Luis Falcón participó muy activamente en el bum del ladrillo que cambió de aspecto Vilagarcía de Arousa
29 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Si algún veraneante de la Vilagarcía de principios del siglo pasado -aquella en la que la playa llegaba desde Carril hasta Vilaxoán y en cuyas inmediaciones se levantaban señoriales palacetes como el de O Castriño- retornara a esta ciudad, sin duda alguna llegaría a la conclusión de que se había equivocado de lugar.
Si lograse reponerse del susto y quisiese entender algo, no le quedaría más alternativa que pedir audiencia a Luis Falcón Pérez, Chicho Falconetti, el rey del ladrillo de la ría. Si se la concediese en estas fechas estivales, es más que probable que lo recibiese en una tumbona, en las inmediaciones de la piscina de su chalé y le invitaría a que se pusiese fresco, en ropa de baño, porque eso le permitiría verificar que no lleva ningún micro oculto.
Una vez que estuviese seguro de su interlocutor, le explicaría cómo se hizo con O Castriño, a principios de los ochenta, en los buenos tiempos del Winston de batea, cómo el palacete fue pasto de las llamas mientras él estaba recluido en Martutene, víctima de una supuesta traición del difunto Pablo Vioque -don Pabliño, para otros antiguos colegas del sector- y tal vez le contase alguna de las múltiples versiones contradictorias entre sí que han circulado sobre aquel extraño incendio.
Edificios emblemáticos
Si el interlocutor lograse un cierto clima de confianza, el anfitrión también le relataría cómo consiguió hacerse con otros edificios emblemáticos del casco viejo de Vilagarcía, como el antiguo colegio León XIII, el del antiguo carballinés y otros colindantes de la céntrica calle Castelao.
Le aclararía que él y los ilustres técnicos con mando en plaza en el consistorio de Ravella siempre se han sentido orgullos de la calidad de sus rehabilitaciones, por eso no entiende por qué nunca prosperaron sus propuestas para hacerse con la construcción y la concesión del párking de O Cavadelo.
Si el visitante le mencionase con añoranza lo que en su día se llamó la avenida de la Prosperidad -la carretera que une Vilagarcía con Carril, hoy rebautizada como avenida Rosalía de Castro- y las majestuosas villas que la flanqueaban, Chicho Falconetti le pondría como ejemplo de lo bien hecho -a su juicio- las que él restauró y como referente de todo lo contrario los adefesios que otros hicieron antes.
Después de la segunda botella de albariño, tal vez le contase el mal trago que le hizo pasar en los comienzos de su carrera hacia el trono del ladrillo un intruso que alguien le coló en la macrofiesta de la inauguración de la urbanización San Martín de Vilaxoán en la que confraternizaron políticos y contrabandistas célebres de la época, tal y como relataban con gran precisión las crónicas de la prensa local de entonces.
Insolvente
Lo que el visitante no se atrevería a preguntarle ni a buen seguro Falconetti nunca le contaría es cómo se pudo convertir en el principal promotor de la ría después de haber pasado seis años entre rejas y ser declarado oficialmente insolvente. ¿Lo contará en el juicio?