Rafa Tarradas Bultó: «Hubo muchos héroes españoles en el corazón del Tercer Reich»

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Rafa Tarradas Bultó en una visita a Santiago en el 2020.
Rafa Tarradas Bultó en una visita a Santiago en el 2020. XOAN A. SOLER

El autor de El heredero vuelve a hacer historia ficción con mimbres de realidad en la novela La voz de los valientes

26 ago 2023 . Actualizado a las 19:03 h.

A un castillo de ensueño nos invita en un largo viaje de espionaje y amor, que encierra una historia de terror, Rafa Tarradas Bultó (El heredero, El valle de los arcángeles). Allí arranca la aventura y el rescate del recuerdo de hombres como Erich Schwam, que murió a los 90 dejando 3,5 millones en herencia al pueblo de Chambon sur Lignon, que escondió en granjas y buhardillas a miles de judíos en la Segunda Guerra Mundial. Erich fue uno de ellos, de los que se salvaron gracias al coraje de los valientes. El nieto de Paco Bultó, empresario que fundó las firmas Montesa y Bultaco, escribe con elegancia natural, sin brizna de teatralidad. Tres novelones en tres años ha urdido este apasionado del arte y la historia de los siglos XIX y XX. Su retiro es una cabaña idílica en el valle del Tiétar, donde se cita a solas con su oficio, lejos del ruido social.

­—¿Admitimos «La Voz de los valientes» como novela histórica?

—Yo lo clasifico como ficción histórica. Con personajes que son de ficción, aunque hay algunos otros que son reales.

­—¿Cuál fue la idea para empezar?

—Señalar que no todos los alemanes eran nazis, señalar que hubo muchos que ayudaron a combatir contra los nazis. Lo que pasa es que el nazismo era un régimen efectivo. Se cargaron a muchos disidentes y a héroes. A partir de ahí, amplío conflicto para que se perciba como lo que realmente fue, un conflicto global que afectó a todos los países de Europa. Al final, tengo a dos héroes españoles metidos en el corazón del Tercer Reich. Uno es una condesa española, Hilda, que se casa con un alemán que comulga con Hitler, y otro, un industrial español que empieza a vender sus productos a Alemania y eso hace que entre en contacto con la élite industrial alemana. Aquel era buen lugar para un espía.

­—¿Hubo muchos héroes españoles en el corazón del Tercer Reich?

—Muchísimos. Tenemos, por ejemplo, a Ángel Sanz-Briz, el ángel de Budapest, que salvó a más gente que Schindler. Tenía pisos llenos de judíos por todo Budapest bajo el amparo de la Embajada española. Fue uno de los Justos de las Naciones. La idea de un aristócrata ayudando a los perseguidos por el nazismo viene también de una condesa real, Maria von Maltzan, que acogió a tantísimos judíos en su casa que acabó casándose con uno de ellos.

­—La historia no es como se resume, hay historias que rompen todos los esquemas.

—Sí, igual que piensas que todos los franceses estaban con la resistencia y muchos colaboraban con los nazis. La línea que marcaba dónde empezaba y dónde acaba el nazismo era difusa.

­—¿Hay algún que otro Hitler con poder hoy en día? A veces nos preguntamos cómo es posible que aún convenzan, que triunfen hoy, esos perfiles fuertes.

—Es el poder de la información. A veces me preguntan si me preocupa la amenaza de los neonazis en España. Me preocupa relativamente, porque aquí los medios informan bien sobre esos grupos.

—Sí es preocupante el auge de la ultraderecha en Europa; Italia, Suecia, Finlandia...

—Durante el nazismo la propaganda venía del Gobierno. Y los medios se cerraron, en España eso no pasa. En Rusia, sí. La propaganda lo que hace es detectar el punto flaco de tu audiencia y repetir una solución de forma muy simple.

—Tus personajes son contemporáneos siempre. ¿Son siempre contemporáneos los sentimientos que más nos mueven?

—Sí, miedo, amor, ambición... Mis personajes no tienen el lenguaje de la época, trato de que sea un lenguaje que el lector entienda como suyo. Que se vea en ellos.

—El suspense en tus novelas está también en los personajes. ¿Cómo los dibujas?

—Organizo los personajes con un dibujo inicial y luego ellos vuelan, cogen fuerza y se mueven solos. Ellos deciden.

—¿Por qué hay que reivindicar el papel de las mujeres en la guerra?

—El papel del hombre en las guerras antiguas está claro. Y no sé que es peor, si estar en la trinchera o en casa viendo cómo alimento a mis hijos, si tengo que prostituirme... Tener responsabilidad sobre el núcleo familiar es muy duro en una guerra.

—Está el valor de la mujer cuidadora, que sostiene el conflicto en el hogar, en la sombra, y el de la mujer de acción.

—Sí. Las mujeres espías eran muy efectivas, era el doble disfraz... «Pocos pensarán que soy capaz de hacer esto que soy capaz de hacer». Ahí está Joséphine Baker, nadie pensó que una vedette pudiera ser una espía. Y el libro quiere ser un pequeño homenaje a los desconocidos que se movieron y no tuvieron ningún reconocimiento.

—Otro encanto de este libro es la riqueza del paisaje y el patrimonio que invitas a descubrir, como el castillo de Fallstein. ¿Es cierto que te invitaron a ir?

—Sí. El castillo de Fallstein es inventado, pero al poner la portada Espasa me preguntó cómo lo imaginaba yo. Y les dije: «Hay un castillo que está en el Rin y que imagino parecido a ese». El mismo día de la publicación me escribió la dueña. Me pidió el libro y me invitó a ir... Estoy esperando que ponga fecha. Ver castillos me encanta.

—¿Cualquier tiempo pasado fue mejor... para contarlo y leerlo?

—El viaje al pasado solo lo ofrecen los libros. Y es importante conocerlo, y ver si estamos repitiendo errores.