Más estupefacientes, más crispación

Carlos Punzón
Carlos Punzón VIGO / LA VOZ

GALICIA

Foto de archivo de una intervención policial por una pelea en una calle de Vigo.
Foto de archivo de una intervención policial por una pelea en una calle de Vigo. br

Agentes y sociólogos advierten un repunte de la agresividad y la frustración

24 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«Ahora la gente salta a la mínima. Se crispa muy rápido y sus reacciones son inmediatas y más violentas». Óscar Fustes, secretario general de Asociación Unificada de Guardias Civiles en Galicia, considera que la violencia latente no deja de incrementarse en la comunidad, aunque en términos generales y de inseguridad siga estando lejos de los grandes puntos conflictivos del país.

«Aun así, este verano no hubo fiesta en la que no fuésemos requeridos por el 061 para actuar ante personas agresivas recogidas por las ambulancias o ya en los centros de urgencias», añade. Fustes habla de agresividad y de una crispación presente en distintos órdenes de la vida que vincula a posibles efectos de la pandemia. Pero especial preocupación le otorga a la «bomba explosiva», como califica a la mezcla de patologías y estupefacientes que dice que se ha disparado en Galicia a tenor de las intervenciones registradas por la Guardia Civil. «Esa mezcla hace que haya gente muy difícil de manejar y complicado de reducir». Para el agente, el consumo de drogas vuelve a constituir un problema acuciante en las noches gallegas.

A mayores, el aumento del turismo no ha hecho más que hacer crecer también las incidencias en una época en la que el representante laboral de los agentes insiste en esa mayor crispación general que dice que se hace patente ahora desde el mismo momento en el que requieren la identificación a la mayoría de las personas y que se incrementa cuando se comunica que van a ser sancionadas. «La crispación surge muy rápido y las reacciones violentas son más frecuentes e intensas. Se pasa de cero a cien inmediatamente», afirma Fustes.

El sociólogo y director de la Asociación Diversidades, Santiago González Avión, relaciona con el empeoramiento del estado de la salud mental social y de los más vulnerables parte de esa violencia latente que emerge ahora con más facilidad. «A peor saúde mental, peor xestión da frustración e do conflito. E cando este empeora, en lugar de medidas razoables xurde a resposta violenta», describe.

Estudioso de los vaivenes sociales, González Avión traza una comparación entre la sociedad actual y la de los años veinte del siglo pasado, entre las alteraciones generadas por la pandemia del coronavirus y las de entonces provocadas en Europa por la llamada gripe española. El aislamiento y la gestión del reencuentro que provocó el covid desemboca en el conflicto personal y social que él percibe, y que considera que se agrava por la menor confianza que se otorga a las instituciones fundamentadas en el diálogo. «Inseguridade, incerteza e medo, un medo vital profundo», apunta como desencadenantes de la violencia latente el sociólogo afincado en Vigo y al que se refieren las fuerzas del orden. A esa situación él también vincula los extremismos políticos que emergen como respuesta ante esa misma inseguridad. «As sociedades están máis abonadas para a violencia individual e colectiva, hai unha posta en cuestión das bases de convivencia», advierte Santiago González. La receta para torcer ese declive en la convivencia «ten que pasar por aprender a volver a ceder, a retomar os principios da cortesía e a educación máis básica», a saber, en definitiva, manejar la frustración, concluye.

Más atentados a la autoridad

La vía de la corrección a través de un endurecimiento de las penas administrativas y judiciales es también sugerida por Roberto González, secretario general del Sindicato Unificado de Policía (SUP) en Galicia. «En este momento es necesario, sin duda, un aumento de los agentes policiales y también un incremento de las sanciones y de las penas por agresión a agentes», propone. Para el representante sindical de la Policía Nacional es necesario un blindaje mayor para los agentes que se enfrentan en su trabajo a respuestas cada vez más irascibles y violentas.

Las cifras del Ministerio del Interior lo corroboran: de 273 detenidos durante el 2019 en Galicia por atentado a agentes de la autoridad, se pasó en el 2021 a 370 y la sensación en la policía es que esa evolución crece.

«Cada vez la gente es menos colaborativa, con menos temple, y la presencia de alcohol y drogas se ha disparado afectando a la seguridad general», asevera González. Da cuenta de intervenciones cada vez más complicadas, incluso con menores, que responden en grupo y alterados por estupefacientes en los altercados nocturnos. Su compañero de la Guardia Civil, Óscar Fustes, pide por ello una actualización de los protocolos de intervención «para saber cuál es la manera más efectiva de actuar en situaciones de esa violencia, porque ahora hasta nos da miedo tener un problema o causárselo al detenido al tratar de reducir a una persona alterada por patologías agravadas por la ingestión de drogas», avisa.