Francisco José Garzón Amo escribe a las víctimas del accidente en el libro «El peor día de Galicia. Tragedia en Angrois», que hoy distribuye La Voz de Galicia. SIGUE AQUÍ TODA LA INFORMACIÓN
24 jul 2014 . Actualizado a las 19:20 h.La distancia entre la responsabilidad penal y la que pesa en la conciencia es larga. Los lugares en los que se dirimen están lejos uno de otro. Si la primera queda solo en manos de la Justicia, que le imputa 79 delitos de homicidio imprudente al maquinista del Alvia 04155, la segunda es, desde el 24 de julio del 2013, la gran losa con la que carga Francisco José Garzón Amo. Las consecuencias dramáticas del peor accidente ferroviario de la historia de Galicia, del que hoy se cumple un año, han llevado al hombre que aquel día estaba a los mandos del convoy a escribir una carta a las víctimas, recogida en el libro El peor día de Galicia. Tragedia en Angrois, que hoy se distribuye con La Voz. En ella una frase sintetiza su única intención y su contenido: «Solo me sale pedir perdón».
«Cuánta pena y dolor siento», dice Garzón Amo. Porque tiene siempre muy presente que «muchas vidas, muchos sueños y esperanzas se quedaron en las vías» aquel atardecer en el que murieron 78 viajeros. La trágica lista aumentaría días después con el nombre de Myrta Fariza, fallecida en el hospital a causa de las heridas que sufrió en el descarrilamiento, y en octubre, con el de Antonio Casares, al que las lesiones que le produjo el accidente le agravaron, con fatal resultado, la enfermedad que ya padecía.
Las 80 víctimas mortales, además de un número de heridos que prácticamente duplicó esa cifra, son fiel medida de la catástrofe. La salida de vía se produjo a una velocidad que superaba en cien kilómetros por hora la que las normas establecían como adecuada para la zona de Angrois, un tramo en el que se unen dos complicaciones para la seguridad: el trazado en una cerrada curva -la de A Grandeira- y el cambio del ERTMS al ASFA, es decir, el paso de un sistema capaz de frenar el tren ante cualquier contingencia que así lo exija a otro que, en muchos casos -aunque no siempre-, deja en manos del maquinista esta responsabilidad.
Hoy los trenes Alvia volverán a pasar por la curva de A Grandeira sin estar controlados por el ERTMS, pese a que, poco después de la catástrofe de hace un año el presidente de Renfe prometiese que los dispositivos serían implantados en el tramo de Angrois antes de que concluyese el 2013. Lo que sí se ha instalado son balizas para garantizar que los convoyes no volverán a acercarse al punto en el que descarriló el Alvia 04155 a una velocidad superior a la permitida. De hecho, por ese lugar circulan ahora a solo 30 kilómetros por hora.
Estas nuevas medidas dejan en el aire preguntas que, más que nadie, se hacen los supervivientes de la catástrofe y sus familias: ¿Por qué la vía se inauguró con medidas de seguridad menos exigentes que las que, a raíz del accidente, se han instalado? Y ¿por qué -se preguntan también- PP y PSOE siguen rechazando comisiones de investigación en el Parlamento gallego y en el Congreso?