«La amiga estupenda»: entre el culebrón y la «nouvelle vague»

FUGAS

No hace falta ser un cinéfilo consagrado ni conocer la diferencia entre el cine de De Sica y el de Godard para disfrutar hasta la médula de esta segunda temporada de la serie basada en la saga de Elena Ferrante

15 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Dicen los expertos que la primera temporada de la serie basada en la tetralogía escrita por Elena Ferrante y emitida por HBO era de inspiración neorrealista italiana y que la segunda, sin embargo, se nutre de la nouvelle vague francesa. Y seguro que es verdad. Lo cierto es que no hace falta ser un cinéfilo consagrado, ni tan siquiera conocer la diferencia entre el cine de De Sica y el de Godard para disfrutar hasta la médula de esta segunda temporada de La amiga estupenda que de la mano del guionista y director Saverio Costanzo, y con la supervisión de la misteriosa Ferrante, ofrece un producto en equilibrio perfecto entre el cine de calidad y el más adictivo culebrón.

Lila y Lenú, las dos protagonistas de esta historia que en esta temporada encarnan las actrices Gaia Girace y Margherita Mazzuco, han crecido. Son ya dos jóvenes que cada vez toman caminos más distanciados. Lila inicia su vida de mujer casada junto a Stefano (Giovanni Amura) y Lenú emprende su andadura de estudiante superior lejos del barrio. Los celos y la rivalidad que desde niñas las unen tanto como las separan son más fuertes que nunca.

Si después de ver la primera temporada no te pudiste aguantar las ganas y ya has leído la novela, no te decepcionarás con su versión para la pantalla. El guion se mantiene muy fiel a la trama que Ferrante ideó para El mal nombre. Es cierto que lo que es el inicio de la novela se reserva aquí para el final, pero eso ayuda a mantener la tensión de una trama en la que entran el amor y el sexo. Y la rivalidad entre mujeres. Y no quiero hacer spoilers. Destacan los episodios de la isla de Ischia, dirigidos por Alice Rohrwacher, bañados por esa influencia de la nouvelle vague. Cuando los veas te darás cuenta. Aunque sin restar mérito a Costanzo, que logra plasmar la psicología de unos personajes que parecen heredados de Tolstói. Y no es fácil. Pero a veces (primer episodio) un simple cristal puede convertir a un enamorado recién casado en un monstruo. Hay que verla.