Un gallego en la cima de la ingeniería espacial

Rita Álvarez Tudela LONDRES

GALICIA

Rita Alvarez Tudela

Ramón Blanco Maceiras investiga sobre los sistemas de propulsión de satélites

01 ago 2016 . Actualizado a las 13:16 h.

Ramón Blanco Maceiras apenas tiene 25 años, pero habla con una madurez que cuesta creer que tenga esa edad. Este coruñés lleva viviendo varios años fuera y ahora tiene en Oxford su central de operaciones. Ahí es donde trabaja como ingeniero de propulsión espacial para satélites.

Blanco empezó hace cuatro meses como consultor para Thales Alenia Space, en el campus tecnológico y de innovación de Harwell, en el sudeste de Inglaterra, considerado como el centro neurálgico del sector aeroespacial británico. Sin ir más lejos, ahí están las sedes de la Autoridad para la Energía Atómica del Reino Unido, del Centro Europeo para Aplicaciones Espaciales y Telecomunicaciones (Ecsat) y de la Agencia Espacial Europea (ESA).

Se trata de una empresa que desarrolla programas y misiones para agencias espaciales y operadoras comerciales de satélites. En esa oficina en Harwell, que abrió sus puertas hace apenas tres años, están centrados en los sistemas de propulsión de los satélites, es decir, una especie de motor con los que consiguen moverse tras alcanzar su órbita.

Su interés por los satélites comenzó cuando era estudiante de Ingeniería Aeroespacial en la Universidad de Delft, en Holanda. En un principio, estaba más interesado en el campo aeronáutico y en realizar algo para mejorar el transporte de la manera en la que está planteado hoy en día. «Me gusta viajar, y con la globalización creo que es algo más necesario cada día para todos los ámbitos de la vida, y te das cuenta de que los aviones hoy en día apenas han avanzado en términos de velocidad en los últimos 50 años», comenta.

Allí, pronto se dio cuenta de que era una industria «en la que se han explotado sobre todo los métodos para ganar eficiencia y en la que es muy difícil introducir algo nuevo», mientras que en el sector aeroespacial vio que aún era todo «muy desconocido y con oportunidades de realmente lanzar una idea y que se considere posible».

Blanco explica que es un sector muy grande, pero en el que no hay todavía mucha gente investigando y en el que hasta hace poco solo había proyectos desarrollados por agencias gubernamentales como la NASA. Sin embargo, en los últimos años, ha experimentado una privatización bastante grande y este coruñés cree que aún le queda mucho recorrido para sufrir más cambios. Así, vio clara la oportunidad del sector «para tener un impacto».

Este joven es de los que aprovechan todas las oportunidades que se cruzan en su camino. Ya en el 2014 participó con una de decena de compañeros de Delft en la competición universitaria Inspiration Mars, en la que lidiaban con una misión para ir a Marte con humanos para ser lanzada en el 2018. La calidad de su proyecto les llevó a Houston, a presentarlo en una conferencia anual de la Mars Society, donde recibieron una mención honorífica.

Blanco Maceiras reconoce que esa experiencia le abrió las puertas al mundo aeroespacial y su deseo de continuar formándose. Así, de Holanda se trasladó al Reino Unido, donde se acaba de graduar con distinción en un máster en Ingeniera Aeroespacial por la Universidad de Southampton. Durante la jornada de graduación, hace un par de semanas, descubrió que le otorgaban el premio Boeing al mejor proyecto por su estudio basado en un sistema que guarda y transmite el yodo como combustible al motor de los satélites, como alternativa al xenón que se usa en la actualidad.