¿Gobierno de acción o hiperventilado?

GALICIA

JON NAZCA / reuters

En solo 14 días, ha aprobado ya tres promesas electorales, pero ha generado también un alarmante número de conflictos

27 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasado 14 de enero, lo primero que los 22 nuevos ministros encontraron delante de sus sillas fue una carta de tres folios del jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, en la que se les conminaba a formar un «Gobierno de acción», «proactivo» y «resuelto», y a mostrar «cada día» su «resolución y energía». Dos semanas después, los ministros y el propio presidente del Gobierno no solo se han tomado al pie de la letra esas recomendaciones, sino que parecen haber confundido la llamada a la acción con una hiperactividad que ofrece más bien sensación de prisa, y hasta de hiperventilación. En unos días, el nuevo Ejecutivo ha aprobado ya la revalorización de las pensiones, la subida de sueldo para los funcionarios y el incremento del salario mínimo. Pero, además de cumplir con celeridad esas tres promesas electorales, en un tiempo récord ha pisado ya un número de charcos y se ha metido en una cantidad de problemas que a equipos anteriores les costó años alcanzar.

En apenas 48 horas, Pedro Sánchez y su vicepresidente Pablo Iglesias crearon un grave conflicto institucional con el Poder Judicial. El primero, proponiendo como fiscala general el Estado a su ex ministra de Justicia. El segundo, descalificando a los jueces españoles y acusándolos de haber «humillado» al Estado.

En este corto lapso de tiempo, el Gobierno ha generado también un conflicto diplomático de alcance internacional. El hasta ahora flemático José Luis Ábalos se ha transformado en una especie de James Bond que, con conocimiento de los ministros de Interior Asuntos Exteriores, recibe de madrugada, a escondidas y en un avión a la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, que tiene prohibida por la Unión Europea su entrada en el espacio Schengen, incluido el aéreo. Después de negarlo, Ábalos admite con muy malos modos haberlo hecho, lo que le ha costado ya una petición de dimisión. Y el vicepresidente Pablo Iglesias ha rebajado a la categoría de líder de la oposición a Juan Guaidó, al que la Unión Europea y el propio Sánchez reconocen como presidente encargado de Venezuela.

En apenas unos días, Sánchez ha creado también otro conflicto judicial y territorial descalificando a la Junta Electoral Central y comprometiéndose a entrevistarse con Joaquim Torra pese a estar inhabilitado como diputado, decisión ratificada por el Tribunal Supremo. Y, sin haberse sometido siquiera a una primera sesión de control, el Gobierno anuncia ya nada menos que una reforma del Código Penal. Una medida ad hoc para librar de la cárcel a presos del procés.

En aquella carta, Sánchez exigía a los ministros una «actitud dialogante» con la oposición y las autonomías. Pero la ministra de Hacienda ha puesto ya en pie de guerra a las comunidades, incluidas las del PSOE, al negarse a compensar la liquidación del IVA del 2017 con un argumento tan sólido como decir que se ha hecho tarde. Y la vicepresidenta Carmen Calvo se ha enfrentado hasta con la RAE. Sánchez insiste en señalar que le quedan 1.400 días en el poder. Pero, a juzgar por la actitud del nuevo Gobierno, se diría que tiene mucha prisa y que su lema es el de que no haya un solo día sin conflicto.

Feijoo tiene ya dos banderas electorales de mucho peso

La encuesta de Sondaxe deja claro que el Gobierno de la Xunta volverá a estar en un puño y que la nueva mayoría absoluta del PP o el cambio a un Ejecutivo multipartito de izquierda y nacionalista puede estar en un diputado. El Gobierno no parece sin embargo, y de momento, muy preocupado. En pocos días, Pedro Sánchez y sus ministros han dado ya dos argumentos electorales de mucho peso a Alberto Núñez Feijoo, que el presidente de la Xunta no va a soltar hasta las elecciones. Uno es la negativa de la ministra Montero a pagar a Galicia los 200 millones de euros del IVA pendiente. El otro es admitir ante la Unión Europea, aunque luego rectifique en España, que el AVE no llegará a Galicia hasta el 2022.

¿La receta contra Rivera servirá con Arrimadas?

Hace ya mucho tiempo, cuando Ciudadanos empezó a despuntar como fuerza de ámbito nacional, en el PP se abrió un debate sobre el modo de contrarrestar al partido naranja que ya se atisbaba como peligro para el futuro de los populares. Un sector recomendó un ataque sin cuartel. Otro, encabezado por Núñez Feijoo, recetaba que el PP fuera a lo suyo y no convirtiera a Ciudadanos en el enemigo. Visto el mapa electoral, en donde Galicia es una isla sin tonos naranjas, está claro quién tenía razón. Pero está por ver que la fórmula que con Rivera sirvió para dejar a Ciudadanos como un partido testimonial en Galicia funcione también con Inés Arrimadas. De ello puede depender la futura Xunta.

Casado desconcierta al PP entrando al trapo en el pin

Un año y medio después de su llegada a la presidencia del PP, Pablo Casado sigue desconcertando a muchos dirigentes del partido con su ciclotimia. Tan pronto es un líder vehemente que suelta una ristra de descalificaciones al presidente del Gobierno como se transforma en hombre de Estado por encima de la refriega. La última decepción para algunos ha sido la facilidad con la que mordió el anzuelo del Gobierno y de Vox en la polémica del pin parental, en la que el PP no tiene nada que ganar. Entrar al trapo diciendo que «ningún comunista va a decirnos cómo educar a nuestros hijos» es dar argumentos al Gobierno que no benefician las expectativas electorales en Galicia, sin ir más lejos.