El primer día de cole para Teresa

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira A CORUÑA/ LA VOZ

GALICIA

Luis y Alberta flanquean a sus hijas, Tina, que empieza mañana el último curso de infantil, y Teresa, que hoy estrenó el curso
Luis y Alberta flanquean a sus hijas, Tina, que empieza mañana el último curso de infantil, y Teresa, que hoy estrenó el curso Vítor Mejuto

Estudia segundo de primaria en el CEIP Zalaeta de A Coruña y hoy volvió a la rutina de clase, amigos y patio

10 sep 2020 . Actualizado a las 17:13 h.

Teresa empezó hoy 2.º de primaria en el CEIP Zalaeta, en A Coruña. Armada con una adorable mochila de lentejuelas, salió de su casa a las 8.50 de la mañana para recorrer los menos de 200 metros que la separan de la escuela de la mano de sus padres, Alberta y Luis, y de Tina, su hermana pequeña. Un recorrido que dejó de hacer en marzo, cuando sus padres se convirtieron en profesores de apoyo y su habitación, en un aula. 

Teresa salía ayer de casa de la mano de su madre, Alberta, con su padre Luis y su hermana Tina, camino de su primer día del colegio.
Teresa salía ayer de casa de la mano de su madre, Alberta, con su padre Luis y su hermana Tina, camino de su primer día del colegio. Vítor Mejuto

Teresa es tímida, apenas habla, pero sonríe bajo su mascarilla de estrellitas azules ante las ocurrencias de la periodista y el fotógrafo, que como el resto de adultos intentan quitarle seriedad al momento, histórico para quien con tan pocos años se ha pasado seis meses semiencerrada. Se la ve contenta y emocionada, y en cuanto llega a las inmediaciones del colegio comienza a saludar a los compañeros. En la fila de espera para entrar, que su madre quería evitar a toda costa, hay más jaleo y menos distancia de seguridad de lo esperado aunque todo el mundo lleva la perceptiva mascarilla. Teresa se entretiene charlando con una amiga, su BFF, con la que ha compartido verano. Alberta explica que en mayo, con la vuelta escalada a la normalidad, entre los padres-amigos se decidió acotar las relaciones de los niños a una pandilla pequeña, haciendo un grupo burbuja dedicado al ocio. Por eso Teresa apenas ha coincidido con otros niños del centro durante estos meses, y ver hoy a Xabi o Nico supone una alegría extra.

Alberta explica que en su país, Italia, del que acaban de venir tras ver a la familia, los niños no tienen que llevar mascarilla; a ella le preocupa cómo la va a usar Teresa y la charla termina con humor, confiando en que al menos vuelva con una suya.

Son prácticamente las nueve de la mañana, hay cierto retraso sobre el horario previsto (se supone que iba a entrar a las 8.55) y de repente se oye un «¡Segundo!», que no es otra cosa que el aviso de que entran los niños de ese curso. «¿Y los de primero, ya entraron?», pregunta  inquieta una mujer. Teresa ya está en marcha, de la mano de Alberta, a cuya pierna se aferra en el gesto mimoso de una niña a la que han regalado cuatro meses extra con mamá y papá. La puerta del colegio está flanqueada por padres y madres -hoy es el primer día y hay paridad- que aplauden a los cativos que entran al recinto, una especie de claque que anima a los estudiantes como si fuesen boxeadores camino del ring.

Vítor Mejuto

Teresa entra resuelta, mantiene la sonrisa que se intuye tras la tela y saluda, con el codo, claro, a la profesora que la espera con gestos inequívocos de alegría. Pero Tina, la pequeña, que hasta mañana no volverá a las aulas, en su caso a las de cinco años, contempla la escena con más angustia. «Llevan muchos meses juntas, son Chip y Chop», dice su madre, ligeramente emocionada ante las lágrimas sin consuelo -pero muy breves- de Tina; nada que un abrazo paterno no pueda solucionar.

Colocados los niños, los grupos de adultos se forman bajo un coro de voces que discuten los horarios casi cuánticos de este año; entradas y salidas tan ajustadas en el caso de hermanos que ser puntual se convertirá en un reto. El ambiente es confortable y el grupo decide ir a tomar un café.

¿Cómo ha pasado Teresa su primera jornada en el cole? Fue una toma de contacto. De hecho, los niños no tuvieron que llevar ningún material. Alberta y Luis no conocían al tutor, que es nuevo, así que tampoco tienen referencias sobre cómo serán las clases. Al salir les contó que se lo pasó muy bien, jugaron y se presentaron. En el recreo solo compartió patio con sus compañeros de aula y como no tiene deberes por el momento, el balance del día no podía ser mejor. «Creo que echaba de menos su rutina, a los amigos y a tener una vida al margen de su hermana», resumía Alberta. 

Teresa abraza a su madre con la ayuda de su hermana Tina tras la primera jornada de colegio
Teresa abraza a su madre con la ayuda de su hermana Tina tras la primera jornada de colegio Vítor Mejuto

Teresa no se queda a comer, no ya porque en septiembre no hay comedor, sino que este año el mediodía se hará en casa. Alberta, profesora en la universidad, forma parte del AMPA -«desde este año, no me quiero llevar el mérito de ningún trabajo hecho», dice- y junto con Luis (funcionario) han decidido que las pocas plazas de comedor que el AMPA puede gestionar se deben dejar para quienes no tengan opción b en la conciliación. Teresa y Tina se quedaban dos días a la semana, cuando Alberta tenía clase por las tardes, pero ahora se adaptarán de otra forma. Sin duda es un año sin precedentes que exige medidas imaginativas.

Por cierto, Teresa llegó a casa con una mascarilla diferente de la que tenía al entrar, de pequeños corazones rosas, pero estaba previsto: «Es que como son mascarillas de tiempo limitado nos explicaron que tienen que cambiársela tras la merienda» y sí, volvió con la que le correspondía.