«Leva dous anos en lista de espera, non hai dereito»

Melissa Rodríguez
Melissa Rodríguez CARBALLO / LA VOZ

GALICIA

Encarnación Verdes, rodeada de su hijo y su esposo
Encarnación Verdes, rodeada de su hijo y su esposo ANA GARCÍA

La familia de Encarnación Verdes, dependiente absoluta de 74 años, denuncia la falta de camas en las residencias públicas

05 jul 2022 . Actualizado a las 00:46 h.

Encarnación Verdes Romay tiene 74 años, vive en Malpica de Bergantiños y padece demencia en su grado más alto. «É coma un bebé, hai que estar en todo momento con ela», explica su hijo David Chouciño. Sufrió varios ictus y, como consecuencia, no habla y busca estar continuamente en movimiento. Incluso frecuentemente se marea y cae.

Por todos estos motivos, su familia solicitó a la Xunta, ya hace dos años, ingresarla en una residencia de mayores, pero lo cierto es que, a día de hoy, sigue en lista de espera. «Non entra pola renda, debido a que é bastante alta por dúas vivendas que ten ó seu nome», comienza relatando su primogénito. «En todo caso, iso non se corresponde coa pensión que cobra, mais cotizou toda a súa vida para que cando o necesita, non llo concedan», añade. Además, tendrían que abonar unos 1.000 euros al mes, según les vino estipulado en una carta.

No critican tener que realizar ese pago pues, como Chouciño comenta, entre la paga de su madre y una cantidad extra que aportarían el marido y sus dos hijos, sería un gasto «alcanzable». Lo que los tiene «destrozados», especialmente al esposo de Encarnación, Modesto, de 76 años, es que no tengan manera de acceder de una vez por todas a un centro residencial público.

Consultaron varias propuestas de carácter privado que les resultan imposibles, asegura David: «Non baixan de 2.000 euros ao mes». Incluso ampliaron el área geográfica para el ingreso a más allá de la que les corresponde, A Coruña, y ni así.

Por el momento, sobreviven a esta situación con una hora al día de atención por parte del Servizo de Axuda no Fogar, que les fue concedida de lunes a viernes. Una vecina también les echa una mano y ellos se organizan como pueden. «Pero nós temos as nosas familias e os nosos traballos, meu pai os seus anos… De feito, el perdeu 20 quilos con todo isto, e como enferme, xa nada», expresa. «Todos traballamos toda a vida, non hai dereito, a verdade. Despois, outros que non, teñen máis sorte», lamenta. Este hombre de 40 años incluso asegura que no es sencillo encontrar gente que quiera cuidar a personas con problemas como los que padece su madre. «Chegará un momento que isto sexa insostible, porque xa nos dixeron que vai ser moi difícil que entre», concluye.