
Algunos mecánicos creen que la falta de mantenimiento puede influir en este tipo de sucesos, que en dos meses han calcinado cinco coches
23 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Vehículos nuevos y de segunda mano han sido pasto de incendios que empezaron de repente y que en cuestión de minutos los dejaron reducidos a chatarra. Este tipo de sucesos suelen aumentar en verano, pero en los últimos dos meses su frecuencia se ha disparado de forma alarmante en la Costa da Morte. Desde el 15 de mayo se han registrado cinco casos, y además en circunstancias diversas: uno de los coches estaba aparcado en el casco urbano de Carballo, otro estaba parado también en una vía forestal de Fisterra y los tres restantes estaban circulando, pero por vías muy diferentes: la calle de acceso a Caión, la AG-55 y una pista de A Piña, entre los municipios de Carballo y A Laracha.
José Muñiz, un mecánico carballés con mucha experiencia, señala que hay tres motivos principales por los que un vehículo puede arder. Uno de los más frecuentes es el eléctrico, «cables que rozan, provocan un cortocircuito e prenden lume», explica. Pero también es muy habitual que el fuego se inicie cuando el coche está aparcado en una finca con hierba o en una cuneta con maleza: «O catalizador, sobre todo no verán e despois dun desprazamento máis ou menos longo, chega aos setecentos ou oitocentos grados, e ao contactar coa maleza seca planta lume». Y, en tercer lugar, a esa pieza, situada en los bajos del turismo, puede llegar también una bolsa de plástico que alguien haya tirado, y las consecuencias serían las mismas.
Muñiz tiene incluso una experiencia propia diferente, porque el coche de su mujer fue uno de los afectados hace ya algún tiempo. En este caso, el detonante fue una colilla que el conductor que circulaba delante tiró por la ventanilla, y que se coló debajo del capó y prendió en la manta aislante que protegía el motor de su R-5.
«De cada cen casos, pola experiencia que eu teño, 99 non son culpa do coche», señala, y opina que el hecho de que la mayoría de los sucesos se produzcan en verano avala su teoría.
Un factor decisivo
Otros compañeros, sin embargo, consideran que el mantenimiento puede ser también un factor decisivo, sobre todo cuando se trata de vehículos de una cierta antigüedad. «Un simple manguito que gotee, si la gota cae donde no debe ya puede provocar un incendio», apunta Ricardo García. No obstante, coincide con su colega en que lo más habitual es que se produzca un cortocircuito. A este respecto apunta que existe diferencia entre un coche diésel y uno gasolina, y que es con los que utilizan este último combustible con los que se deben extremar las precauciones.
Juan Lema añade con respecto a los cortocircuitos que algunas veces los percances podrían evitarse con una revisión a tiempo, porque, según explica, los aislantes de los cables pueden deteriorarse con el tiempo, pero eso indicaría un consumo eléctrico anómalo que en un taller podrían comprobar.
En algunas ocasiones consideran que existe cierta desidia o falta de información por parte de los conductores, que «pensan que non é importante facer as revisións e déixanse ir».