
Carmen Rodríguez Menacho (Vigo, 37 años) ha rastreado sus orígenes familiares hasta la Guerra de la Independencia, en la que combatió el mariscal de campo Rafael Menacho y Tutlló, fallecido en el Sitio de Badajoz en 1811. Con esos antecedentes, y pese a haber estudiado Ciencias Químicas, no es extraño que decidiese alistarse en el Ejército. Once años después, es teniente del arma de Artillería en la Brilat de Figueirido (Pontevedra) y ha participado en misiones en Bosnia-Herzegovina y Afganistán.
-Me planteé unirme a las Fuerzas Armadas porque tenía la intuición de que me adaptaría perfectamente al mundo militar. No tenía familiares militares cercanos que me informasen de primera mano, así que decidí alistarme primero como tropa. Las expectativas se cumplieron, y un año y medio después me presenté a la Academia General para ascender a la Escala de Oficiales. Fueron dos decisiones muy importantes y no me cabe la más mínima duda de que este era mi camino.
-¿Cómo es su experiencia trabajando en un mundo tradicionalmente de hombres?
-Trabajando duro y siendo responsable y disciplinado, la condición sexual es irrelevante. En mi trabajo, lo que impera es el empleo y el prestigio profesional. Cuando escucho que en determinados trabajos la mujer tiene un sueldo menor que el hombre por realizar los mismos cometidos me siento una privilegiada.
-¿Han cambiado mucho las cosas en estos años? ¿Ha cambiado también la reacción de sus compañeros hombres?
- Me imagino que al principio fue duro para las primeras mujeres que se incorporaron a filas. El estar en el punto de mira exige un gran esfuerzo para no defraudar las expectativas. Yo no he vivido ese período. A día de hoy, desde mi punto de vista, la integración de la mujer en el Ejército es un hecho. A nivel colectivo no hay ningún problema. Y a nivel individual puede que exista algún caso puntual, pero no creo que tengan mayor trascendencia.
-No sé si tiene responsabilidades familiares. ¿Es fácil compaginarlo?
-Todavía no tengo hijos. Por mi experiencia, este trabajo es muy exigente y si uno quiere rendir al cien por cien operativamente, la conciliación familiar es difícil. Yo he retrasado conscientemente el tener familia para poder ejercer mi profesión. Es cierto que existen medidas de conciliación que ayudan, pero obligatoriamente hay que reducir la operatividad durante los primeros años.
-¿En qué misiones ha participado?
- En el 2008 estuve en Bosnia-Herzegovina en un Equipo de Observación y Enlace, en el 2011 participé en Herat-Afganistán en un Equipo de instrucción de Artillería, y en el 2012-2013 en Moqur-Afganistán en un Equipo de Asesoramiento Militar de Apoyos de Combate (MAT). Soy una afortunada por haber podido participar en estas tres misiones donde he tenido la oportunidad de mejorar mi formación militar y mi nivel de inglés. La aportación de la mujer en zona de operaciones es muy similar a la del hombre. Soy de la opinión de que hombres y mujeres somos mucho más parecidos de lo que creemos.
-¿Cree que su profesión es bien vista por la sociedad?
-Sí. Creo que se ha mejorado mucho la visión que la sociedad tiene de nosotros. Soy consciente de que existen ciudadanos que consideran que el Ejército no es necesario, una opinión lícita que respeto, aunque como es evidente, no comparto. Todo miembro de las Fuerzas Armadas trabaja día a día con tesón para estar en disposición de servir eficientemente al pueblo español. Creo que es necesario que se conozca lo mejor posible nuestro trabajo y que se nos emplee en aquellos cometidos donde seamos de utilidad.