Las construcciones que emergen bajo las aguas de los embalses reciben estos días un aluvión de visitas
22 ene 2017 . Actualizado a las 13:16 h.Quien tiene un pueblo hundido bajo las aguas de un embalse tiene un tesoro, sobre todo, ahora que la ausencia de precipitaciones las ha dejado al descubierto y cuando las dos demarcaciones hidrográficas gallegas se encuentran en situación de prealerta por sequía, al estar por debajo del 50% de su capacidad. Durante este fin de semana y el pasado, estas poblaciones han recibido todo un chaparrón de visitantes, que vienen como agua de mayo para los negocios hosteleros de la zona.
Es el caso de Castro Candaz, en el término municipal de Chantada. El bajo nivel del agua del embalse de Belesar permite acceder al castro a pie. Tal es el número de visitantes que recibe que incluso se han formado retenciones en los accesos: «Nada importante pero a aldea de Pedrafita, en Chantada, nunca tanta visita tivo. O mellor é para os hosteleiros da zona, que toda esta xente quedarase a comer por aquí», comenta quien conoce el lugar y aprovecha para pedir más protección del castro: «Non hai vexetación e a zona é moi vulnerable. Pedra que cae, pedra que non se recolle. Co tempo acabarase perdendo a forma orixinal».
En el mismo embalse se encuentra el viejo pueblo de Portomarín. Hay quien aprovecha la ocasión para comer anguilas en las casas de comida de la zona y luego da un paseo por el viejo pueblo emergente. Una situación similar se vive también en el embalse ourensano de Lindoso, en Lobios, donde estos días se puede visitar el viejo pueblo de Aceredo. No es muy habitual que se quede a la vista y los turistas lo saben. Mientras tanto, sigue sin llover en Galicia.