El encargado de derribar el tramo del viaducto de la A-6: «Picamos el tablero para debilitarlo. Si todo va bien, este viernes se derrumbará»

GALICIA
Javier Ares, gerente de Demoliciones Coruña, explica que lo ideal sería que un operario cortase el vano por la mitad, pero que priorizan la seguridad. El Ministerio planea demoler nueve dovelas más del viaducto y mantener sus pilas
19 ago 2022 . Actualizado a las 11:43 h.«Este trabajo es fácil, la única dificultad es adaptarnos a las medidas de seguridad que ha adoptado el Ministerio para minimizar riesgos». De esta manera resume Javier Ares la tarea que está llevando a cabo su empresa estos días. Él es el responsable de Demoliciones Coruña, encargada del derribo del tramo del viaducto de la A-6 que quedó en pie en la frontera entre Galicia y León cuando se produjeron los dos derrumbes de los vanos que se situaban a cada uno de sus lados. De un momento a otro, el róver que pilota uno de sus trabajadores desde la cesta de una grúa hará que el tablero caiga por su propio peso y el Gobierno pueda dar un paso adelante en la reconstrucción.
La compañía está asentada en el municipio coruñés de Cambre, y es muy conocida en su sector por haber llevado a cabo trabajos como el derribo de la cubierta del estadio de Balaídos, en Vigo, la de un Burger King de Ferrol o la de varios depósitos de cemento del puerto de trasatlánticos de A Coruña.
Ares, mientras observa la obra desde la carretera secundaria ubicada al otro lado del valle, en la aldea de O Castro, explica que la única función que su empresa tiene en la A-6 es la de derribar el tablero. «Nuestro cometido es utilizar el aparato para picar la losa del tablero y debilitarlo hasta que caiga por su propio peso. Si todo va bien, este mismo viernes se derrumbará», dice el ingeniero.
«Es una gran noticia que todas las compañías que estamos trabajando aquí seamos gallegas»
El aparato, un róver de la empresa sueca Brokk, que cuenta con una delegación en Madrid, cuesta unos 100.000 euros. «Lo compré el año pasado y funciona de maravilla. Es perfecto para este tipo de trabajos. Lo pilota un trabajador de mi empresa, un joven de solamente 22 años, desde la cesta de una grúa ubicada a 57 metros del aparato. Desde allí, van picando con un martillo el asfalto del tablero. Funciona solamente con energía eléctrica, obtenida a través de un cable que viene de un generador situado en el viaducto adyacente. Únicamente tiene otra sujeción, que es el cable que lo conecta a la gran grúa azul que hay al limite del viaducto. Es de la empresa Puentes y Calzadas, de Sigüeiro, y sirve para que, una vez que caiga el tablero, se quede colgado y no se hunda con la estructura», resume Ares.
El empresario, además, añade que «es una gran noticia que todas las compañías que estamos trabajando aquí seamos gallegas. La confianza que ha depositado el Ministerio de Transportes en nosotros es máxima y estamos encantados de hacer lo posible para que Galicia recupere su principal vía de entrada y salida por carretera cuanto antes», indica.
La adjudicación de esta misión para Demoliciones Coruña no fue por concurso, sino de forma directa, debido a la urgencia de iniciar los trabajos de derribo del tablero. Sin embargo, este podría no ser último en caer.
El plan original del Ministerio es derribar nueve tableros más y tratar de salvar las pilastras
Y es que, ya durante la rueda de prensa que dieron las autoridades el miércoles, al inicio de la obra, la jefa de la unidad de Carreteras de Lugo, Beatriz González, avanzó que las dos siguientes dovelas del viaducto, en el mismo viaducto, serían muy posiblemente derribadas también en un futuro próximo. En realidad, no peligran solamente los vanos número 4 y 5 del viaducto, sino que la idea del Ministerio de Transportes ha sido, desde un principio, desmontar las doce primeras dovelas del viaducto de O Castro.
Este plan, que se les transmitió a las empresas que trabajarán en la zona, está pensado con la idea respetar las pilas que las sostienen. En el caso de estas estructuras, solamente se sacrificarán las seis primeras, correspondientes a los tramos que cayeron en junio y al que se ha estado derribando estos días.
400 toneladas de tablero
Con respecto al trabajo de Javier Ares y de su empresa, lo que Transportes les transmitió antes de comenzar la obra es que deben priorizar la seguridad de los trabajadores y del viaducto paralelo al derruido. «Estamos utilizando el róver y esta técnica de desmontaje de forma completamente remota, para garantizar la seguridad de los trabajadores», explica el gerente de Demoliciones Coruña. En lo referente al futuro de la vía, Ares afirma que no conoce las intenciones del ministerio, pero que la tarea será larga. Eso sí, él mismo se ofrece a facilitar el reciclaje y la retirada de los escombros que queden en O Castro.
En lo referente al futuro de la vía, Ares afirma que no conoce las intenciones del Ministerio, pero que la tarea será larga. Eso sí, él mismo se ofrece a facilitar el reciclaje y la retirada de los escombros que queden en O Castro. «Nosotros también llevamos a cabo gestión de residuos. Sabemos cómo retirarlos, reciclarlos y transformarlos en árido reciclado. Ese material puede incluso volver a usarse aquí mismo, creando la plataforma de acceso de vehículos, por ejemplo. En España vamos un paso por detrás de Europa en la gestión de residuos, y nosotros sabemos cómo usar los escombros que quedarán aquí para reinvertirlos en la propia obra y ahorrar materiales, coste y tiempo», termina.

Los transportistas denuncian el «caos» que supone circular por Pedrafita
Por otra parte, los transportistas alertaron ayer de la situación «caótica» y de «descontrol» en la que se ha convertido atravesar la localidad lucense de Pedrafita, para salir de Galicia, tras el desplome del viaducto.
El presidente de la asociación lucense del transporte Aetram, Diego Arias, señaló que este fin de semana hubo transportistas que estuvieron «dos horas» para conseguir cruzar la localidad. Arias concluyó que, para su camión, «ir por Pedrafita supone 15 litros más de gasoil, más el tiempo que se pierde. En un día normal, hablaríamos de 15 o 20 minutos, pero en este mes se han llegado a perder hasta dos horas».