Narón y Oleiros serían los principales focos de resistencia a los populares
24 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.El Partido Popular se resiste a admitirlo, pero lo cierto es que la reforma electoral promovida desde la madrileña calle Génova a nueve meses vista de las municipales que, entre otras cosas, convertiría automáticamente en alcalde al candidato de la lista más votada, es como la horma de su zapato. Un traje hecho a su propia medida que le daría las llaves del poder en toda la Galicia urbana, pues pasaría a gobernar en las siete ciudades gallegas si se extrapolaran los resultados de los comicios locales del 2011. Es más, al control del PPdeG solo escaparían cuatro de las 22 localidades de más de 20.000 habitantes, lo que convertiría a Narón y a Oleiros en los principales focos de resistencia.
Fue en vísperas de las municipales del 2007, los primeros comicios que afrontó Alberto Núñez Feijoo como presidente del PPdeG, cuando formuló por primera vez su propuesta de que gobernara la lista más votada, que ahora asumió el partido a nivel nacional. Motivos no le faltaban para hacerlo. En aquellas elecciones, los populares, que mantenían las alcaldías de Ourense, Vigo y Ferrol, fueron expulsados del poder en toda la Galicia urbana debido a las coaliciones formadas con carácter general por el PSdeG y el Bloque. Los de la gaviota resistieron cuatro años con Ribeira y Lalín como principales baluartes, hasta que en el 2011 volvió a palpar el poder en las ciudades al lograr las alcaldías de A Coruña, Ferrol y Santiago.
Pero los cambios operados en la escena política de la mano de la persistencia de la crisis económica, la desafección ciudadana hacia los partidos tradicionales y la irrupción de movimiento nuevos, como el caso de AGE o Podemos, abren grandes dudas sobre la posibilidad de que el PP pueda aguantar el bastón de mando en las plazas que ostenta ahora mismo.
De hecho, si se aplicara la reforma al conjunto de España en los términos en que la propone el PP, es decir, que gobierne la lista más votada siempre que tenga al menos el 40 % de los votos y quede a más de cinco punto de la siguiente candidatura, el PP pasaría a teñir de azul todo el mapa de las capitales de provincia, con la excepción de las catalanas, las vascas y tres de Andalucía (Huelva, Sevilla y Málaga), donde resistiría el PSOE.
El cambio sustancial se produciría en Galicia, que tiene tres de las cuatro capitales de provincia cuyas alcaldías se le resisten al PP (Lugo, Ourense y Pontevedra) y que pasaría a gobernar de forma automática con los resultados del 2011. También las capitales de Castilla-La Mancha, feudo de Dolores de Cospedal, bascularían todas del lado de los populares, incluyendo las alcaldías de Toledo y Guadalajara que están en manos del PSOE. En total, el PP ganaría 9 capitales de provincia en España y perdería tres, justo al contrario que el PSOE, que perdería 9 y ganaría tres.
Quizás el cambio más importante que produciría la reforma en Galicia es el de Vigo. En la ciudad olívica, el PP se mantiene ininterrumpidamente como la fuerza política más votada desde hace 23 años, pese a lo cual solo logró gobernarla cuatro años con mayoría absoluta, entre 1995 y 1999 con Manuel Pérez como alcalde, y otros siete en minoría, con los dos mandatos de Corina Porro. La reforma electoral le resolvería al PPdeG su principal quebradero de cabeza en Galicia, pues hasta el momento los populares no han sabido construir una alternativa a la de Abel Caballero y sigue siendo una incógnita a quién presentará esta vez como candidato.
Teniendo en cuenta lo anterior, es evidente que el PPdeG tiene motivos fundados para defender la reforma electoral inspirada desde el año 2007 y que ahora abandera Mariano Rajoy. Su poder ya es abrumador en la Galicia rural, pero con la reforma en la Galicia urbana solo se le escaparían localidades como Narón, Oleiros, Culleredo o Carballo.