José Manuel Romay Beccaría: «En el fondo mis ambiciones no eran tantas»

Xosé Vázquez Gago
Xosé Gago SANTIAGO

GALICIA

CESAR QUIAN

QUÉ HACE AHORA... En una carrera de 60 años Romay fue presidente del Consejo de Estado, ministro, vicepresidente de la Xunta, conselleiro, senador, diputado y descubridor de Rajoy o de Feijoo

15 dic 2022 . Actualizado a las 15:45 h.

El 18 de enero, José Manuel Romay Beccaría cumplirá 89 años. Todos los días camina 10.000 pasos por los Cantones de A Coruña, la mitad por la mañana y la mitad por la tarde. Se detiene unas veces para descansar y otras para charlar con uno de los muchos conocidos que acuden a saludarle con afecto, pero siempre termina el paseo. Esa constancia ayuda a entender una carrera de 60 años al servicio del Estado. Afirma que trabajar para el sector público era «lo que más me motivaba» desde siempre. Le marcó la «figura extraordinaria» de su padre, Emilio Romay Montoto, que fue alcalde de Betanzos y presidente de la Diputación de A Coruña.

Romay Beccaría sacó las oposiciones de letrado del Consejo de Estado en 1959, órgano que presidió ocho años. Fue senador y diputado, presidente de la Diputación de A Coruña, conselleiro de Agricultura y Sanidade, vicepresidente de la Xunta, ministro de Sanidad y, antes de la democracia, secretario general de ese departamento. Desde allí impulsó la vacunación contra la poliomielitis, una enfermedad temible que hace medio siglo afectaba a más de 1.500 niños al año. La campaña de 1963, que el exministro recuerda como uno de sus mejores momentos en la Administración pública, inició el camino para erradicarla en España.

Romay es un lector empedernido. Gusta de regalar libros a sus amigos y tiene entre sus lecturas predilectas La búsqueda de la felicidad, de Victoria Camps, expresidenta del Comité de Bioética de España y ex senadora independiente del Partido Socialista, aunque de posiciones «moderadas y nada sectarias», señala el exministro. Romay también escribe. Publicó sus memorias en el 2020 y no será su último libro. Trabaja en un análisis de las ideas de los principales filósofos políticos, al que está incorporando la obra del francés Thomas Piketty. Quiere transmitir al futuro el pensamiento liberal y moderado que ha marcado su carrera política. Una forma de pensar con la que fue consecuente hasta el punto de alejarse de Manuel Fraga cuando, en la Transición, dio «un quiebro» hacia la derecha e incorporó a su proyecto a destacados exministros del franquismo. Les llamaron «los siete magníficos», pero el éxito electoral distó mucho de semejante adjetivo.

Unos años después, recuerda, se abrió la posibilidad de gobernar en Galicia, y animó a Fraga a dar ese paso. Rememora con cariño la campaña electoral que inauguró las cuatro mayorías absolutas del de Vilalba y su paso por la Consellería de Agricultura, influido también por su padre, que desde la Diputación coruñesa «había hecho todo lo que había podido por ayudar a los campesinos». Sin olvidar las crecientes tensiones con sus «enemigos internos» que estaban «muy al acecho».

Imagen de Romay Beccaría en 1987.
Imagen de Romay Beccaría en 1987. XOSE CASTRO

En su autobiografía repasa su infancia en su Betanzos natal, y momentos clave de la historia de España y de Galicia. Entre ellos la sucesión de Manuel Fraga. «En lo esencial les gané», afirma con una sonrisa sobre aquellos «poderosos rivales» del sector de la boina: Xosé Cuíña, Francisco Cacharro y otros. Romay fue el alma del sector del birrete, y los roces fueron continuos. Fraga, insiste, nunca le defraudó y no les dio su cabeza, pero tenían mucha influencia y eso impidió que llegase más alto en Galicia. Sin embargo, Romay fue también un descubridor de talentos políticos, entre ellos Mariano Rajoy, Carlos Negreira o Alberto Núñez Feijoo, a la postre sucesor de Manuel Fraga. ¿Nunca quiso Romay ser presidente? «En el fondo mis ambiciones no eran tantas», y reconoce que una de sus satisfacciones fue vencer «a todos esos poderes fácticos», lo que resultó «más fácil» con un candidato menos enfrentado a la boina.

Pudo hacerlo con Alberto Núñez Feijoo, con quien empezó a trabajar cuando era conselleiro de Agricultura. Le llevó consigo al Insalud, por entonces un coloso dentro de la Administración española, y cuando dejó de ser ministro de Sanidad lo presentó a Francisco Álvarez Cascos. «Este chico es un fenómeno» le dijo al poderoso ministro de Fomento de Aznar, que puso al de Os Peares al frente Correos, posibilitando que siguiese con su carrera ascendente. La apuesta dio frutos años después, cuando la guerra interna por la sucesión de Fraga se inclinó hacia el birrete al ser elegido Juan Juncal, exalcalde de Ferrol y hoy senador, presidente del PP de A Coruña. Esa votación, recuerda Romay, decidió la batalla interna y Fraga, aunque había mostrado afinidad por el sector de la boina, desautorizó en persona los intentos de retorcer el resultado. Un tiempo después de aquellas batallas, las cuatro mayorías de Feijoo, señala Romay, demuestran que el de Os Peares «era el mejor» y que con aquella decisión se hizo «lo mejor para el partido y para Galicia».

Chicos como Feijoo no aparecen todos los días, a mi me apareció y yo por lo menos no lo estropeé.

Feijoo homenajeó a su mentor en el congreso de Sevilla, en el que fue elegido presidente nacional. También Rajoy reconoció de forma indirecta su papel fundamental para el PP en el 2010, cuando le nombró tesorero tras la dimisión de Luis Bárcenas. La corrupción zarandeaba el partido y hacían falta figuras capaces de transmitir «seriedad» dice Romay.

Con Feijoo, uno de sus últimos alumnos políticos.
Con Feijoo, uno de sus últimos alumnos políticos. PACO RODRÍGUEZ

El exministro ha compaginado su intensa carrera política con la crianza de cinco hijos. ¿Cómo hacerlo? «Hay que procurar tener las ideas un poquiño claras, rodearse de buena gente, trabajar, asumir que las cosas casi nunca salen al 100 % como quieres y también tener suerte, porque chicos como Feijoo no aparecen todos los días, a mi me apareció y yo por lo menos no lo estropeé», explica con una sonrisa. 

Romay está seguro del presidente del PP. Explica las críticas de que Feijoo no se adapta a Madrid porque hay «una guerra a muerte del PSOE con todos sus medios, lícitos e ilícitos y de todo, para ver si se lo cargan». Pero «mi partido está en buenas manos. Alberto es una referencia y, se pongan como se pongan, es un pilar imbatible y vamos a ganar». Aunque advierte que no deben infravalorar «al enemigo tan poderoso que tenemos enfrente (...) Van a por él [Feijoo] con todos los medios que tiene un Gobierno, que son muchos, y más aún un Gobierno sin escrúpulos».

Lejos de palabras gruesas que cada vez se estilan más en política, Romay se limita a señalar que la acción de Pedro Sánchez y su Gobierno es «una tragedia» para España, y añade que los anunciados cambios en el poder judicial y las últimas decisiones legales «no benefician» al presidente socialista.   

Ríe al recordar la «genialidad» de Isabel Díaz Ayuso de convocar elecciones antes de que la echasen con una moción de censura, una decisión que a su juicio demuestra el valor de la presidenta madrileña y la habilidad de su equipo. Romay está seguro de que Feijoo y Ayuso se complementarán bien porque «son listos los dos», y porque la presidenta de Madrid, más joven que Feijoo, tiene amplio reconocimiento y tiempo por delante.

En cuanto a Galicia, el exministro cree que Alfonso Rueda «lo está haciendo bien», sabiendo integrar a todo el partido.