Luz Casal: «Cada fracaso me ha servido para salir con la cabeza más alta»

FUGAS

Juan Perez-Fajardo

Hacía 5 años que no sacaba disco con temas propios. Por eso hemos ahondado en sus inquietudes devolviéndole como preguntas fragmentos de algunas de las letras de sus canciones. Hoy actúa en Ourense

08 feb 2019 . Actualizado a las 19:24 h.

Se ha ganado el respeto y la admiración a la antigua usanza. No es solo cuestión de talento. Hay en ese bagaje mucho también de coherencia, de honor, de palabra dada y siempre respetada. De sentir profunda emoción por aquello que hace. Y de transmitirlo de forma apabullante pero sin alharacas. Como apunta Depedro, «en estos tiempos en los que todo el mundo sobreactúa, ella, sin ningún tipo de alarde, sienta cátedra».

 Pudo haberse subido, aun siendo rockera de chupa de cuero, al deslumbrante carro de aquel ejecutivo de cierta edad con aire de pingüino. Pudo haberse reencarnado, de la mano de Almodóvar, en la nueva gran dama del bolero. Pudo incluso haber sido la moderna musa de chanson. Pero prefirió no ser nada. O serlo todo, quién sabe. Sin ningún tipo de renuncias. A cada paso, en cada canción, el prisma se descompone en distintos colores e infinitos matices, generando el poliedro perfecto.

Quizá sea en su último disco, Que corra el aire, en el que mejor ha quedado plasmada esa compleja y abrumadora personalidad poética y musical que hoy define a Luz Casal (Boimorto, 1958). De su producción se ha encargado Ricky Falkner, cuyo nombre figura en los créditos de trabajos de Love of Lesbian, Quique González, Sidonie, Lori Meyers o Iván Ferreiro. ¿Un nuevo salto al vacío a la procura de la enésima reinvención? ¿Un guiño a las nuevas generaciones? Nada de eso, confiesa. «Nunca he planteado ninguno de mis trabajos bajo el análisis racional de qué debo hacer. Un día escuché una canción de un colega, vi que era una producción fantástica, llamé a Ricky y él se entusiasmó. Así de sencillo. Muchísimas veces reacciono ante impulsos que ni yo misma puedo explicar».

Que corra el aire es el primer disco con composiciones propias de Luz Casal desde el 2013. Hay en él, por tanto, mucho de testimonio vital, de cronología sentimental y de ese clarividente retrato de su contemporaneidad que la de Boimorto perfila con sutil pero al tiempo quirúrgica precisión. Por ello, le propuse devolverle en modo pregunta algunas frases de las letras de las canciones de ese disco. «Vamos allá».

­-La primera canción, la que da título al disco, y que en cierto modo nos remite a aquella Luz de sus orígenes rockeros...

 

-Perdona que te interrumpa. Es que ya he escuchado más veces lo de que esa canción remite a mi pasado y no estoy de acuerdo. Esa canción es mi absoluto presente.

-Entendido. En ella dice «es mi casa el templo donde me guardo [...] Mi isla acorazada». ¿Así la siente, como un refugio?

-No es que fuera de mi casa no me sienta en plenitud. Pero en ella tengo todo aquello que he conseguido de una manera palpable. Mis discos, mis libros, la ropa que he usado todos estos años encima de los escenarios... Todo eso hace que en ella sienta verdaderamente una cierta protección. Y además en mi casa no tengo que hablar de mí, que es algo que a veces me hastía porque me sitúa en una posición vulnerable.

-«El mundo se está quebrando», sentencia en «Días prestados». ¿Tiene esa sensación?

-Sí, siempre. Es una sensación que tengo desde pequeña y que no me abandona. No soy pesimista en absoluto, pero con el bagaje cultural y sentimental que tenemos no entiendo que no seamos capaces de resolver cuestiones que son imprescindibles para que vivamos de una manera más equilibrada.

-Los que vivimos ¿son, efectivamente, «días prestados»?

-Soy muy consciente de lo que significa la vida y su broche final, sea dramático o aceptado. Y de que lo más preciado que tengo, porque es finito, es mi tiempo.

-«Vale la pena quitar importancia a lo que va quedando atrás». ¿No conviene también tenerlo muy presente?

-Para mucha gente el pasado es una losa. En mi caso, los recuerdos y el haber aprendido algo de lo que quedó atrás es importante. Pero eso no puede evitar que vivas el presente. No te puede obnubilar y que tus días pasen intentando revivir aquel pasado.

-«Veremos si después valió la pena sacar todo eso que duele». En su caso, ¿valió?

-Sí, sí... Hay que quitarse todos los males que existan, tanto los físicos como los emocionales, que son los que muchas veces más daño nos hacen. Siempre hay que buscar el origen del dolor.

-«Y si gana la derrota habrá que volver a empezar». ¿Le ha ocurrido?

-No soy una persona a la que se derrote fácilmente. Lo que sí he tenido han sido sensaciones de fracaso, claro. Igual que sensaciones de duda. A lo largo de cada día tengo un sube y baja con relación a ese tipo de sensaciones y vivencias. Pero cada fracaso que he tenido me ha servido para sacar la cabeza todavía más alta.

-«Voy hacia el mar, me dará cobijo, como siempre, en su inmensidad».

-El mar es un referente en muchísimas canciones. Aun teniéndole un respeto enorme el mar es un elemento imprescindible. Como paisaje y, sobre todo, como símbolo de libertad. Ese espacio abierto e inabarcable... He vivido muchos años cerca del mar. Y aunque ahora no lo tenga visualmente presente sigue siendo un elemento fundamental en mi vida.

-¿Cuál es ese «faro que ilumina cada noche»?

-Esa letra tiene que ver mucho con mis raíces, con un pie en Galicia y otro en Asturias. Y con las personas que han sido importantes en mi vida. En los momentos de tormenta, que siempre los hay, ese faro te recuerda que tienes un sitio, un trozo de tierra al que volver.

-En «Meu pai», canción que dedica a su padre, dice: «Gastó su vida en choque siempre frontal contra la oscuridad».

-Tengo clarísimo que esa frase define perfectamente lo que mi padre era en esencia. Fue su gran lección, sí.

-La canción que cierra el disco es un homenaje a Mari Trini...

-[Interrumpe] Hice esa versión porque me considero una persona agradecida. Me produce enorme pena que la gente se olvide tan rápido de personas tan fantásticas y que han hecho cosas tan bellas.

-«¿Quién no escribió un poema huyendo de la soledad?».

-Para mí escribir es un acto reflejo. No tengo que pensar qué va a pasar con eso. Escribo mucho a lo largo del día. De la misma manera que canto o me invento melodías. Y no siempre con un objetivo. Al contrario, casi nunca tiene un objetivo.

-«Como un perro callejero libre y sin amor estoy»...

-Sí, así me siento. Pero no un perro callejero abandonado [se ríe]. Yo voy siempre a mi libre albedrío, a mi bola. Así es como me siento bien.

-«No hay antes ni después, solo existe ahora. Yo quisiera saber a cuánto están los besos, aquellos que se dan como si fueran la única verdad». ¿A cuánto están los suyos?

-[Suelta una carcajada] Los míos, muy caros, te lo aseguro.

??? OURENSE AUDITORIO hoy, 20.30 44 euros

ELLOS OPINAN DE LUZ

DEPEDRO

«Es un animal artístico.Tiene la capacidad de cantar sin artificios, alardes ni cabriolas, pero te agarra el alma»

UXÍA

«É unha muller importantísima, cunha voz moi persoal e un discurso empoderado. E moi xenerosa. É o paradigma do antidivismo»

IVÁN FERREIRO

«Es la bomba. Una figura indispensable en España. Una mujer que nos abrió caminos, primero en el rock y luego en otras músicas»