El inquietante verano cantábrico

GALICIA

DANIEL GAYOSO

La falta de lluvias estivales en el tercio norte y el aumento del consumo provoca episodios desconocidos en la parte más húmeda de Galicia

09 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Más de una vez y más de dos, algunos dirigentes municipales de la comarca de A Mariña hicieron público su disgusto por las previsiones meteorológicas que pronosticaban un tiempo nublado o directamente lluvia sobre las playas de la costa lucense en pleno verano. Se quejaban aquellos alcaldes de que muchas veces la previsión no se concretaba pero perjudicaba seriamente al turismo de sol y playa que perseguían. Este verano han tenido al fin las condiciones meteorológicas que deseaban: mucho sol y una pluviometría anormalmente escasa. A cambio, algunos de los concellos más turísticos como Foz o Barreiros han visto lo mal que se vive sin esas lluvias que han provocado cortes de agua y severas restricciones en su consumo y, por primera vez en la historia, se ha declarado la alerta por sequía en varios concellos de la comarca.

«Aún no tengo cerrados los datos del verano, pero se podría decir que ha llovido menos de la mitad que otros años», apunta el físico Antonio Gregorio, aficionado a la estadística climática: «No se puede decir que, en el futuro, todos los veranos vayan a ser así, pero sí que estos episodios de sequía serán cada vez más frecuentes», añade. La situación de A Mariña y del tercio norte de la provincia de A Coruña es, en cierto modo, paradigmática de Galicia: un territorio acostumbrado a grandes y constantes aportes hídricos que ve como van disminuyendo los días de lluvia. «La anomalía está en el norte de Galicia —confirma el profesor de Hidrología de la USC, Jorge Dafonte—. En el sur, la coyuntura es la normal para estas fechas. Y eso se nota en los caudales de los ríos del norte con una reducción importante con respecto a otros años».

Algo más que pocas lluvias

«Na Mariña teñen unhas precipitacións estivais que non son moi abundantes pero si constantes, que lles resolven o problema, aínda que o problema verdadeiro é un problema estructural de abastecemento de auga, porque como nunca lles faltou, non se preocuparon moito de conseguir unha forma segura de abastecemento da auga. É un problema común ao resto de Galicia», reflexiona el catedrático de la USC Manuel Marey. Las insólitas alertas por sequía en A Mariña no están relacionadas únicamente con la ausencia de precipitaciones. El paulatino crecimiento de la presión poblacional en los principales puntos turísticos de la zona tiene como consecuencia un aumento del consumo de agua. Un verano como el que está terminando con escasas precipitaciones y aumento del turismo provoca que las restricciones sean inevitables. «Estamos a falar dun aumento de poboación que non ten un consumo normal de 100 ou 150 litros ao día —añade Marey—. E moito maior porque inclúe encher piscinas ou regar xardíns. Hay que facer un diagnóstico adecuado da situación e limitar o acceso a auga en determinados momentos».

Para el resto de Galicia, la situación hidrológica entra dentro de lo normal. Incluso algunos expertos consideran que el 2023 está siendo un año capaz de paliar en cierto modo la escasez que se arrastraba desde el 2022. De hecho, las lluvias de septiembre van a mejorar aún más la situación de los embalses. El último boletín situaba el nivel de agua embalsada en el 62,3 %, muy cerca de la media de los últimos diez años en esa misma semana (62,8 %) y lejos ya de los preocupantes datos de hace justo un año (48,73 %).

¿Debe acostumbrarse el norte de Galicia, su franja más húmeda a veranos más secos? Probablemente sí, aunque no como norma. Creen los expertos que estos episodios de ausencia de lluvias serán más frecuentes, aunque no la tónica general. De lo que no cabe duda es de que, de seguir aumentando la presión poblacional en verano sin cambios en la captación de recursos hídricos, las restricciones serán la tónica habitual en los veranos del paraíso húmedo gallego.

Incendios: la ruleta rusa de cada año

Bien entrados ya en septiembre ya en marcha la relación de incendios en Galicia es este verano excepcionalmente baja. Han sido pocos y de escasa entidad. Nadie celebra la buena noticia. Aún quedan meses muy complicados y la estadística apunta a que el fuego está extendiendo su influencia hacia el otoño. ¿En qué medida están afectando las lluvias veraniegas a mantener esta situación de tranquilidad? En cierto modo, coinciden los analistas, la biomasa, el combustible que agrava la intensidad de los incendios, no se ha secado como otros veranos. El año pasado, en julio, ya se habían vivido los dos pavorosos fuegos que arrasaron las comarcas de O Courel y Valdeorras en una situación intensa de sequía. «Os patróns dos incendios mudaron —explica Manuel Marey, catedrático de la USC y experto en incendios—. Agora hai menos porque os sistemas de extinción funcionan mellor e hai unha maior conciencia. Pero os lumes de agora son moito máis perigosos. Arden concellos».

Las primeras lluvias de septiembre y las que se prevén para este mes pueden prolongar la tranquilidad de los servicios de extinción, pese a la imprevisibilidad de los incendios forestales. Sin embargo, Manuel Marey compara la situación con una ruleta rusa. El ciclo diabólico de abandono del territorio y sus usos agrícolas y ganaderos que constituyeron tradicionalmente una barrera para la expansión del fuego se completa con la generación de biomasa por las características climáticas de Galicia. Esa biomasa, sometida al estrés hídrico del verano, es el combustible perfecto: «Pode que o percutor golpee nun oco baleiro e teñamos un ano sen lumes, pero máis tarde ou máis cedo, percutirá sobre a bala».

La solución para este experto es un cambio en el uso que se hace del territorio fomentando la agricultura y la ganadería. Parece que las condiciones climáticas no van a ayudar, porque habrá menos lluvias y estarán más concentradas, con lo que la capacidad del territorio para captar agua se reducirá. El futuro se presenta amenazador, aunque este parezca un año tranquilo.