«Se valora más nuestro trabajo en Etiopía que en España»

Fernando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

FIRMAS

Estuvo dos meses trabajando como voluntario en una clínica en África

24 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Lo suyo es vocación, y de las fuertes. Si no es bajo esa premisa, resulta complicado entender cómo este enfermero coruñés afincado en Barcelona lo dejó todo para irse a prestar sus servicios como voluntario a una clínica adherida a un orfanato en una de las zonas más pobres del planeta para atender a los niños de Meki, una pequeña población agrícola de Etiopía. Gonzalo Rubinos Macías tiene claro que, mientras se lo pueda permitir, seguirá acudiendo allá donde pueda ser necesario, a pesar de la agria sensación que produce el retorno: «Es muy complicado, la administración no lo pone nada fácil para los cooperantes internacionales, todo son trabas», denuncia.

-Se fue de cooperante dejando su trabajo atrás.

-De la cooperación tampoco puedes vivir, no hay grandes recursos. Así que me voy un par de meses, más no me lo puedo permitir. Renunciando a tu trabajo y totalmente gratis. Bueno, la oenegé me pagó el billete de avión, eso sí. Pero es que esto no se hace por dinero, es vocacional al ciento por ciento.

-Fue a Etiopía con la Fundación Pablo Hostman.

-Es una pequeña oenegé que tiene dos proyectos sanitarios en África: un hospital en Kenia y esta clínica en Etiopía, pegada a un orfanato, que lleva funcionando desde abril, atendiendo a los más desfavorecidos, gracias a la labor de la directora, la doctora Ana Sendagorta, y de los pediatras que está allí, unos grandes compañeros.

-Eso, al menos, constará en su currículo.

-Ni el Sergas ni el Instituto Catalán de la Salud lo reconocen como tiempo trabajado ni como dedicado a la docencia. Si te vas a otro país a ayudar, puedes incluso perder tu derecho a paro. Y te aseguro que no son unas vacaciones. Duermes en literas con seis personas en un barracón, sin tele, sin Internet... Pero allí son gente muy pobre y muy agradecida. Se valora mucho más nuestro trabajo en Etiopía que aquí en España.

-¿Cuál fue su labor allí?

-Vas a ayudar y a formar al personal local. Pero es un intercambio. Ellos terminan dándote más de lo que dejas allí. Y el contacto con otros voluntarios es increíble, muy formativo. Es una experiencia única, preciosa, aunque muy dura. No es como el trabajo de aquí, con esa presión y ese ritmo. Pero es agotador. Se trata de que cojan un poco el ritmo europeo, porque el ritmo africano no sabe de urgencias. Enseñas técnicas que aquí son mera rutina, pero que allí ni las conocen. Y todo sobre la marcha, muy práctico, porque un sermón no te lo aguantan ni un minuto. Pero bueno, allí vas a hacer de todo, lo que toque. Como si hay que cavar. Eso es lo bonito.

-No es su primera experiencia en cooperación internacional.

-Es la tercera vez, y desde luego que no será la última, mientras la salud me lo permita. En el 2009 estuve en Guatemala y en el 2010 en la India.

-¿Cuál de sus destinos le marcó más?

-Es difícil decir qué me impactó más. Es que en la India estuve en un hospital de la Fundación Vicente Ferrer, lo que es casi como una burbuja. Sin embargo, en Etiopía estaba en medio del pueblo, rodeado de miseria, porque no se trata de pobreza, aquello es miseria. Además, estuve trabajando constantemente con niños, y eso llega especialmente.

Gonzalo Rubinos Macías enfermero cooperante en Etiopía