Luz Arcas: «El sonido de los cuerpos me da información sobre el ritmo»

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La coreógrafa Luz Arcas
La coreógrafa Luz Arcas Carlos Diaz | EFE

La bailarina, Premio Nacional de Danza en el 2024, elige la Mostra de Teatro de Ribadavia para presentar en Galicia su último trabajo

25 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La bailarina y coreógrafa Luz Arcas (Málaga, 1983), Premio Nacional de Danza en el 2024, llega a la Mostra Internacional de Teatro de Ribadavia (MIT) con Tierras raras, una pieza que estrenó a finales de mayo en Madrid. Su trayectoria engloba una suma de estilos en los que siempre destaca su compromiso. Su obra combina riesgo, innovación y raíces. Luz Arca creó en el 2009 la compañía La Phármaco, con la que viaja a la capital de O Ribeiro. La cita es hoy a las 23.00 horas en el auditorio del castillo.

 —Acaban de estrenar la obra y la MIT es su segundo escenario.

—Es nuestra última creación, la estrenamos en Madrid en Danza a finales de mayo y hemos trabajado mucho tiempo en ella. Tierras raras hace referencia a esos minerales tan codiciados por todas las superpotencias, pero para mí es una metáfora de la extrañeza en la que se ve condenado ahora el mundo. Una imagen perfecta del estado del suelo, de la Tierra y de la rareza del mundo en el que vivimos.

­— ¿Cómo traduce en escena esa percepción de la realidad?

—La obra parte de una intuición: el suelo que pisamos está hecho de esos minerales que son la fuente del futuro. Pero también es el de los muertos enterrados durante toda la historia, de los residuos, de las ciudades sepultadas por desastres naturales. Es como si el suelo que pisamos fuese una condensación de tiempo. De todos los tiempos y de toda la basura, pero también de todas las promesas de futuro, del progreso económico, del científico, de cualquier tipo. Tierras raras es un trabajo muy poético y muy intuitivo. Somos cinco bailarinas en escena. Conmigo estarán La Merce, Danielle Mesquita, Javiera Paz y Raquel Sánchez, cuerpos muy diferentes. Y estamos acompañadas por la música de Tomás de Perrate, un cantaor de Utrera. Para mí, lo que él canta tiene la textura del centro de la tierra, como si fuese un mineral. Y eso me interesaba mucho. La música es de Xabier Erkizia, que firma la composición. El espacio sonoro de las obras es fundamental para mí: contiene una parte esencial de la dramaturgia. El sonido de los cuerpos me da mucha información sobre el ritmo, la intensidad y las texturas. Y a partir de esas referencias sonoras se construyen versiones y adaptaciones.

­—¿Busca que el público reflexione sobre algo en concreto?

—No me interesa hacer una obra con una moraleja. No hago ese tipo de trabajo. Yo intento compartir una serie de intuiciones poéticas y que el espectador, si quiere reflexionar, lo haga desde su propia experiencia.

­—En los últimos años viaja más a Galicia. ¿Qué relación tiene con esta tierra?

—Es una relación reciente, pero que va creciendo con el tiempo. Tengo la suerte de estar viniendo bastante. El año pasado empezamos un proyecto precioso en A Casa Vella de Allariz y también acudí a la Bienal de Pontevedra y a Santiago. Colaboro con Hugo Gómez, de A Coruña, y llevo un par de años relacionándome más con esa tierra. En A Casa Vella, por ejemplo, hicimos una residencia durante diez días. Esta fue una experiencia totalmente diferente a la de la actuación, que me permitió investigar mucho más. Incluso conocimos a una vecina que cantaba muiñeiras. Esas músicas populares y ese tipo de encuentros me interesan muchísimo, porque te permiten investigar desde otro lugar.