Crónica | La liberación de los tripulantes del palangrero gallego «Viarsa» Australia quiso dar un escarmiento a la pesca pirata con su tenacidad en apresar el «Viarsa», pero fracasó y las tornas se han invertido. Ahora son los armadores que faenan en la zona quienes aplauden al ver en evidencia las artimañas de Canberra
05 nov 2005 . Actualizado a las 06:00 h.?o sólo Vidal Armadores, la empresa ribeirense propietaria del Viarsa - el palangrero con bandera de Uruguay que fue apresado en agosto del 2003 acusado de pesca ilegal- festejó por todo lo alto el viernes la absolución de los cinco tripulantes que Australia retenía desde hace más de dos años. Empresarios gallegos de pesca que operan en la misma zona hicieron suya la satisfacción de comprobar cómo estallaba en las narices de Australia una operación que el propio Gobierno se encargó de difundir a medios de todo el mundo para escenificar ante los ojos del planeta su contundencia contra la pesca ilegal. Quizás jaleada por éxitos anteriores, como los del South Tomi , el Lena o el Volga -todos ellos con tripulación gallega y todos declarados culpables-, Australia se lanzó de cabeza a una epopeya para atrapar el Viarsa , al que no dudó en acosar con la patrullera Southern Supporter a lo largo de 3.900 millas náuticas para interceptarlo en aguas internacionales, tras formar una entente con Sudáfrica y el Reino Unido, 21 días después de que fuese avistado cerca de las islas Heard and McDonalds, bajo jurisdicción australiana. Que un jurado de doce personas no haya encontrado evidencia alguna de que las 85 toneladas de merluza negra que llevaba el Viarsa en sus bodegas fuesen pescadas de forma ilegal en aguas australianas da pie a los armadores gallegos para denunciar -aunque a alguno le pierden las formas- las artimañas que emplea Australia para disuadir a los barcos de faenar en un área que, según afirman los empresarios, quiere en exclusiva para sí. Sin disculpas En el bando contrario, el ministro australiano de Pesca, Ian McDonald, revelaba a las claras su incredulidad por el veredicto absolutorio, pero no mostró intención alguna de excusarse por el incidente: «Haría lo mismo mañana si un pesquero extranjero fuese avistado por una patrulla dentro de la zona de jurisdicción australiana», sentenció. Puede que cambie de idea cuando llegue la factura de aquella epopeya veraniega.?