Diez años sin Baltar padre al frente del poder en Ourense

Miguel Ascón Belver
Miguel Ascón OURENSE / LA VOZ

GALICIA

PILI PROL

El último gran barón provincial del PP se mantiene en un discreto segundo plano tras ceder el mando a su hijo una década después de dejar la Diputación. «Acórdome agora que mo recordas ti, pero non pensaba niso», dice al preguntarle por aquella despedida

22 ene 2022 . Actualizado a las 14:35 h.

El último gran barón provincial del PP, José Luis Baltar Pumar, anunció su dimisión como presidente de la Diputación de Ourense el día 24 de enero del 2012. Hace prácticamente diez años. Su hijo José Manuel, que lo relevó en el cargo, cuenta los días desde que asumió la presidencia, pero él no. «Acórdome agora que mo recordas ti, pero non pensaba niso», dice Baltar Pumar cuando se le pregunta por ese décimo aniversario de su despedida. Ahora, con 82 años, hace vida de jubilado y de abuelo, sigue viéndosele con frecuencia caminando con agilidad por las calles de Ourense, y va capeando los problemas de salud que conlleva la edad.

El hoy expresidente ya advirtió cuando se fue que no concedería entrevistas y que se convertiría en una persona anónima. Salvo en contadas ocasiones, ha cumplido su promesa. Y la sigue cumpliendo. Pero el recuerdo de su etapa al frente de la Diputación ourensana sigue muy presente. Cuando su dimisión se hizo efectiva llevaba como presidente 22 años y siete días. Y, lógicamente, su despedida marcó un punto de inflexión.

En la rueda de prensa en la que anunció su dimisión, Baltar Pumar no ocultó su malestar con la dirección del PPdeG por presentar un candidato alternativo a su hijo en el congreso provincial que el partido había celebrado dos años antes. Se marchó, además, con cierta melancolía. «Dá a sensación de que é máis o que perdes que o que ganas. Se fose hoxe, non me tivera metido na política», dijo. En un primer momento no quiso reconocer que sería su hijo quién lo sustituiría también en la Diputación: «Eu só lle din un consello cando empezaba nisto, que non se metera en política, que non merecía a pena. Non fixo caso, e entón xa non lle dou máis consellos».

Sea como sea, la operación para el relevo llevaba tiempo diseñada. José Manuel Baltar Blanco, que hasta ese momento era vicepresidente del Parlamento de Galicia, figuraba como segundo suplente para el puesto de diputado provincial. De ese modo, si antes había alguna dimisión inesperada, entraría el primer suplente, César Parente, alcalde de Nogueira de Ramuín. Como durante el mandato no hubo ningún imprevisto en ese sentido, cuando Baltar Pumar dimitió, Parente tuvo que renunciar al puesto para que fuese el hijo del barón del PP el nuevo diputado provincial. El día 6 de febrero del 2012 se completó el proceso con el pleno de su investidura como nuevo presidente, que quedó sellado con un abrazo de padre e hijo.

Baltar, con Rajoy, Fraga y Ana Pastor, tocando su célebre trombón
Baltar, con Rajoy, Fraga y Ana Pastor, tocando su célebre trombón XOAN A SOLER

Arrancó entonces una nueva etapa en la Diputación ourensana. Y pese a que el apellido del presidente es el mismo, en la institución provincial han cambiado muchas cosas. Lo que sí se mantiene es la defensa de las diputaciones como órgano de representación política de la provincia. «Cómpre coidala, cómpre querela porque é útil. Certo que ten que modernizarse, precisa un novo plano de competencias e financiamento que evite duplicidades, pero presta e debe seguir prestando grandes servizos aos cidadáns», dijo Baltar Pumar el día de su despedida, el mismo en el que la mayor parte de los empleados provinciales dejaron sus puestos de trabajo para aplaudirle mientras bajaba la escalinata principal de la Diputación en dirección a su nueva vida.

Ese paseíllo fue el último de una larguísima carrera política. José Luis Baltar, nacido en Esgos, dio sus primeros pasos como concejal de Nogueira de Ramuín, donde era maestro. Corría el año 1968, con Franco aún en el poder. El ourensano llegó a alcalde en 1976 y conoció la Diputación de la mano de Victorino Núñez. Cuando este se fue al Parlamento, él se quedó en su lugar y además fue —junto a Manuel Fraga— el artífice de la fusión del Partido Popular con su partido, Centristas de Galicia. A partir de ese momento, el líder ourensano apuntaló día a día su poder absoluto en la provincia, hizo valer su condición de barón y sus reivindicaciones provocaron más de un desvelo a la dirección autonómica del PP, con Fraga durante muchos años y, también después, con Alberto Núñez Feijoo.

El epílogo a su historia lo puso, en todo caso, la sentencia que, ya retirado, condenó a Baltar por prevaricación por la contratación a dedo de un centenar de personas en la Diputación.

Baltar, padre e hijo, abrazados en un homenaje que se le hizo al primero en el 2012, con Feijoo en primer término
Baltar, padre e hijo, abrazados en un homenaje que se le hizo al primero en el 2012, con Feijoo en primer término Santi M. Amil

El apellido permanece, pero las políticas no son las mismas

José Manuel Baltar Blanco (Ourense, 1967) tomó las riendas de la Diputación el 6 de febrero del 2012 y desde ese primer día quiso imprimir a su mandato un estilo muy diferente al de su padre. De la gestión casi unipersonal de José Luis Baltar, por el que pasaban todos los papeles de la institución, se transitó a un gobierno colegiado, con responsabilidades ejecutivas para todos los miembros del PP. Además, su predecesor no tenía asesores —solo su chófer y guardaespaldas— y ahora la Diputación tiene el máximo legal. El nuevo presidente también quiso distanciarse en materia de gestión económica, cerrando servicios superfluos como la sociedad urbanística y reduciendo a cero la deuda de la institución, que superaba el 100 % a su llegada.

También hubo cambios en materia de personal y la Diputación fue la primera Administración en aplicar un ERE. Su plantilla se ha reducido en un 30 % desde que asumió el cargo, pero la oposición asegura que las políticas clientelares se mantienen en la contratación de obras públicas y el reparto de subvenciones.

Por otra parte, en el 2019 el baltarismo se quedó por primera vez sin mayoría absoluta. Pese a ello, los pactos con Jácome y una no adscrita dan estabilidad al gobierno, al menos hasta el 2023.