




























Su primera mayoría absoluta y la quinta del PPdeG empezó a fraguarse en verano
25 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.El 18 de febrero, Alfonso Rueda pilotó al PPdeG a la que muchos en el partido consideran la victoria más difícil desde el 2009. Se logró, dicen en San Caetano, «contra todo y contra todos». Contra los rivales de siempre y la maquinaria de Moncloa, convencida de que «si caía Rueda, caía Feijoo» y centrada en dar alas al BNG, disparado en las redes con la etiqueta #AnaPontónPresidenta y con las expectativas a la altura de Monte Pío. Pero el domingo, 700.491 gallegos votaron al PPdeG. 73.000 más que en el 2020 y más que la suma de BNG, PSdeG y DO, los otros partidos que entraron en el Parlamento de Galicia. ¿Qué había pasado?
LOS PREPARATIVOS
UN VERANO DE TRABAJO
Tras la victoria insuficiente de Alberto Núñez Feijoo en las generales de julio del 2023, y con un informe que consideraba cumplido más del 90 % del programa del 2020, el PPdeG empezó a recabar propuestas para la siguiente legislatura. Recuerdan fuentes del partido que no se pusieron límites presupuestarios, sino que se pidió «creatividad». Rueda puso al frente del programa a Valentín García, secretario general de Política Lingüística. El texto definitivo, ya con los límites económicos del conselleiro de Facenda, Miguel Corgos, y aportaciones, entre otros, del predecesor de García, Pedro Puy, no se presentó hasta el 24 de enero.
Esa forma de trabajar con adelanto se aplicó a otros muchos elementos. «En agosto sabíamos que habría elecciones como mucho en diez meses», recuerda la misma fuente. En octubre se lanzó la campaña itinerante «Galicia non para!», con un bus tipo food truck que posibilitó a cientos de vecinos hablar en persona con Alfonso Rueda mientras tomaban una caña. El formato buscaba la proximidad con un político «moderno y natural» en el que «nada es impostado». «No hagas nada que no hacías antes de ser presidente; no dejes de hacer nada que hacías antes de ser presidente» es la «máxima del estilo Rueda», dicen en su entorno.
Mientras, el PSdeG aún no había confirmado a su candidato. Ferraz descongeló las primarias el día 9, y el día 18 fue proclamado José Ramón Gómez Besteiro.
LA PRECAMPAÑA
PÉLETS Y MONCLOA
El 21 de diciembre, Alfonso Rueda convocó las elecciones autonómicas para el 18 de febrero. Unos diez días después aterrizó el personal de Ferraz y Moncloa para llevar la campaña del PSdeG. «Nos hicieron un 155», dice de forma gráfica un cargo del partido ajeno a la sede de O Pino. El PPdeG programó grandes actos para los fines de semana, entre los que destacó una cumbre de presidentes autonómicos celebrada el 14 de enero en A Coruña para «poner en valor» la importancia de esos Gobiernos. La semana siguiente, el PSOE celebró en la ciudad herculina su convención política con Sánchez y gran despliegue de ministros. El presidente del Gobierno conectó en directo con la manifestación en Santiago contra el vertido de pélets, a la que fueron Besteiro, y las candidatas del BNG, Ana Pontón; Sumar, Marta Lois, y Podemos, Isabel Faraldo.
Las bolitas de plástico protagonizaron los prolegómenos. La prensa afín a Moncloa, recuerda el PPdeG, trazó hasta comparaciones con el Prestige. Pero la «ofensiva» pudo tener efectos indeseados, cree la cúpula popular, porque fue «un aviso» de que Moncloa «iba con todo», lo que sirvió para «activar al partido». «Van a por nós, e dispárannos con moitas mentiras e demagoxia», dijo Rueda en un acto en Pontevedra. También «distrajo» al BNG de su frente de desgaste principal —la sanidad— y mostró a los gallegos, creen los populares, que la oposición «no dudaría en dañar al sector del mar para obtener réditos».
LA PRIMERA SEMANA
TOROS Y DEBATE
El 3 de febrero, la campaña del PPdeG tuvo su primer hito con el tradicional gran mitin de la plaza de toros de Pontevedra, en la que coincidieron Rueda, y los expresidentes Feijoo y Rajoy, que apoyaron de forma «disciplinada» toda la campaña del candidato. La cita multitudinaria —14.000 personas según el PPdeG— demostró su fuerza de movilización. Ese mismo día, Sánchez y Besteiro coincidieron en un mitin en Ourense. El PSdeG cifró la asistencia en 1.200 personas, pero según algunos asistentes no se llegó a la mitad de esa cifra y Sánchez se mostró disgustado al terminar el acto. Quizá por eso el lunes se produjo otro hito. En el debate a cinco, el candidato socialista evitó confrontar con Ana Pontón. El PP vio una señal de que el PSOE había «bajado los brazos» y aceptado su papel de «muleta» del BNG. A mitad del debate, convertido en un cuatro contra uno, Rueda reaccionó y abrió la confrontación con el Bloque —que marcó el resto de la semana— al revelar que su programa incluía la autodeterminación de Galicia y el monolingüismo en gallego en las aulas. Pontón lo negó, aunque estaba escrito, y su partido evitó toda la campaña entrar a esa y otras críticas del PP. A Besteiro le evidenció su «desconocimiento de cómo se elige al presidente de la Xunta». Para el PP, son los dos momentos del debate «que quedarán» para el futuro.
LA SEGUNDA SEMANA
EL TROPIEZO DE MADRID
La campaña parecía encauzada, con las encuestas —salvo las del CIS y las de los medios más próximos a Moncloa— muy cerca del resultado final. Pero el domingo 11 se publicó una información de una «alta fuente» de Génova según la cual el PP se habría planteado la amnistía. Ese asunto había sido secundario en la campaña, pero la revelación abrió un fase crítica que marcó toda la segunda semana. Feijoo aclaró su rechazo a esa medida al día siguiente, y desde la sede del PPdeG se hicieron decenas de llamadas para apuntalar la posición del partido. Rueda y Prado mantuvieron el rumbo de la campaña y la decisión de no ir al debate de TVE, que era percibido como una celada. La presencia en Vigo de Isabel Díaz Ayuso, feroz crítica de Sánchez y sus aliados, tapó las fugas a Vox. Ese mitin, el de Santiago, y los de cierre en A Coruña y Ourense fueron multitudinarios. En ellos, Rueda dio un paso más y pidió el voto a los socialistas que no quieren un gobierno del BNG. Entre los veteranos impactó la cita en O Barco, donde nunca habían llenado. Pero también mostró fuerza el Bloque, con una gran convocatoria final en el multiusos de Santiago.
EL 18F Y SU RESACA
«SON OS NOSOS!»
El día de las elecciones votaron el 67,3 % de los gallegos, el récord en unas autonómicas, lo que encendió algunas alarmas en el PPdeG. Un dirigente consultó la participación en mesas en las que el BNG y el PP dominan. En las primeras había ido a votar «el 70 %», en las más populares «casi el 75 %». Otro llamó a un alcalde de confianza que le respondió sin dudar: «Son os nosos!». Pasadas las 20 horas, Prado compareció para valorar la participación, visiblemente contenta. La victoria intuida se confirmó en el recuento. La campaña había funcionado. «Sabíamos que si movilizábamos a todos, ganaríamos», explicó la número dos.
En la sede del BNG quedó el sabor agridulce de una mejora de resultados que no basta para gobernar. Ni Íñigo Errejón ni Yolanda Díaz acompañaron a Marta Lois para reconocer los «malos resultados» de Sumar, que no logró obtener representación.
Aún más triste fue la noche en el PSdeG, con su peor resultado histórico. La presencia abrumadora de ministros —hasta seis más Sánchez algunos días— «forzó a Besteiro a hacer una campaña de delegado del Gobierno», señala la fuente antes citada. Pero en O Pino insisten en que hay que cerrar filas con Besteiro para superar un resultado que abre la puerta a una crisis existencial del PSdeG.
El contraste fue la alegría del PP. «Galicia ha mandado un mensaje a España: aquí no queremos chantajes», dijo Rueda en su primera valoración para subrayar el impacto nacional de los comicios. Al día siguiente, afirmó la legitimidad de su primera mayoría con un toque de retranca: «Galicia participou como nunca e votou coma sempre».
Las claves de la victoria: Implantación, voluntariedad y renovada fuerza en la red
La receta del inédito éxito del PPdeG —cinco mayorías absolutas consecutivas— está muy alejada de los tópicos, a veces despreciativos, que maneja parte de la prensa de más allá de Pedrafita, aunque a veces los haya adoptado parte de la oposición. El PPdeG combina la campaña a pie de calle y el plus de gobernar con las nuevas tecnologías. «El partido intenta llegar a todo el mundo a través de todos los medios», resume uno de sus estrategas.
La base es «cubrir todo el territorio y el contacto directo con la gente», añade otro de los responsables. La prioridad absoluta la tiene la campaña del candidato a la Xunta, coordinada por la dirección autonómica.
A ella se suman las campañas de los líderes provinciales y de las agrupaciones de las siete ciudades, además de las campañas paralelas de los expresidentes. En estos comicios, las de Alberto Núñez Feijoo y Mariano Rajoy. Más la actividad de algunos parlamentarios y senadores con peso propio.
El resultado es que un día de campaña se pueden celebrar hasta 30 actos en toda Galicia.
Voluntarios y poder territorial
La implantación territorial es clave. El partido tiene concejales en la práctica totalidad de los concellos y «siempre hay alguien para trasladar el mensaje del partido», dice uno de los organizadores en A Coruña.
El martes y el miércoles de la última semana de campaña, Rueda se dirigió en dos tandas a todos los portavoces y alcaldes mediante Zoom, una aplicación para móviles y ordenadores. Les trasladó su confianza en la victoria y los invitó a hacer un esfuerzo final.
El esfuerzo organizativo no acaba ahí. El PPdeG hizo documentación para 10.000 apoderados e interventores. El buzoneo —el envío a casa de sobres ya preparados con papeletas— lo hacen voluntarios. Sí, hay «grupos de 12 a 15 personas que pasan diez días doblando papeletas y metiéndolas en sobres», dice el mismo responsable de A Coruña. Además, se despliegan decenas de miles de carteles y banderolas —estas, sí, a cargo de una empresa—.
El valor de los veteranos
Esa maquinaria logística es enorme y, sumada a la organización y encaje de los distintos actos, explica que el partido recurra a veteranos de la casa para coordinarlo todo. «Creo que si se pusiese alguien de fuera por primera vez a llevar todo esto podría volverse loco» añade, no del todo en broma, la misma fuente provincial.
La campaña fue la más digital que ha vivido Galicia y el renovado esfuerzo en redes del PPdeG también lo coordinó gente de la casa, convencida de que arrollaron al PSdeG y, «por lo menos», empataron con el BNG, muy fuerte en ese campo. Las redes populares consiguieron 1,1 millones de impactos en Instagram, un millón en Facebook y 6,6 millones en X (Twitter). A eso hay que sumar las redes de Rueda, que tiene cuenta propia en TikTok y se muestra mucho más cómodo que sus predecesores en esos formatos.
El contenido de las redes incluye contenidos «motivacionales» dirigidos al electorado propio, como el vídeo en noruego que comparaba los servicios de Galicia con los de los países nórdicos; o de «contracampaña», que incluyen el vídeo que relacionaba a Ana Pontón con Arnaldo Otegi.
Vídeos, carteles y buses
La campaña fue diferente de las de Feijoo, quizá por ello algunos analistas la consideraron mala, pero su resultado dice todo lo contrario. En el PPdeG señalan entre los aciertos que Rueda, en parte gracias a los vídeos con su familia, supo mostrar su lado humano y que sabe reírse de sí mismo. También que dieron una imagen «sin artificios y sin blanqueamientos» —ponen como ejemplo su cartel electoral frente a los supuestos retoques en el del BNG—. Apuntan que su vídeo con Rueda al volante de un bus que simbolizaba a Galicia marcó la campaña. Lo parodiaron el PSdeG y el BNG. La versión nacionalista fue su principal ejemplo de contracampaña. Fue lanzado el martes 13 y superó las 806.000 reproducciones, muchas de cuentas vinculadas al PP, que vio un indicio de que el Bloque al fin entraba en su marco de campaña.
A todo ello sumaron «propuestas concretas» como la gratuidad de las primeras matrículas universitarias y la de los gastos para adoptar mascotas, que se suman al «bagaje pionero» de gestión de la Xunta, como la prohibición de los móviles en clase o de la venta de bebidas energéticas a menores. Frente a eso se preguntan «qué propuso el BNG», más allá de que tuviese que ser Rueda quien «le quitase la careta» al revelar al público del debate un programa electoral que «ellos no presentaron a la gente».