La enfermedad del amianto amenaza a centenares de ex-trabajadores de Bazán

FRANCISCO VARELA FERROL

GALICIA

RODRIGO R. ARDÁ

Los jueces de Ferrol fijan ya indemnizaciones por asbestosis, un mal que puede degenerar en cáncer de pulmón Los jueces de Ferrol han comenzado a reconocer que la muerte o la grave enfermedad de algunos ex-trabajadores de la factoría Bazán tienen que ver con el amianto. Es la asbestosis, que puede degenerar en cáncer de pulmón, por el contacto con un producto que dejo de utilizarse a partir de los años 80.

15 ene 2001 . Actualizado a las 06:00 h.

El producto se empleaba para el aislamiento térmico de máquinas y tuberías de calor. No obstante, las consecuencias de su inhalación se desarrollan quince o veinte años después. Es decir, ahora. Cientos de trabajadores, algunas fuentes hablan de entre 1.500 y 2.000, tanto de la empresa principal como de contratas, permanecieron expuestos a esta mortal contaminación. Es como la enfermedad de los mineros, pero en los astilleros. Recientes fallecimientos de trabajadores prejubilados relativamente jóvenes, todavía en la cincuentena, han dado la voz de alarma. «Nos vemos en los entierros y muchos nos preguntamos qué es lo que pasa», comenta uno de ellos. C. T., vecino del barrio de Caranza, recuerda que su padre falleció en abril de 1999, a los 67 años de edad, «de un mesotelioma». En el informe médico se dice claramente que su muerte pudo estar causada por el amianto. Había sido mecánico de monturas a flote en Bazán. M. S. P. perteneció a la compañía Montero Cafer Aislamientos, precisamente las que forraban las máquinas y tuberías en Bazán. En 1992 presentó la primera reclamación por daños y perjuicios en un juzgado de Ferrol contra su empresa y la principal. Pero se la desestimaron porque no estaba clara la jurisdicción, de la laboral o social, o remitían a la civil. Ahora sí que está claro. En los últimos meses, los juzgados de lo Social locales comienzan a reconocer demandas de esta naturaleza. En dos casos fijan cantidades y condenan a Bazán. En un tercero se reconoce la enfermedad, pero se deniega el dinero. Una avalancha La avalancha de reclamaciones puede ser importante una vez que muchos de los afectados prueben que el mal que sufren tiene su origen en el amianto, aquellas pequeñas partículas que veían en el aire. «Cuando murió mi padre, unos diez compañeros suyos cayeron por aquel entonces, y todos de la misma enfermedad», recuerda C. T. Rafael Pillado, ahora prejubilado, ha denunciado que hay un «espeso silencio» sobre este problema. Asegura que este tipo de enfermedades profesionales no se detectan con un simple examen médico de enfermería, sino que precisa de complejas tecnologías, como el TAC.