El apoyo sin contrapartidas a Caballero desconcierta a cargos y militantes del partido más votado en Vigo. Llevan 7 años escuchando los ataques diarios del alcalde socialista a la Xunta
03 may 2014 . Actualizado a las 15:12 h.Argumentan sus defensores que el pacto de Vigo es histórico e inédito en España. Lo es, sin duda. Y sorprendente. Ni siquiera en Alemania habían llegado tan lejos, porque allí es el partido más votado (conservador) el que recibe el apoyo de la principal fuerza de la oposición (socialdemócrata). En el caso vigués, los 13 concejales del PP alzaron la mano en el pleno de ayer con los 11 del gobierno socialista para bendecir los presupuestos municipales.
«Algunos lo hemos hablado y queremos pensar que la dirección del partido sabe lo que hacemos». Esta frase la pronunciaba uno de los ediles populares entre bambalinas. La sensación de desconcierto se ha apoderado de buena parte de los cargos y de la militancia de la primera fuerza política de la ciudad. Casi todos, en privado, dicen no entender la situación. No podía ser de otra manera si hasta el muñidor del pacto, jefe de la oposición y presidente local del PP, José Manuel Figueroa, reconoce que tendrá que hacer pedagogía para explicar la entrega de su grupo.
Durante siete largos años, PP y PSOE han protagonizado una lucha a cara de perro. El regidor socialista ha hecho de los ataques diarios al presidente de la Xunta su estrategia política. Abel Caballero azota a Feijoo a todas horas, lo culpa de todos los males de Vigo y aprovecha cualquier circunstancia para alimentar la sensación de maltrato a la ciudad, atribuyéndole desde la reducción de plazas en los aviones de Air Europa hasta la posible supresión del partido judicial a raíz de la ley Gallardón o la falta de pedidos en los astilleros.
De hecho, el alcalde continúa sus diatribas contra el jefe del Gobierno gallego pese al favor que le han hecho los populares vigueses, a los que ha dado la bienvenida a su causa. «De nuevo Feijoo ha insultado a la ciudad de Vigo», dijo hace solo unos días al responsabilizarlo de subvencionar «de manera encubierta» vuelos del aeropuerto de A Coruña.
Se supone que en un pacto hay cesiones por ambas partes. Caballero, que ayer exhibió una uve de victoria y una sonrisa de oreja a oreja, presume de no haber hecho ni una sola. Ni siquiera respalda o acepta el proyecto del nuevo hospital, tal y como exigían los populares al comienzo de las negociaciones (el Ayuntamiento se limitará a dar servicios de luz y de agua a todas las obras que hay en la parroquia, algo a lo que está obligado por ley). Tampoco ha comprometido su entrada en el plan de transporte metropolitano o la bajada del recibo del agua, más allá de la realización de estudios para ver su viabilidad. El PP vigués tiene por delante la tarea de acabar con la sensación de orfandad que se ha instalado entre sus 61.616 votantes. La primera fuerza política de la ciudad carece de un liderazgo claro, no acaba de definir su candidato a la alcaldía y ahora protege a Caballero, fustigador de Núñez Feijoo, y blinda sus planes para lo que resta de mandato.
¿Qué explicaría, como estrategia política, la actitud de los populares? «Vigo necesita un presupuesto», señala Figueroa. Pero al Concello nunca le faltó porque Caballero aprobó los seis anteriores con el apoyo del BNG. Fuentes del partido de la oposición argumentan que su estrategia consiste en romper con una imagen negativa: «Tenemos que dejar de ser el partido del no permanente». Es un hecho que el grupo municipal del PP renuncia a hacer oposición. Las críticas brillan por su ausencia en las últimas semanas y está por ver que esta situación le pueda reportar algún rédito electoral.
Corrupción
Hay otra teoría para explicar el pacto. Es la que da el Bloque y que tiene que ver con la corrupción y una especie de omertá o ley de silencio. Los nacionalistas han evitado citar expresamente la operación Patos, pero es un hecho que las negociaciones de Figueroa con Caballero coinciden en el tiempo con los registros policiales del Ayuntamiento vigués y de la Diputación de Pontevedra. La jueza María del Carmen García Campos investiga presuntas irregularidades en la concesión de obras públicas. Entre los empresarios imputados figura el padre de una concejala del PP vigués. Compromiso por Galicia hablaba ayer mismo de «pacto de non agresión» en un momento convulso judicialmente.
El acuerdo inédito entre PP y PSOE sorprende también porque deja fuera muchos de los grandes proyectos de Vigo que permanecen bloqueados, cuando en teoría se trata de dar un impulso a las obras en la ciudad. De hecho, son temas que la Xunta no logra sacar adelante por la oposición radical de Abel Caballero. Cabe citar la constitución del Área Metropolitana, la coordinación de vuelos de Peinador o la financiación de la biblioteca central.