El talento de míster Patterson

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

La Pokémon desvela que Conde Roa gestionó un préstamo para el misterioso personaje que organizó una exposición en Galicia en 1996

11 mar 2013 . Actualizado a las 12:37 h.

La vida de Leonard Patterson es casi una leyenda con orígenes tan brumosos como los de la famosa colección de más de mil piezas de arte precolombino que lleva su nombre y que en 1996 expuso en Santiago. Aquel año, este costarricense de 69 años de edad entró en Compostela como gran mecenas recibido con pompa y boato por el mismísimo Manuel Fraga y salió poco después acusado de ser uno de los mayores traficantes y contrabandistas de arte y piezas arqueológicas del mundo.

De Patterson casi todo es un puede. Puede que fuese diplomático del Gobierno de Costa Rica. Puede que llegase incluso a representar a ese país ante la ONU. Puede que sea un gran comerciante de arte. Puede que más que eso sea un traficante. Puede que los objetos de gran valor que poseía fuesen suyos. Puede que los hubiese robado de yacimientos arqueológicos de Perú, Ecuador, México, Guatemala, Colombia y la propia Costa Rica. Puede que tuviese que ver con el asesinato del mayor traficante de arte peruano, Raúl Apesteguía. Sin que se sepa cómo, la pieza más valiosa de la colección del muerto apareció después en su poder. Puede que se la robase. Y puede que no. Todo en su vida es incierto porque de tantas mentiras que rodean su leyenda es imposible saber cuál es la verdad. Salvando las distancias, recuerda un poco al Ripley de Patricia Highsmith.

La bruma desaparece cada vez que la Interpol se cruza en su camino. En 1975, cuando fue acusado de fraude en Zúrich (Suiza), país en el que residió algunos años. En 1985, cuando se vio inmerso en un caso de contrabando de especies protegidas en Dallas (EE.?UU) por el que hasta parece que estuvo en prisión. En 1991, imputado por estafa en Basilea (Suiza) por intentar colocar como auténticas obras falsas de Salvador Dalí.

Con un historial semejante, aún resulta más increíble que engañase a todo el mundo cuando en 1996 aterrizó en Compostela. Pero lo hizo. Apadrinado por el por aquel entonces nuncio del papa, Mario Tagliaferri, engañó hasta el mismísimo presidente de la Xunta de la época, Manuel Fraga. Todos quisieron hacerse la foto junto a Patterson y sus 1.173 piezas mayas, olmecas, aztecas e incas. Tal fue el éxito de la muestra, que el Gobierno gallego estuvo a punto de comprar la colección por 18 millones de euros.

Una arqueóloga pinchó el globo y la fiesta se acabó. Advirtió que parte de las piezas eran robadas y que muchas otras, cerca de la mitad, eran falsas. Estuvieron años en un almacén en Santiago hasta que Patterson mandó un camión a buscarlas que paró la policía alemana en Múnich, donde sigue casi toda la colección. Patterson reside actualmente en esta ciudad. Está aquejado de un grave cáncer que le impidió asistir en diciembre al juicio previsto en Santiago, en el que se enfrenta a una petición de pena de dos años de cárcel y 64 millones de euros de multa por contrabando de piezas arqueológicas.

La bruma Patterson revive estos días por la investigación de la operación Pokémon, que ha desvelado que el que era su abogado y está ahora imputado en esta presunta trama de corrupción, el exalcalde Gerardo Conde Roa, convenció a principios del 2010 a un compañero del PP en la corporación para que le prestase 75.000 euros. Para qué quería el dinero es aún un misterio. Quizás para comprar piezas de arte. Puede que de forma ilícita. Puede. Y puede que no.