«A pedazos»: el deslumbrante calvario de un escritor inmóvil

FUGAS

El autor Hanif Kureishi se reconstruye en la novela «A pedazos».
El autor Hanif Kureishi se reconstruye en la novela «A pedazos». Europa Press

Lo que van a leer es duro, pero no mortal. Y, al final, un gran viaje. Merece la pena saber que hay literatura tras la calamidad, que incluso hay esplendor en la calamidad

25 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Tiene manos, pero no pueden coger un bolígrafo. Tampoco responden sus piernas. Ni se puede sentar. El escritor, este autor de raza que nos hizo pegar el estirón con El buda de los suburbios y nos convirtió en cómplices de Intimidad, sufrió en la Navidad del 2022 una caída. Muy simple, un día eres funcional y al día siguiente no puedes limpiarte el culo. Tal cual. «Sentado a la mesa del comedor de Isabella, con mi iPad, acababa de ver a Mo Salah marcar un gol contra el Aston Villa. Estaba tomando una cerveza cuando sentí un mareo», escribe con ese baño de humor frío que es marca de la casa. Hanif Kureishi pierde de un bostezo la consciencia y, cuando la recupera, se ve postrado en un charco de sangre con Isabella, su pareja, arrodillada junto a él. Lo siguiente será una metamorfosis naturalista de Kafka contada con la gasolina de On the Road. De hospital en hospital —cinco en un año entre Roma y Londres— nos lleva en su deportivo calvario Kureishi tras quedarse parapléjico a causa de la caída banal. Y el proceso resulta un Entre copas con gran colocón literario que te lleva de cama en cama, con más humor que lujuria, de conversación en conversación. A pedazos (¿no es el título de toda vida?) son las notas dictadas por Kureishi desde la horizontalidad suprema del hospital a su mujer y sus hijos. Ellos fueron manos para su cabeza con una única vocación (contar fabulosamente la cruda realidad), del mismo modo que sus amigos fueron en el naufragio la tabla de su salvación emocional. Él mismo lo escribe con manos ajenas: ¡evitemos la «Corea del Norte mental»! Evitemos, aunque el cuerpo se resigne, el régimen y la propaganda de la destrucción.

Este repaso de vida a pedazos, con Salman Rushdie de mentor, no es una lección. Es la brillante confesión de una cabeza que ha perdido el cuerpo, pero hace de la fatalidad un chuletón. Aunque esto sea algo que su autor no se puede comer...