Guerra sucia política en redes sociales y mensajería: ejércitos de bots, anuncios negros, memes y autopistas para la desinformación

César Rodríguez Pérez
C. Rodríguez REDACCIÓN

GALICIA

María Pedreda

Los partidos usan plataformas como Twitter, Facebook, WhatsApp o TikTok como herramienta de propaganda y arma de desprestigio contra los rivales

18 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La guerra sucia entre partidos en internet es tan vieja como las redes sociales. Los fontaneros de las formaciones descubrieron muy pronto el gran potencial que tenían Twitter (X desde su adquisición por Elon Musk) o Facebook, con su querencia por los contenidos polarizadores, para la propaganda propia y para el desgaste y desprestigio del rival. 

La antigua red social del pájaro azul se convirtió en un campo de batalla político con actividad de líderes, parlamentarios, cuadros y militantes con o sin carné. Para amplificar sus mensajes, recurrieron y recurren con frecuencia a ejércitos de cuentas falsas o bots, baratos y capaces de producir millones de tuits de respaldo o de crítica.

¿Qué pueden hacer los bots

Un bot es un «software» que se utiliza para generar mensajes de forma automática. Puede ser programado para hacer posts sobre temas determinados, para dar más visibilidad a todas las publicaciones de una cuenta concreta (por ejemplo, retuiteando o dándole me gusta a un candidato) o para responder de forma negativa a cualquier cosa que haya subido un adversario.

Si se emplean de forma masiva en un momento determinado, tienen la capacidad teórica de inundar las redes y mover la opinión pública, sobre todo si reproducen mensajes negativos con carácter emocional. Si se usan durante un largo período de tiempo de forma controlada, pueden mejorar o empeorar la popularidad o reputación de una cuenta. 

Ejércitos de bots a la venta

Se pueden comprar ejércitos de bots y miles de seguidores con facilidad en internet. No hace falta recurrir a las profundidades de la web oscura, una simple búsqueda en Google permite comprobar que hay una oferta abundante a precios asequibles (céntimos) para Twitter y otras plataformas, como Instagram, TikTok o YouTube.

Empresarios, influencers, políticos y todo tipo de personajes públicos y organizaciones han recurrido a los servicios de agencias de márketing online para mejorar su reputación, aumentar el alcance de sus publicaciones o dar la impresión de ser mucho más populares de lo que realmente son. Al tener más seguidores -aunque sean virtuales- aparentan que sus marcas personales o colectivas tienen más prestigio e influencia.

Hay herramientas simples y las hay muy sofisticadas, capaces de publicar en múltiples plataformas y de llegar a públicos concretos, con segmentación de mensajes según el perfil del destinatario. 

2016. El papel de la guerra sucia en las redes en la elección de Trump y el bréxit

En Facebook ocurrió otro fenómeno. La plataforma de Zuckerberg ofreció siempre a los partidos una gran capacidad de microsegmentación. Podían poner mensajes pagados a perfiles muy concretos de electores que solo podían ver los emisores y los destinatarios. Se les llamó anuncios negros. Y se convirtieron en autopistas de la desinformación que generaban granjas de troles y repicaban cuentas anónimas. 

En el 2016 jugaron un papel importante en las elecciones que ganó Trump, con insidias sobre Hillary Clinton y con bulos como el falso respaldo del de papa Francisco al magnate. Y también en el brexit. El cerebro de la campaña del Vote Leave, Dominic Cummings, reconoció que nunca habrían ganado sin las mentiras sobre inmigración y la UE que circularon por las redes. Ellos y los republicanos habían contratado a la empresa Cambridge Analytica, que había sustraído datos de millones de usuarios de Facebook.

Se desataron escándalos. Y se fijaron límites como la prohibición puntual de anuncios políticos en Google o la creación de un registro público de campañas patrocinadas en Meta. Los dueños de las redes sociales, que habían eludido limitar la guerra sucia y controlar la desinformación para favorecer sus ingresos publicitarios, tuvieron que mover ficha al verse señalados como propietarios de armas de «destrucción masiva» de las democracias

El papel de TikTok y las redes privadas como WhatsApp

A la vez que se ponían límites en las redes más veteranas, eclosionaron para la guerra entre partidos otras redes, privadas como WhatsApp o Telegram, o públicas como TikTok. Ellas amplificaron el flujo de fake news de móvil a móvil, viralizando vídeos y audios manipulados, difundiendo contenidos y memes  «que nunca verás en los medios de comunicación» a través de canales no oficiales (El «Que non cho conten nin falen por nós», axúdasnos a difundir»  circuló en las campañas del 2019), elaborados con la jerga propia de los grupos de teorías de la conspiración que luego acapararon gran protagonismo en los primeros tiempos de la pandemia del covid-19. 

Jair Bolsonaro llegó al poder en Brasil en el 2019 tras una campaña tormentosa en la que jugó un papel clave el uso de WhatsApp como herramienta de propaganda. Entre otros factores, Vox logró su inesperado éxito en las elecciones andaluzas en el 2018 exprimiendo al máximo el impacto de los mensajes enviados a través de la popular aplicación de mensajería. 

De los audios y vídeos mutilados a las manipulaciones de la IA

No existe una vacuna contra la desinformación ni contra el uso de la tecnología para el ataque a rivales políticos. En las últimas elecciones argentinas del 2023, circuló una grabación de Leo Messi en la que pedía el voto para Javier Milei. El sonido era falso. Y en parte la voz del astro argentino la había reproducido una inteligencia artificial. Realmente se trataba de una entrevista del 2017 en la que hablaba del Barça.

La noticia falsa logró una gran repercusión y provocó desmentidos. Curiosamente, en esa carrera electoral también circularon publicaciones en los que el futbolista del Inter de Miami apoyaba al rival del candidato de la motosierra, Sergio Massa. 

El desarrollo y la popularización de la inteligencia artificial, capaz de crear contenidos en texto, audio y vídeo con la apariencia, la voz y el estilo de personas concretas, abre muchos interrogantes sobre el futuro inmediato de la desinformación vinculada a las campañas políticas.