El fenómeno del primer «Gran Hermano» trastocó la vida de este ourensano. Tras conocer los sinsabores de la fama, se alejó del foco mediático y hoy es celador en Málaga
28 mar 2019 . Actualizado a las 15:07 h.El ourensano Israel Pita Gutiérrez sigue manteniendo la espontaneidad que hace diecinueve años le llevó a convertirse en el primer Gran Hermano de la historia de la televisión en España. Dice que con él todo empezó, ya que la única condición que puso para concursar fue no ser suplente. «O programa de agora non ten nada que ver, só o nome. Un dos grandes atractivos foi que ninguén sabía nada», explica Israel. En el año 2000 hacía prácticas como celador junto a su madre en el servicio de urgencias del CHUO. Entones quería cambiar de vida, afirma. Y lo hizo. «Foi moi heavy, para min e para as familias. Tiven gardacostas durante seis meses, non podiamos ir a lado ningún. Fomos coma os Rolling Stones. Recordo que meus pais tiñan que cambiar de teléfono asiduamente. Tiña mensaxes subidas de ton de todas partes de España e mesmo pintadas na parede da miña casa. Pero tiven a sorte de seguir sendo o mesmo; o que cambiou foi a perspectiva da xente, que me vía doutra maneira», explica. Y recuerda que pasó de cobrar poco dinero por sus prácticas en el CHUO a «que me regalasen os cartos». Fue su familia la que nunca le dejó cambiar. Y aunque parezca paradójico, el mayor y mejor recuerdo que tiene de la televisión es su paso por la TVG con Xosé Manuel Piñeiro, durante tres años: «Era na miña terra e estaba coa miña familia».
De Gran Hermano, del programa, guarda buenos recuerdos. No le gustó lo que vino después. «Cando rematei con Teresa Campos en Telecinco quixen deixalo, e vin para Málaga para estar co meu fillo [tuvo un hijo, Hugo, con Silvia, otra de las concursantes de GH]. Agora estou traballando como celador nun quirófano dunha clínica privada en Málaga». Israel tuvo otra hija, Mía, con su actual mujer, Sandra, con quien se casó en el 2010.
Asegura que la gente lo sigue reconociendo por la calle, no solo por su cara y su nombre. «Cando me escoitan falar xa non escapo. Nótanmo moito. A xente sempre foi moi cariñosa comigo. Nunca tiven problema con ninguén». El único atranco, asegura, fue encontrar un trabajo normal tras ser famoso. «Fixen miles de entrevistas e só me dixeron que si cando era para o ambiente nocturno. Non te toman en serio. De feito, neste traballo, no que levo xa dez anos, vin da man da miña muller, que é enfermeira», explica. A pesar de todo, no lo duda, si pudiese cambiar su paso por Gran Hermano, no lo haría. «A miña vida cambiou totalmente e a que teño agora gústame moito. E cheguei aquí grazas a iso», señala. Tenía 24 años cuando comenzó su aventura y hoy, con 43, a pesar de su cambio de vida, sigue visitando Galicia con asiduidad. «Boto todo de menos, sobre todo a xente, aos galegos», subraya. Incluso señala, orgulloso, que su hijo Hugo, de 16 años, se siente igual. De celador a celador, gracias a Gran Hermano.