Feijoo revela que Almuiña pidió dejar Sanidade, pero elude las razones del cambio en Educación

Juan María Capeáns Garrido
Juan Capeáns SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Xoán A. Soler

El presidente pide «sacrificio» a su equipo y admite que la pandemia fue clave en los cambios

12 sep 2020 . Actualizado a las 12:26 h.

La asepsia ejecutiva con la que Alberto Núñez Feijoo suele hacer públicos sus equipos de conselleiros -un comunicado dominical con nombres, cargos y currículos- requería en esta ocasión algo más de calor, sobre todo para los que se marchan. No lo encontraron físicamente Jesús Vázquez Almuiña ni Carmen Pomar en el acto de toma de posesión del nuevo Ejecutivo, porque los exteriores de San Caetano no abrigan como los tapices y las alfombras del pazo de Raxoi, y Santiago no perdona si la cita es por la mañana y a la sombra. La distancia social hizo el resto.

La esperanza estaba en las palabras, y en el propio gesto presidencial de cederles a sus ya exconselleiros de Sanidade y Educación la posibilidad de despedirse en público. Ambos lo hicieron con un amplio catálogo de agradecimientos, sin un solo reproche ni una frase para la lectura entre líneas. Sus rostros, que había que interpretar tras las máscaras, decían mucho más: Almuiña, aliviado, y Pomar, muy disgustada.

Las interioridades las desveló el propio Feijoo en su arenga pública de inicio de legislatura, que después continuó a puerta cerrada con la primera reunión del Consello da Xunta. Según relató, fue el propio «doctor», como se refiere al exconselleiro, el que pidió cita con el jefe unos días después de la victoria electoral y, tras despachar los asuntos ordinarios, le pidió el relevo tras cinco años de dedicación, con una revolución interna en la atención primaria que fue una broma al lado de la carga de trabajo que generó la pandemia. El líder autonómico desveló sus pensamientos posteriores, recordó sus cuatro años en el Insalud, y coincidió en que era el momento de que su colaborador del último lustro volviese a dormir algo más tranquilo y sin meterse cientos de kilómetros cada semana para moverse desde su Baiona. Solo le quedaba explicar la elección del sustituto, decisión para la que el conselleiro saliente aportó dos o tres nombres. «Con Almuiña acertamos, e con Julio García Comesaña farémolo tamén», resolvió el presidente, avalando así la filosofía de la operación.

Con el cambio en Educación para volver, además, al conselleiro anterior fue en cambio muy ambiguo. Feijoo, que en los últimos días venía reconociendo que la Xunta no ha estado a la altura en el regreso a las aulas, eludió el piropo personalizado para Carmen Pomar y se refirió a logros «dignos de eloxio» haciendo mención a un favorable informe Pisa del 2018 que ni siquiera evaluó su gestión en la Xunta, que comenzó ese mismo año. Los motivos para prescindir de la investigadora compostelana, al menos los que ha querido trasladar el propio Feijoo, tuvieron más que ver con el tamaño del Gobierno. Mantener el número de consellerías y ampliar la apuesta del área económica y de empleo requería refundir dos departamentos, y el perfil de Román Rodríguez, que ya había gestionado Cultura y Educación tres años, permitía el encaje y una justificación algo tangencial.

Lo mejor para superar el trago de las despedidas hubieran sido unas palabras de los recién llegados, pero solo hubo el juramento o promesa formal y la foto de familia que pone el contador a cero hasta la próxima remodelación del Gobierno gallego y que en teoría sí podría resolver más claves sucesorias o marcar el punto y seguido de una etapa. Para los próximos meses Feijoo les pidió a los once «esforzo, traballo e compromiso» para superar cuatro años que comienzan con la máxima exigencia: «A pandemia cambiou todo, e o novo equipo ten moito desta circunstancia», señaló el presidente, que volvió a referirse a los dos conselleiros salientes para asegurarles que cuenta con ellos.

Los dos conselleiros cesados mantendrán su escaño en el Parlamento gallego

 

d. sampedro

Para alguien como Jesús Vázquez Almuiña, el exconselleiro de Sanidade, que viene de estar al frente de la gestión de la pandemia en Galicia y tenía que irse a dormir cada noche conociendo las cifras de contagiados, hospitalizados y fallecidos, la actividad del Parlamento puede ser algo parecido a un balneario para la cura del estrés. Y lo mismo para la extitular de Educación, Carmen Pomar.

Los dos exconselleiros, aseguran fuentes del Partido Popular, mantendrán su escaño en la Cámara gallega, así como el aforamiento judicial, al menos por un tiempo, mientras deciden qué hacer con su futuro profesional.

El perfil de ambos es muy diferente. Vázquez Almuiña es un pata negra del PP con larga trayectoria política, pues fue alcalde de Baiona y diputado provincial de Pontevedra, aparte de desempeñar diferentes responsabilidades en la gestión sanitaria del Sergas, el hospital de Meixoeiro o Povisa, así que encajaría perfectamente en el reparto de juego del grupo parlamentario.

 En cambio, el aterrizaje político de Carmen Pomar, profesora de Psicología Evolutiva en la USC, es mucho más reciente y se produjo cuando Feijoo la nombró conselleira en el 2018. En su caso, también va a permanecer como diputada el tiempo que quiera para descomprimir de la responsabilidad en la Xunta. Eso le asegura el escaño durante al menos los dos años que marca la ley de incompatibilidades para poder prestar servicios en entidades privadas que hayan resultados afectadas por sus decisiones.

En cuanto al resto del Gobierno de Feijoo, todavía no hay una decisión tomada sobre los conselleiros que mantendrán el escaño, si bien en el último mandato se produjo una solución asimétrica. Esta vez se da por descontado que los dos vicepresidentes retendrán el acta, aparte de cargos de relieve como la conselleira de Mar, Rosa Quintana, que ya lo tenía, o los responsables de Educación, Román Rodríguez, y Política Social, Fabiola García, que van a tener un especial protagonismo en la etapa poscovid.