Serafín Díaz Regueiro es un testigo clave en el caso Prestige: fue la persona ajena a la tripulación que más tiempo estuvo a bordo: desde las 10 de la mañana hasta las siete de la tarde del 14 de noviembre del 2002, sin contar el tiempo que estuvo en el petrolero el día 18. Pero es que además su vida es la crónica de los accidentes marítimos de Galicia. Andros Patria, Ildefonso Fierro, Kristal, Urquiola, Erkovit... El único con el que no tuvo relación fue el del Cason, pero la explosión del Mar Egeo le pilló a escasos metros.
-Mangouras es más o menos de su edad. ¿No le da pena que tenga que pasar por el mal trago del juicio?
-No, la verdad. Debería haber colaborado. No solo jugó con mi vida. También arriesgó la suya.
-Tuvo miedo, supongo
-Tuve más miedo la primera vez que la segunda. Ahora, en perspectiva, creo que cometí un error: no debería haber ido solo.
-Pero usted mismo dice que no hubiera ido nadie.
-Quizás habría sido así. No lo sé. Cuando te abren la puerta del helicóptero y ves ese monstruo te mueres de miedo. Pero creo que hoy haría lo mismo.
-¿Había un plan B en caso de que usted fallara en su misión? ¿No cree que el rumbo noroeste elegido fue un error?
-El rumbo fue el que marcaron desde tierra. Pero creo que no había en ese momento un plan alternativo. Lo que estaba claro es que los remolcadores no podían con el Prestige. Y meterlo en un puerto causaría una guerra civil.
-Usted declarará en el juicio y supongo que aún hay cosas que no puede o no quiere contar.
-Hay cosas que no se pueden contar.
-Eso da la impresión de que en este caso hay gato encerrado.
-Pero no lo hay. Créame. No lo hay.