Judith Jáuregui actúa en Vilagarcía: «En otra vida, me encantaría ser cantante de jazz»

FUGAS

La pianista Judith Jáuregui.
La pianista Judith Jáuregui.

La aclamada pianista, que pasará el verano en Rinlo, estará el jueves 27 en el festival Clasclás, de Vilagarcía, con el Cuarteto Gerhard

24 jun 2024 . Actualizado a las 22:22 h.

Es una de esas pianistas cuya repercusión trasciende el ámbito de la clásica aun cuando apenas se prodiga en otros estilos. Abruma el currículo de Judith Jáuregui (Donostia, 1985), que acaba de publicar su séptimo disco, Homeland. El jueves 27 interpretará un programa con obras de Schumann, Granados y Dvorák en el festival Clasclás de Vilagarcía.

 —Los profanos tenemos la sensación de que en la clásica hay una obsesión con la técnica, que todo tiene que ser milimétrico. Sin embargo, en las crónicas, de ti se destaca mucho tu expresividad.

—La técnica en sí misma no significa nada. Es una habilidad que tiene que estar puesta al servicio de la emoción y de la comunicación. Es verdad que sin técnica no puedes crear música. Pero, si no hay una conexión entre las almas, si no hay un mensaje detrás, si no hay inspiración, tampoco.

—¡Cuántas veces hemos visto a músicos o cantantes que, sin ser extraordinariamente virtuosos, te encogen el alma!

—¿Pero qué es el virtuosismo? La mayoría de la gente entiende por virtuosismo las notas por segundo. Pero hay muchos otros tipos de virtuosismo. Crear una frase sublime o una melodía a partir de algo muy sencillo, a mí me parece virtuoso.

—Las intérpretes de clásica tenéis la ventaja de no ser víctimas del edadismo.

—Al revés. Cuanto más creces y más vives, más música tienes en los dedos y más recursos posees. En nuestro mundo, lo mejor siempre está por llegar.

—¿También es diferente el papel de las mujeres respecto de otros géneros?

—Históricamente, ha habido un olvido hacia las mujeres. Ahora se están rescatando muchas compositoras que en su momento ni siquiera tenían permitido componer. Pero hoy en día, a nivel interpretativo, hay grandes mujeres referentes. Como pianista, yo tengo enormes mujeres en las que en las que fijarme, a las que admirar y de las que aprender. Desde nuestra Alicia de la Rocha a Mitsuko Uchida, Martha Argerich, Maria João Pires, Rosa Torres Pardo... Mujeres que han hecho una carrera impresionante y que admiro profundamente, no porque sean mujeres, sino por su arte. Es que la música no tiene género. Yo nunca me he sentido ni rechazada ni ensalzada por ser mujer

—Una de las críticas que he leído de tu último disco, «Homeland», decía que es «una equilibrada mezcla de intuición y sabiduría». ¿Qué porcentaje de importancia le das a una y a otra?

—A la intuición le doy una importancia enorme. Yo soy una persona muy intuitiva. Lo que pasa es que para llegar a la intuición tienes que liberarte de muchas cosas. Del ego, de los miedos..., de ti misma. Solo así consigues que el alma vaya por su camino sin control.

—Has dicho en alguna ocasión que tu patria son las 88 teclas del piano.

—Sin duda. Una de mis patrias es mi instrumento. Además, es que como pianista, tengo siempre un instrumento diferente. Yo no soy una violinista que adonde va lleva su violín. Yo tengo que hacer casa del piano del sitio adonde voy. En tres horas tengo que conocerlo. Lo único que sé seguro es que siempre voy a tener 88 teclas.

—¿Qué te interesa de otras músicas? ¿Qué escuchas, además de clásica?

—Me encanta el jazz. Me encanta Madeleine Peyroux. El otro día fui a un conciertazo de Jamie Cullum. También me puedo ir a algo más canalla español, tipo Zenet o El Kanka. Me puedo ir a los crooners. Me encantan Nat King Cole, Frank Sinatra... Hay como diferentes estilos dentro de mí.

—¿Has pensado en alguna ocasión en cantar, además de tocar el piano?

—Me encantaría. Los pianistas intentamos siempre cantar con los dedos. Pero es que con la voz, canto fatal (se ríe). En la siguiente vida, yo querría ser cantante de jazz.

—¿Te gustaría hacer alguna colaboración con artistas de otros géneros?

—Alguna he hecho. He tenido una colaboración preciosa con Pepe Rivero, uno de los grandísimos pianistas de jazz latino. Aprendí muchísimo de aquella experiencia, de cómo ellos se liberan para tocar. Para un pianista de clásico, el error es el fin. Para uno de jazz, el error es el inicio. Yo quiero estar abierta a ser curiosa, a aprender, a absorber de otras artes y otros estilos. No solo porque me enriquece como artista sino porque me hace feliz.

—¿Y no te tienta componer?

—No me he acercado nunca a la composición porque es que yo soy intérprete. Es como si le preguntas a una actriz si quiere ser guionista. Mi vocación y a donde me ha llevado mi corazón es a interpretar joyas de la historia, desde hace 300 años hasta hoy.

—Regresas al Clasclás, un festival en el que ya estuviste en el 2021. ¿Cómo recuerdas la experiencia?

—Le tengo mucho cariño a ese festival. El equipo humano que lo hace es excepcional. Como me cuidaron, cómo me enseñaron Vilagarcía... Lo recuerdo como un concierto muy especial. Y vuelvo feliz porque que este tipo de festivales, con una programación tan cuidada, sean además un éxito de público es admirable y maravilloso.