«Non me lembro de matar a ninguén», dice ahora O Chucán

xosé Carreira LUGO / LA VOZ

GALICIA

O Chucán, en un momento del juicio, durante la ronda de preguntas de los abogados y del fiscal.
O Chucán, en un momento del juicio, durante la ronda de preguntas de los abogados y del fiscal. pradero< / span>

José Carnero, juzgado de nuevo por la muerte de la empleada de un club

28 nov 2012 . Actualizado a las 11:42 h.

Se olvidó de casi todo. La vuelta al banquillo de José Carnero, conocido como O Chucán, para responder por segunda vez por el presunto asesinato de una mujer de un club de alterne, a la que había contratado sus servicios, constituyó un recital de amnesia por parte del imputado. Ni siquiera quiso reconocer su casa en unas fotos que le mostraron. Tuvo, eso sí, algún recuerdo que le interesaba: que la víctima aprovechaba su casa para ir con otros hombres.

O Chucán, o también O Caladiño, como así lo conocen en su aldea soberina de O Couto, se enfrenta desde ayer, por segunda vez en menos de un año, a un jurado. La primera vez le salió bien. El tribunal popular lo absolvió, en septiembre del 2007, de la muerte de Pilar Palacios Caballero, una mujer que iba a trabajar de vez en cuando al club de alterne Tosca para sacar adelante a su hijo. Pero la absolución duró días. Carnero le confesó a un periodista de La Voz, al poco de salir libre de prisión, que él había matado a la mujer con una barra metálica. Por eso está, desde ayer, de nuevo en el banquillo enfrentándose a peticiones de cárcel que van desde los 13 a los 20 años.

«Podo morrer na cadea porque eu non me lembro de matar a ninguén. Que morra dun cáncer se me acordo de algo», dijo antes de entrar al juicio. Y en la sala, aun cuando el fiscal asegura que tiene un déficit de inteligencia, se mostró bastante firme en su posición de no acordarse de nada. «¿Que fago eu aí?», preguntó como sorprendido cuando pusieron el vídeo de la reconstrucción de los hechos.

Su interrogatorio casi fue tiempo perdido porque, pese a lo que parecían pruebas contundentes, Carnero navegó en el olvido. Fue a echar balones fuera como cuando la jueza instructora, el día de la reconstrucción de los hechos, le preguntó por un sujetador que estaba en su casa. «¿Lo utiliza usted?», le preguntó la magistrada. «No. É de cando ven algunha vez unha muller conmigo. Pode ser de Pili [refiriéndose a la víctima]», respondió.

Entre tanto olvido, O Chucán, dijo que él jamás le había dado golpes a la víctima. «¿Pero no la mató el mismo día en que murió su padre?», le preguntó el fiscal. Su respuesta fue tajante: «Non matei a ninguén». Por no recordar, ni recordaba dónde había muerto su padre, ni que hubiese hablado con periodistas, a pesar de que su abogado expresó que su casa se había convertido en un circo mediático que, en su opinión, volvía loco a Carnero. Un vecino, que dijo que el acusado «non está ben da chimenea», contó que su casa, tras quedar en libertad, se convirtió «nunha festa». «Eu xa dixen que había que tomar medidas porque puxérono tolo», dijo.

Esa presunta amnesia de O Chucán le llevó a decir que ni siquiera supo por qué estuvo en la cárcel, «e xa non me acordo cando fun; só sei que estiven en dúas distintas».

Evidentemente, le preguntaron por el bolso de la víctima que apareció en una habitación de su casa. «Iría con outros. Metíase con outros homes na casa. Traballaba con moitos os fines de semana. Eu metíame na cama porque tiña medo», expresó. A su abogado le interesaba que su cliente sembrase la duda de que alguien pudo haber entrado en casa y por eso arrancó numerosos testimonios de personas que aseguraban que la casa estaba siempre abierta y que podía entrar a la cuadra y al patio de la misma cualquier persona. También expuso su letrado que una persona como el acusado jamás podría ejercer tanta violencia contra la víctima que apareció con la cabeza totalmente reventada.

«Tiña o móbil da vitima grabado no seu...», le dijo una de las abogadas de la acusación. «Non me acordo de nada», respondió. Le preguntaron porqué razón escapó de casa tras el supuesto asesinato y porqué no había ido al entierro de su padre. La respuesta: «non me acordo».

Le mostraron el hacha y un mazo, posibles armas homicidas. Dijo que no eran suyas y que en su casa no estaban. En ellas no fueron halladas huellas dactilares porque había humedad y los mangos no constituían una superficie lisa, tersa y pulimentada.