Adiós a las subastas de armas de la Guardia Civil: revólveres desde cinco euros y escopetas por cincuenta
GALICIA
El cuartel de Pontevedra acoge estos días la última puja de rifles, escopetas y pistolas que se podrá celebrar. Un cambio en la ley impide volver a organizarlas
31 ene 2022 . Actualizado a las 19:31 h.«Una pregunta rápida: ¿Tienen rifles para zurdos?». El teniente interventor de armas de la Guardia Civil de Pontevedra, Félix Díaz Juan, le aclara al hombre que pregunta que no, que entre las casi 1.200 armas que se subastan desde este lunes en el cuartel no hay ninguna para zurdos. «Entonces nada, no me interesa», responde el primero. Otros curiosos, aparentemente más diestros, entran con mayor intención de hacerse con alguna de las escopetas, rifles o pistolas que llenan los estantes de la sala.
El evento que se celebra en la comandancia pontevedresa es único. Y no solo por lo peculiar del asunto, sino porque la de este año será la última subasta de armas pública que organice la Guardia Civil. Una modificación en el reglamento les impedirá repetir una tradición que concentra año tras año a cazadores, coleccionistas y demás aficionados a las armas en los cuarteles de la Benemérita. La de Pontevedra se extenderá a lo largo de esta semana y es la segunda que se celebra este 2022 en Galicia, después de la de Ourense, y luego vendrán la de Lugo y la de A Coruña.
Tener licencia de uso, claro, es requisito para asistir y pujar en una cita que reúne las armas de quien se desprende de ellas: gente que se queda sin el permiso, que cambia de arma o que la hereda de un familiar fallecido son algunos de los perfiles de propietarios más habituales.

El procedimiento para participar es sencillo: se echa un vistazo, se toma la referencia del objeto por el que se va a pujar y se hace una oferta superior al precio de salida, que va desde los 5 euros que puede valer un arma corta hasta los 12.000 euros de precio que se le adjudicó a una pistola Colt hace unos días. «Esa ni llegó a la subasta. El dueño la retiró antes, quizá al encontrar un comprador particular por su cuenta», explica el teniente Díaz, que afirma haber notado un aumento de afluencia este año. «Al ser la última, parece que la gente se anima más», señala.
Entre los que se estrenan con su primera y última subasta está Marcos, un joven de Cuntis que caza «de toda a vida». «Falta de armas non temos, pero facíame ilusión vir a unha, xa que é a última e nunca estivera. Algunha cousa está bastante ben, pero o resto case mellor para a chatarra». Y ese destino, el de la basura, es el que correrán todas aquellas que no encuentren nuevo dueño. Ese será el destino de las que no encuentren nuevo dueño: serán achatarradas por la Guardia Civil.
«Cal era a boa?», le pregunta Fran, cazador acuclillado frente a un estante de escopetas, a un compañero con el que viene a curiosear, tanto por interés propio como para terceros. «Algún amigo non puido vir hoxe, así que nós xa lle dicimos se hai algo que pague a pena ou non», comenta su colega. «Aquí hai quen vén para ver se caza algunha ganga ou así, pero o ideal sería que fose online. Tes que vir, deixar un adianto [el 25 % de la puja] e logo aínda volver se gañas a puxa. Non é moi cómodo a verdade», explica Fran.

La mayoría de asistentes se acercan a echar un ojo más por gusto que con intención real de renovar su material. «El que más y el que menos tiene su arma en casa, pero siempre puedes encontrar algo que te guste. Si hay algo bueno, bonito y barato se saca la cartera», apunta Diego, otro cazador. Entre todos también hay excepciones, como algunos armeros que se dedican a la reventa de lo que compran, aunque son los menos. Buena parte de lo que se subasta no está en las mejores condiciones y la previsión más optimista de la Guardia Civil, explica el teniente Díaz, es recibir pujas por un 20 % del total como mucho.
«Esta escopeta, una Víctor Sarasqueta, sale por 50 euros y es como el BMW de las armas», argumenta el teniente, «pero hay otras que ya ves, como en la carrocería de un coche, que están oxidadas y el estado es peor». El mantenimiento de algunas no es el adecuado y su estado de conservación es una de las quejas de muchos asistentes, que además advierten de que comprar sin probar es un riesgo. «Hay precios de salida de 500 o 600 euros, pero por 400 más la tienes nueva y con garantía. Con estas a lo mejor apuntas aquí y te tiran allá», explican.
¿Y el truco para pujar? Ninguno. Si acaso intuición, pero muchas de las ofertas van a lo mínimo. «Este rifle está a 500 euros e eu púxenlle un euro máis, a ver se cae», cuenta en voz baja un cazador, que viene acompañado por su hijo, usuario del club de tiro de la ciudad. A todos esos precios hay que sumarle el valor sentimental de las armas. Algunos propietarios ponen cifras muy elevadas para que nadie las compre, sobre todo cuando proceden de algún familiar. Otros deciden sacarse la licencia para poder conservarlas: «Cada vez más mujeres y jóvenes», subraya el teniente Díaz. Por ley, aquellos que no disponen de licencia no pueden conservarla en casa como decoración, salvo que paguen 200 euros y la envíen a perforar a Bilbao. Las que no pasen por el taladro o no encuentren comprador en una de estas últimas subastas irán, para tranquilidad de muchos, directamente a la chatarra.