Un programa crea proyectos de vida en áreas rurales para jóvenes de los centros de menores: «Me dan la oportunidad de aprender y trabajar, y no voy a desaprovecharla»
GALICIA
El Programa Mentor de Igaxes, que acompaña a chicos y chicas vulnerables en su tránsito a la vida adulta, se expande fuera de las ciudades, para fijar y captar población en zonas envejecidas
26 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.La edad media a la que se emancipan los jóvenes en España roza los 30 años. Yaiza Blanco solo tiene 19, y lleva desde julio trabajando en Manuel Bistró, un restaurante de Monforte, la localidad donde vive sola en un piso de alquiler. Durante su infancia y adolescencia residió en varios centros de menores, así que remolonear antes de salir al mundo adulto no fue para ella una opción. El respaldo que otros obtienen de sus padres, a Yaiza se lo dio la oenegé Igaxes y su programa Mentor, a través del que acompañan a jóvenes en situación de vulnerabilidad en su emancipación. «Yo estoy orgullosa de que mi madre tratara de sacarnos adelante a mi hermana y a mí, pero no tengo relación con ella. La ayuda, en todos los sentidos, me la dieron técnicos de Igaxes, como Martín o Alicia», explica.
Lo cuenta sentada en una mesa del restaurante, donde hace un rato ha estado preparando una tarta de queso. «Soy ayudante de cocina. Entré sin saber pelar una patata y cada vez hago más cosas. Yo ni siquiera sabía que me gustaba la cocina, y ahora estoy haciendo un curso», explica con una curiosa mezcla de timidez y decisión. «¿Qué quiero llegar a hacer? Dar el siguiente paso, ser la cocinera. Aquí se me ha dado la oportunidad de aprender a hacer algo y no la voy a desaprovechar», dice convencida.
Su jefe, Manuel Fernández, no duda de que lo conseguirá. «Estamos muy contentos con ella. Va creciendo poco a poco. No se estanca. Cuando empezó le tenía miedo al fuego, y ahora ya hace cosas en los fogones. Es puntual, tiene interés en aprender... Es ella la que va a poner el tope de a dónde quiere llegar», vaticina.
El programa de Igaxes fue el que puso en contacto a Yaiza y a Manuel. «Vino una de las técnicas del programa a hablar conmigo, comentando que buscaban puestos de trabajo para varios chicos. Yo necesitaba gente, y me da igual la raza, la cultura o las circunstancias de la gente, no son relevantes. Todo el mundo merece una oportunidad. Si la aprovechan, bien. Si no, no funciona y no seguimos. Ya está. Yo no creo que esté haciendo ningún favor a nadie, simplemente estoy dando una oportunidad. El favor, en todo caso, es mutuo», dice el empresario monfortino. Con su visión coincide Alicia Romera, la técnica de inserción laboral de Igaxes que contactó con él: «Esto no es una cuestión de generosidad o altruismo. Las empresas necesitan gente, se trata de abrir puertas en lugar de cerrarlas por prejuicios», resume.
Manuel reconoce que, a veces, los jóvenes que han pasado por situaciones más complicadas ponen, incluso, un plus de interés: «Una relación laboral puede salir mal o bien, da igual de dónde vengas. Pero a veces la gente con más dificultades se entrega un poco más, da un poco más de lo que tienen, porque saben que no es fácil tener una oportunidad, y quieren aprovecharla». Yaiza lo está haciendo. Trabaja y se forma. Aprende cada día todo lo que hay manejar en un hogar. Va al gimnasio y se está sacando el carné de conducir. Y, sobre todo, tiene claro que la clave está en el esfuerzo: «Hay que esforzarse mucho. No puedes querer que te den todo masticado. En la oenegé y la empresa dan la cara por mí, tengo que responder».
«Estos chicos son personas que dependen de sí mismas, y lo saben. Yaiza lo demuestra. Su actitud es perfecta. Lo responsable que es en el trabajo, en los estudios, cómo ahorra, cómo se compromete... Tiene mucha madurez. Está aprovechando su oportunidad diez sobre diez», confirma Alicia.
El programa llega a áreas no urbanas para lograr atraer población donde más falta hace
El programa Mentor cumplirá 25 años en este 2023. Pero desde el año pasado ha crecido con una nueva iniciativa: llevar esta ayuda integral más allá de las ciudades. El objetivo es doble: ayudar a jóvenes en situaciones complicadas a iniciar un proyecto de vida y, al mismo tiempo, dinamizar y fijar población en zonas no urbanas. De momento, trabajan en concellos del sur de Lugo y del norte de Ourense. «Hablamos de áreas envejecidas, en las que las empresas cierran, no porque les falten clientes, si no porque les faltan trabajadores. Así que apostamos por crear proyectos de vida en ellos, para que chicos que han nacido allí quieran quedarse, y otros de fuera quieran venir», explica Núria Diéguez, coordinadora de la iniciativa.
Financiado con los fondos de resiliencia europeos, y promovido por la Consellería de Política Social, el programa se dirige a personas de entre 16 y 21 años, en situación de vulnerabilidad (menores tutelados, que están o hayan estado en centros de menores, con medidas judiciales, o en riesgo de exclusión por otras razones). El objetivo va más allá de ayudarles a encontrar empleo, «porque no se trata de que trabajen en el pueblo y vivan en otro lado, o en cuanto puedan se vayan a trabajar a la ciudad», explican.
Por eso se les apoya en varios niveles. «Creíamos que lo más difícil iba a ser encontrar oportunidades laborales, pero sí las hay: en hostelería muchas, algo en industrias, sobre todo de la pizarra, en construcción, en residencias, alguna bodega...», cuentan desde Igaxes. Técnicos de la oenegé exploran las posibilidades de empleo en cada zona, contactan con empresas, identifican sus necesidades y les proponen la contratación de jóvenes que se adapten al perfil que buscan.
La formación es otro de los puntales del programa. A los chavales se les puede orientar hacia algún curso reglado, como ciclos de FP, pero además también se diseñan formaciones específicas, en función de sus intereses, del trabajo que vayan a desempeñar o de lo que busquen las empresas del entorno: «Si se buscan personas que instalen campanas extractoras, pues buscamos cómo formarlos en eso. Formaciones que sean cortas y atractivas y les permitan empezar a trabajar, y que además pueden ser la semilla para que más adelante sigan estudiando», explican.
Dificultades con la vivienda
«Lo que es casi imposible es encontrar vivienda en alquiler. Pensamos que no sería un problema, que habría muchas opciones, pero hay poca y a precio disparado», cuenta Núria. Además, revela que todavía hay gente con prejuicios a la hora de alquilar a chicos que vienen de centros de menores o con vivencias complicadas: «Creen que van a dar problemas, y hay que hacer todavía un trabajo de desestigmatización. Sorprende porque son más reacios que las empresas, donde no ponen apenas problemas porque están deseando encontrar gente». Desde el programa Mentor acompañan a los chicos en esa búsqueda de casa, e incluso llegan a hacer de avalistas cuando les exigen requisitos económicos imposibles de cumplir para jóvenes que están entrando al mundo laboral, sin respaldo familiar. Pero además, les dan herramientas para que aprendan a llevar una casa y a vivir solos. Y, sobre todo, les animan a hacer un plan de ahorro: «No tienen red de seguridad familiar, ni plan B. Dependen de sí mismos. Puede pasar cualquier cosa y que se queden en el paro, y tienen que poder seguir adelante. Se trata de que no entren en la rueda de las prestaciones y las ayudas», cuenta la técnico Alicia Romera.
Precisamente por esa falta de respaldo, el programa ofrece también ayudas económicas puntuales. Puede ser para hacer frente a los primeros meses de alquiler, o para equipar la vivienda con cosas básicas, una ayuda para desplazarse hasta un centro de formación o de trabajo, o para algún gasto extraordinario como unas gafas que se rompen. También para sacarse el carné de conducir, algo especialmente necesario en el ámbito rural. «No somos cajeros automáticos, no lo pagamos todo, pero tratamos de suplir esos apoyos que suele dar una familia. De lo que se trata es de que un pequeño atranco económico no trunque un plan de vida, que, por ejemplo, no dejes de formarte porque no puedas pagar el transporte, o no puedas alquilar un piso por no tener para la fianza», aclara la coordinadora.
Conscientes de que el ocio también es importante, en colaboración con el tejido asociativo de cada zona, se identifica la oferta cultural, deportiva y de entretenimiento de la zona, y se ayuda a los chicos y chicas a encontrar actividades acordes a sus intereses. Además, se organizan distintas acciones y encuentros para que conozcan y se relacionen con otros jóvenes de la zona, para crear vínculos y lo que denominan una red de iguales. «Una vez que tienen trabajo, engancharse a un hobby, un deporte o un grupo de amigos también les motiva a quedarse», argumenta Núria.
En definitiva, se ofrece un plan de apoyo integral. Todo para que los chavales puedan, en un futuro próximo, volar solos. Y que lo hagan precisamente en zonas necesitadas de nuevos habitantes. La acogida por parte de los jóvenes (ya han tenido 95 altas en el programa), de las empresas y de los propios vecinos, aseguran, está siendo muy buena.
Referentes: voluntarios que se vuelven un apoyo de por vida
«Todos necesitamos a alguien a quien llamar ante una tristeza, pero, sobre todo, ante una alegría», resume Carlos Rosón, director de Igaxes. Con esa idea en mente nació el proyecto Referentes, otra de las patas de apoyo que ofrecen a los jóvenes del programa Mentor. Consiste en unir a cada adolescente con un voluntario, una persona mayor de 25 años, que se convierta para él en un adulto de referencia. No se trata de un profesional, o un técnico, si no de alguien normal y corriente que, con el tiempo, pueda convertirse en un apoyo de por vida.
En el caso de Yaiza, esa persona es Natalia. En cuanto la nombra, se le ilumina la cara: «La conocí hace un par de meses. Estaba muy nerviosa, solo pensaba; ‘‘que no se me note, que crea que tiemblo de frío''. Pero en la segunda cita ya me sentí muy bien. Solemos quedar a tomar café, me habla de sus cosas, yo le hablo de las mías. Se preocupa por mí y no siempre me da la razón, me ayuda a ver cosas que yo sola no veo», explica.
A Natalia Sanabria también le nace una sonrisa inmediata cuando habla de Yaiza: «Es maravillosa, aunque ella no ve todas las características buenas que tiene. A mí me sorprende su madurez, su capacidad de pararse y reflexionar...».
Cuadrar las agendas de ambas, con trabajos y un niño de por medio --la voluntaria tiene un hijo de diez años--, no siempre es fácil. Pero lo logran. Se ven al menos una vez a la semana. Así van forjando una relación, que para Natalia es un proyecto a largo plazo. «Quiero que llegue a saber que si me necesita solo tiene que llamarme. Aunque sea para algo tan simple como recogerla porque está lloviendo. Que sepa hay alguien pendiente de ella, a quien le importa, a quien puede recurrir, igual que tenemos todos», resume.
Ella no dudó un momento en embarcarse en este proyecto: «Me tocó en lo más profundo. Si yo, a mis 40 años, tengo miedos, inseguridades, necesito recurrir a alguien para que me ayude o me dé su visión... Imagínate con la mitad de años. Verte solo en ese momento en que das el paso a la vida adulta es como estar perdido en un desierto», reflexiona. Eso sí, era consciente de que podía no ser fácil: «Lo que más miedo me daba era la parte emocional. No se trata de quedar a tomar cañas. Esto necesita que te involucres, y te puede remover muchas cosas. Pero merece la pena. Como cualquier cosa hecha desde el amor», defiende.
Comprometerse es el otro gran requisito de este proyecto: «Esto no puede convertirse en un nuevo abandono para jóvenes que ya han sufrido muchos. Se trata de forjar una relación, que luego como cualquier relación supondrá verse con frecuencia, o simplemente llamarse de vez en cuando, mandarse algún mensaje... Pero lo importante es que el vínculo afectivo se mantenga, e incluso que el chico o chica pueda llegar a integrarse en el propio círculo de su referente», incide Rosón.
Natalia tiene claro que no se trata de ejercer de madre. Tampoco de sustituir a las amigas de la misma edad de Yaiza. «Lo que quiero es que podamos ser un equipo», dice. Y va por buen camino: «Es una persona importante para mí. Es mi referente», confirma Yaiza.