRMAS

26 ene 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Una de las consecuencias de las primarias republicanas es que están desplazando el eje de rotación de la política norteamericana. Ha empezado a dejar de girar en torno a los desequilibrios de las cuentas públicas y la menguante capacidad de la economía para generar empleo, los dos argumentos de los conservadores, para deslizarse hacia la desigualdad de rentas y la falta de equidad en el reparto de sacrificios que impone la crisis, los dos puntos en que son fuertes los demócratas.

La primera tentación es atribuir el giro a la aparente colusión de intereses entre el 1 % más pudiente y la derecha, una lectura basada en el supuesto de que los republicanos serían los representantes por antonomasia de la plutocracia estadounidense y el de que esta tendría una postura única. Sin embargo, aunque no se puede negar que la mayoría de la élite económica simpatiza con el partido del elefante, es simplificar mucho.

Warren Buffet, uno de los hombres más ricos del planeta con una fortuna que supera los 50.000 millones, financia la campaña de Obama y respalda su pretensión de subir impuestos a las rentas millonarias. Georges Soros, el especulador que es dueño de un patrimonio de 14.000 millones, avala también al huésped de la Casa Blanca. Hay indicios de que el secretario del Tesoro, Tim Geithner, es un hombre de Wall Street incrustado en Washington para frenar las reformas que exigían los desmanes especulativos que echaron a rodar la crisis.

Por tanto, los conservadores no tienen la exclusiva de la representación de los magnates. Los demócratas también cuentan con anclajes en ese mundo. El problema de los republicanos reside, más bien, en su falta de acierto a la hora de fabricar una alternativa a Obama. Fiándolo todo a su impopularidad, descuidaron la selección de las figuras que debían hacerla creíble y después no hicieron nada para que la competencia entre ellas no fuese tan destructiva.

Solo así se entiende que el presidenciable por el que apostó el establishment en contra de una apreciable parte de las bases, Mitt Romney, sea un financiero que, como demuestra su conducta fiscal, aún no captó el enfado del ciudadano medio con quienes tributan menos a pesar de tener más. No hay otra explicación para el hecho de que su mayor antagonista en la contienda por la nominación, New Gingrich, se ensañe con él usando técnicas de propaganda negativa que hacen parecer melifluas las películas de Michael Moore.

Por tanto, no es mérito de Obama. Son los republicanos los que se están empeñando en traer a primer plano la brecha entre ricos y pobres, convirtiendo así lo que debía ser un viacrucis para el presidente en su mejor vía de escape.