Vetusta Morla: «Este no es un disco testamental. Volveremos, seguro»

FUGAS

Jerónimo Álvarez

El grupo, que anunció un parón de dos años a partir de septiembre, publica hoy su séptimo disco, «Figurantes», un álbum que cierra una etapa y anticipa nuevas sendas sonoras

31 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

No es Figurantes esa colección de himnos a las que nos tiene acostumbrados Vetusta Morla en cada nuevo disco. En este predominan los tiempos medios, con una serena crudeza en la producción, una menor presencia orgánica en la instrumentación, compensada acaso por el primer plano en el que por momentos se sitúa una percusión casi tribal, y con unas letras igual de crípticas pero con un punto más oscuro, más de derrota. ¿Es un disco testamental?, le pregunto a David García, el Indio, baterista y percusionista de la banda. «En absoluto», contesta. Le recuerdo entonces una frase de Drones, la canción que cierra el disco: «Me siento un náufrago eterno queriendo agarrar un presente varado». «Bueno, ya sabes que nuestras canciones tienen siempre ese punto poético metafórico y ambiguo, abierto a que cada quien las pueda interpretar en función de su propia experiencia», apela.

—¿No os sentís entonces en un «presente varado»?

—Para nada. La decisión de parar tiene que ver solo con la cantidad y la intensidad de trabajo que hemos estado asumiendo, con que los años van pasando, con que vamos teniendo cada uno nuestras vidas y a veces también hace falta reposar un poco y respetar los tiempos de los demás. Es algo fundamental para que el grupo siga a flote y siga funcionando.

—¿Hay muchas cicatrices, como esas de las que habláis en «La derrota»?

—Quien no tenga cicatrices que tire la primera piedra. Pero entre nosotros no hay demasiadas. Siempre hemos intentado cuidarnos para que ese tipo de cosas no sucedan. Nosotros éramos amigos mucho años antes de tener el grupo y pasar a ser también compañeros de trabajo. Tenemos una relación sólida y una amistad que tiene que ver con lo familiar, incluso.

—No me negarás que este es un disco, cuando menos, desconcertante.

—La historia de este disco nace a partir de que nos hemos encontrado con una colección de canciones que hemos ido trabajando y grabando en los últimos dos o tres años, a la vez que hacíamos la gira de Cable a tierra. Eso ha provocado que tengamos un disco acabado justo cuando se supone que debíamos parar tras finalizar la gira. Entonces nos planteamos: «¿Qué hacemos con él?». Publicarlo a posteriori supondría una desconexión entre el momento en el que estemos nosotros y el que estábamos cuando hicimos el disco. Así que decidimos sacarlo ahora, hacer una pequeña gira y ya está. Puede que el haber trabajado estas canciones de esa manera, en distintos momentos entre la gira, sin ningún paraguas conceptual, dejando que cada una pidiera lo que pedía, pero de una manera menos pretenciosa y menos rebuscada, con un carácter menos experimental y con ondas muy distintas, porque cada una es de su padre y de su madre, sea lo que provoque que el disco te parezca desconcertante.

—Cuando anunciasteis el parón decíais que era para fortaleceros, ¿en qué notabais la debilidad?

—Llevamos cuatro años sin parar de girar, en que hemos publicado dos discos de estudio, un disco en directo, dos bandas sonoras, un documental... Sencillamente, llegó un momento en el que era aquello de: «Oye, vamos a tomarnos un descansito, que tenemos también que poner lavadoras, dedicarnos a retomar el estudio de nuestros instrumentos, irnos a ver obras de teatro, viajar (si es que alguno quiere viajar más todavía), vivir nuevas experiencias...». Y ya está. Luego nos volveremos a reencontrar, nos resetearemos, buscaremos esos puntos en común que nos han unido siempre y nos enfocaremos hacia una nueva etapa creativa que, como siempre, intentaremos que tenga características propias y que supongan nuevos retos y nuevos caminos para nosotros.

—¿Qué vas a hacer estos dos años?

—Dos años es lo que vamos a estar ausentes del público. Pero nosotros tenemos que juntarnos mucho antes para componer un disco y grabarlo. O sea que el descanso va a ser de menos tiempo. Como mucho un año, en el que cada uno hará lo que quiera y lo que le apetezca. Hay cosas a nivel interno, de nuestro sello discográfico y de Vetusta Morla, que tenemos que resolver. En estos años hemos acumulado un montón de material escenográfico y de archivos de sonoros y audiovisuales que hay que ordenar y hay que poner en su sitio. En resumidas cuentas, tenemos que ordenar el trastero, limpiar un poco la casa, abrir las ventanas... Ese tipo de cosas, en cuanto a lo grupal. En cuanto a lo personal, todos tenemos nuestros proyectos personales y aprovecharemos para seguir desarrollándolos. O a lo mejor no, y me quedo en casa tranquilo viendo la tele [se ríe].

—En vuestro comunicado hablabais de la industria musical como una «picadora humana». Me pareció una frase muy dura. ¿Es esa la sensación que tenéis?

—La exigencia de la industria musical en los últimos años para con los artistas es salvaje. No solo tienes que hacer tu música, tienes que crear tu propia marca, generar contenidos continuamente en tus redes sociales... Es un trabajo esclavizador y frenético que nosotros también hemos padecido. Por eso, es importante tener cuidado y regularlo de alguna manera.

—¿Hasta qué punto es exigencia de la industria y no autoexigencia propia?

—Fundamentalmente es exigencia de la industria. Luego está la autoexigencia de cada uno en tanto que quieres hacer las cosas bien para que tu proyecto pueda tener desarrollo y recorrido. En ese sentido tienes que tener muy claro qué quieres hacer y qué no. Porque tu carrera también se define por las cosas que no haces.

—Vuestra trayectoria siempre ha ido a más, con un hito tras otro. Primero un Wizink, luego dos, luego el Metropolitano... ¿Puede llegar un momento en el que sientes que ya se han cubierto tus expectativas y no te quedan retos por cumplir?

—La primera expectativa y el primer reto siempre suele ser creativo. Y por ahí tenemos un margen amplísimo para seguir desarrollándonos. Luego, cómo lo muestres, dónde lo enseñes, a dónde vayas..., eso viene después. En función de lo que hayamos hecho, ya pensaremos si queremos ir dos meses a un teatro a hacer una residencia o queremos hacer una gira de estadios.

—La ausencia durante dos temporadas de Vetusta va a dejar un hueco en los carteles de los festivales. ¿Veis un relevo?

—Sí, hay muchísimas propuestas nuevas y diferentes. Es cierto que bandas no hay tantas. Hay muchos artistas solistas. Ha habido un cambio generacional en el panorama musical bastante potente. ¿Hay nuevas bandas de rock o de indie que pueden estar a la cabeza de los festivales? Es evidente que hay algunas que ya están ahí. Con todo, creo que aún les falta ese plus de desarrollar y de ofrecer cosas que de repente te hagan decir: «Hostia, esta peña es muy buena, hay buenas ideas, buenos músicos y componen y arreglan bien».

—En los conciertos de la gira «Cable a tierra» llevábais como invitadas a las pandereteiras y cantareiras de Aliboria, ¿cómo ha sido esa experiencia?

—Ha sido maravillosa. El aprendizaje que hemos recogido de estos músicos que pertenecen al ámbito de la música tradicional ha sido increíble. A mí, especialmente, me ha encantado compartir momentos tanto con Aliboria como con El Naan. Aprender y disfrutar de ellas y recuperar esa manera tan natural de hacer y expresar la música, entendida como una expresión de alegría y de acompañamiento de gran parte de las situaciones de nuestras vidas. Eso es algo que yo siempre he envidiado, por ejemplo, de los artistas afroamericanos, del mundo de la música negra, del jazz, del soul, del funk... Y también del flamenco. Y en los últimos años he descubierto en el mundo de la música tradicional a una serie de músicos que tenían también ese talento y esas cualidades. Me parece un casi una obligación recuperar, poner en valor y mostrar a la gente todo eso. Desde luego, contar con Aliboria ha enriquecido mucho la propuesta de Vetusta Morla.

—¿Cómo van a ser los conciertos de esta gira?

—No va a ser una gira al uso porque no vamos a tocar el disco entero. Hemos preparado unas cuantas canciones y las iremos combinando con el resto de repertorio.

—En vuestro reciente concierto en Jaén, Pucho aludió a la situación de Palestina y en un momento dado cambió la letra de «La cuadratura del círculo» para cantar «Argentina, echad a Milei ya». ¿El compromiso social es parte consustancial de la esencia de Vetusta Morla?

—En Vetusta la actualidad siempre está presente de alguna manera. Y Pucho es un experto en según está cantando una canción le viene una frase a la cabeza, la cambia por otra y se convierte en una crítica, en una broma o en un guiño a algo.

—Vuestra primera escala en Galicia será en poco más de un mes, en el PortAmérica.

—Eso para nosotros es hogar. Con Esmerarte organizando todo y Kin a los mandos, eso es casa. Seguiremos yendo al PortAmérica por mucho tiempo, seguro.

—¿Asusta la vuelta? Aunque solo sean dos años de ausencia, no se os pasa por la cabeza ¿y si cuando volvamos la gente se ha olvidado de nosotros o, de repente, ha surgido otra tendencia?

—Sinceramente, no lo pensamos. Si lo pensásemos, empezaríamos a dejar de tomar las decisiones que hemos tomado y empezaríamos a actuar por el qué dirán, el qué sucederá, el miedo al miedo... Yo creo que estamos siendo coherentes con nosotros mismos y haciendo lo que creemos que debemos hacer en este momento.