Feijoo reencuentra a Villares con la toga puesta

Domingos Sampedro
Domingos Sampedro SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

XOAN A. SOLER

Luís Villares es uno de los seis magistrados que firman el auto mediante el cual el Tribunal Superior de Xustiza avala como «idóneas» las restricciones aplicadas por la Xunta tras el vencimiento del estado de alarma

14 may 2021 . Actualizado a las 11:30 h.

Fueron cerca de cuatro años los que el magistrado lucense Luís Villares permaneció con la toga colgada para enfundarse el traje de político y ejercer como líder de En Marea una feroz oposición al Gobierno de Feijoo. Saltaban chispas en sus careos parlamentarios. Más de una vez, a ambos se les calentó la boca con acusaciones mutuas, y el presidente de la Xunta llegó incluso a desear que Villares no volviera a dictar nunca más una sentencia en Galicia tras constatar la simpatía de En Marea hacia el proceso secesionista de Cataluña.

Pero fueron numerosas ya las sentencias, autos y resoluciones varias firmadas por Villares desde que, el pasado mes de septiembre, se incorporó a su plaza de magistrado especialista en la Sección Tercera de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia. Desde allí intervino en litigios que tienen que ver fundamentalmente con reclamaciones por deudas con la Seguridad Social, con expropiaciones forzosas y con el registro de patentes y marcas.

Pero lo más llamativo es que, nueve meses después de su reincorporación a la judicatura, Villares se reencontrase con Feijoo, aunque fuera de una manera indirecta y que nada tiene que ver con la beligerancia recíproca de su etapa parlamentaria. Luís Villares es uno de los seis magistrados que firman el auto mediante el cual el Tribunal Superior de Xustiza avala como «idóneas» las restricciones aplicadas por la Xunta tras el vencimiento del estado de alarma por entender que existe «una situación real de riesgo de contagio».

El Gobierno de Feijoo esperaba esta resolución a su favor como agua de mayo para no tener que utilizar otros recursos, como por ejemplo la petición de un estado de alarma a la carta para la comunidad gallega que permitiera restringir las reuniones de personas o aplicar, cuando sean necesarios, los cierres perimetrales.

Aunque en estos meses Villares apenas ha intervenido en asuntos judiciales vinculados directamente con la Xunta, con su participación en el procedimiento abierto por la Consellería de Sanidade ante el TSXG queda claro que no es tan fiero el león como lo pintan, o como lo han pintado en el fragor de la batalla política, pues por encima de todo ha primado la profesionalidad.

La política es para el magistrado lucense un recuerdo vago del pasado, pero muy del pasado, como si aquel 12 de noviembre del 2019 en el que interpeló por última vez a Feijoo en la Cámara gallega fuera propio del paleolítico superior. Es ese un reflejo más de lo escaldado que salió el juez de su tránsito por el rupturismo político, donde puso compromiso y coherencia, recibiendo casi más garrotazos desde sus filas que desde las del PP al que le hacía oposición.

Luís Villares está plenamente reincorporado en su medio natural, el TSXG, donde destaca por ser el único magistrado que, junto a Fernando Fernández Leiceaga, hermano del actual presidente del PSdeG-PSOE, dictan sentencias en gallego. Ya lo hacía antes. Y ese compromiso lo mantiene como bandera.