
El magistrado que se hará cargo de la causa del Alvia es un hombre joven -nació en Louro (Muros) en 1973- y curtido en la Costa da Morte, donde estuvo ocho años al frente del Juzgado de Instrucción número 2 de Corcubión, tras pasar por el de Primera Instancia de Cistierna (León). Andrés Lago Louro abandonó Corcubión en el 2013 para hacerse cargo, en comisión de servicios, del Contencioso-Administrativo número 2 de Santiago.
Tras pasar algo más de un año en el discreto segundo plano del Contencioso, volverá ahora a la primera línea con la instrucción del caso Alvia. Ya sabe lo que es trabajar con los focos encima, porque en la Costa da Morte se hizo cargo de casos de gran repercusión. El más sonado fue, tal vez, la denominada operación Orquesta, un proceso que está a la espera de juicio y que acabó con una treintena de imputados por presunta corrupción, entre ellos los alcaldes de Corcubión, Fisterra y Mazaricos y el hoy exalcalde de Cee, además de un buen número de funcionarios -secretarios, arquitectos municipales, administrativos y policías- y empresarios del sector de la construcción.
La Orquesta llevó a Lago Louro a las primeras páginas, aunque ya antes había llevado casos relevantes. Entre los más conocidos, el de los marineros de Camariñas acusados de pescar con dinamita y que finalmente fueron indultados tras pasar una temporada en prisión. También por su juzgado pasó la extraña desaparición en un cementerio del cadáver de Crisanto López, un adinerado maderero cuyo cuerpo desapareció en medio de una pelea judicial por una demanda de paternidad. El cadáver no apareció, pero un hombre primero y dos mujeres después, lograron demostrar en el juzgado que los tres eran hijos extramatrimoniales no reconocidos del mismo padre.
Quienes lo conocen saben que Lago Louro es un juez independiente y vocacional -tenía claro a los 17 años cuál sería su futuro-, y una persona ajena a las presiones y que no elude los problemas. De hecho, hasta su llegada a la Costa da Morte nadie había investigado casos como los que él instruyó hasta el final y que hicieron tambalear la política local y salpicaron también, en otra instrucción, a un mando del cuartel de la Guardia Civil de Corcubión.
De trato amable, le gusta atender en persona a quienes acuden por algún asunto a los juzgados, y tanto abogados como policías y agentes de la Guardia Civil destacan el carácter humilde y la profesionalidad del magistrado de Muros, un hombre interesado en que la Justicia sea algo más que el nombre de una Administración.
La lentitud del sistema y la inaplicación de sentencias y decisiones judiciales son rasgos de la Justicia que le disgustan especialmente, contaba él mismo en una entrevista a La Voz. «Cuando una sentencia tarda diez años no es justicia. A una persona le da igual que le den la razón doce años después», decía entonces. Será él quien tenga en su mano agilizar, en la medida de lo posible la investigación del caso Alvia, una instrucción que, seguro, no será sencilla.