Considera que aunque la llamada distrae al maquinista, la causa primordial del desarrilamiento es el exceso de velocidad
02 ago 2013 . Actualizado a las 05:16 h.El interventor del Alvia descarrilado en Angrois, Antonio Martín Marugán, tendrá que declarar hoy por la mañana en el Juzgado de Instrucción número 3 de Santiago, que investiga cómo se produjo el accidente, ocurrido a las 20.41 horas del miércoles día 24. Comparecerá ante el juez Luis Aláez para explicar por qué llamó al teléfono móvil del maquinista justo cuando el convoy se acercaba a un tramo complicado de la vía, que él conocía, y en el que el conductor tenía que reducir de 200 a 80 kilómetros por hora en un corto espacio porque se acercaba a una curva peligrosa. Sin embargo, el interventor no parece que vaya a tener mayores problemas porque, en el auto de citación, el juez lo libera de cualquier responsabilidad penal en el accidente ferroviario que hasta el momento ha causado la muerte de 79 pasajeros.
Conducta desafortunada
Considera el juez que aunque la conducta del interventor se considere desafortunada por el lugar y el momento en que se hizo, «eso es insuficiente para atribuirle una imprudencia con relevancia penal por el accidente de tren, que parece tener su causa, sin dudas, en la inapropiada e imprevisible conducción del maquinista».
En los razonamientos jurídicos del auto, el magistrado Aláez considera que no resulta «objetivamente imputable el descarrilamiento del convoy a la conducta hipotéticamente descuidada del interventor». El juez explica que esa conclusión se deriva de los datos conocidos, de los que se desprende «que la causa primordial del accidente fue la indebida conducción llevada a cabo por Francisco José por circular a una excesiva velocidad para la configuración o trazado de la vía en el lugar de Angrois». En ese tramo, la velocidad está limitada a 80 kilómetros por hora ya que hay una curva pronunciada a la izquierda después de la salida de un túnel. Según expertos consultados, hay que empezar a reducir la velocidad tres o cuatro kilómetros antes para entrar en la curva con seguridad y para que esa reducción no sea muy brusca para el pasaje.
Distrae al maquinista
Francisco José Garzón declaró que había sufrido un despiste, que pensaba que se encontraba en un tramo anterior y que cuando quiso frenar ya era tarde. Cuando se conoció la existencia de la llamada al móvil del maquinista se valoró que esa conversación pudiera ser la causa de la distracción que acabó en desastre. Pero aun considerando que la conducta del interventor «es desacertada y que con su llamada distrae al maquinista, que no reduce la velocidad ante una curva peligrosa», el magistrado sostiene en su auto que su actuación se encuentra «dentro de los límites permitidos». Y Aláez añade que la conducta del interventor está amparada en la confianza de que el maquinista, por esa llamada, «no va a abandonar o desatender su principal cometido en el tren: conducirlo adecuadamente». El juez considera que esa llamada del interventor, la segunda autoridad del tren, «forma parte de los incidentes del devenir ordinario de un viaje de tren. Y concluye que esa llamada es «penalmente irrelevante».
Una consulta normal
El auto termina diciendo que la actuación del interventor del Alvia «se presenta correcta, ajustada a los procedimientos del operador y a las prácticas del sector». Explica que la consulta al maquinista para saber si el tren podía circular por una determinada vía «es algo normal», como el propio maquinista admitió en su segunda declaración, «y no es la causa del descarrilamiento del tren», que había salido de Madrid-Chamartín con 218 pasajeros.