Informe PISA: Galicia, a la cabeza de la OCDE en pensamiento creativo

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Alumnos estudiando en Lugo, en una imagen de archivo.
Alumnos estudiando en Lugo, en una imagen de archivo. ALBERTO LÓPEZ

Las cifras gallegas están cerca de países punteros en Educación como Finlandia, pero la encuesta a los directores de centros detecta falta de confianza en la creatividad del alumnado

18 jun 2024 . Actualizado a las 12:34 h.

Ser creativo no es pintar bien. Significa tener capacidad para generar ideas diferentes, evaluar y mejorar las existentes y proporcionar soluciones distintas ante una cuestión. El pensamiento creativo es fundamental en una sociedad tan mecanizada que no necesita de quien puede repetir una y otra vez la misma cosa. Por eso es tan importante y por eso el Informe PISA dedica todo un volumen a esta competencia, que se centra en las matemáticas. Y ese aspecto de la creatividad, España se sitúa por encima de la media de la OCDE y de los países de su entorno. Y en el desglose territorial, Galicia, mucho más. Junto con Madrid y Castilla y León, Galicia está en el podio al máximo nivel, casi a la altura de Finlandia.

El propio estudio incide en que «el pensamiento creativo contribuye al desarrollo holístico de los estudiantes, ya que refuerza la capacidad de aprender, la resolución de problemas y las destrezas meta-cognitivas a través de la indagación y el descubrimiento, ayudando al alumnado a interpretar la información de manera motivadora y significativa para la construcción del propio conocimiento». Los datos españoles son muy reveladores porque todas las comunidades participaron en esto con una muestra ampliada, lo que significa que el resultado debería ser bastante ajustado a la realidad.

Como siempre, en PISA se divide el rendimiento en seis niveles: el segundo nivel bajo significa que el alumno puede generar ideas apropiadas y resolver problemas sociales y cotidianos que le resulten conocidos, así como desarrollar ideas sencillas por escrito, con párrafos cortos y diálogos breves; en el nivel más alto, el 6 (la excelencia, lo que entendemos por un 9 o un 10), el estudiante genera ideas creativas, originales y diversas en un amplio espectro de tareas, incluyendo las de contextos complejos, abstractos y desconocidos. En la media de la OCDE el 15% de los alumnos están en el nivel 2 (hay un 6,5 que se quedan en el uno) y el 8,9 se enmarcan en lo más alto; en España los porcentajes son iguales en el nivel 2, mejores en el 1 (5,1) y un poco más bajos (7,8) en la parte alta; Galicia tiene menos alumnos en la parte baja (3,6 y 11,3 en los niveles 1 y 2) y 9 en la excelencia. Es la tercera comunidad en estos datos, detrás de Madrid y Castilla y León, que tiene mejores cifras de excelencia (10,7 y 9,8, respectivamente). Como suele ser habitual en PISA, Galicia está al nivel de Finlandia (de hecho mejor) en la parte baja de la tabla, aunque aún lejos en la sobresaliente; a la comunidad todos los indicadores le señalan falta de excelencia, agudizada tras la pandemia.

Lo anterior habla de las líneas generales, porque lo interesante de PISA son siempre los matices. Por ejemplo, ¿hay diferencias significativas entre chicos y chicas? ¿Y según el entorno socioeconómico? ¿Y entre población local e inmigrantes? La respuesta es sí: hay diferencias en la OCDE, la UE, España y en Galicia. De hecho, Galicia con 2,2 puntos a favor de las chicas (es la tendencia general) tiene una brecha igual a la española pero ligeramente menor de la de la UE (2,6) y de la OCDE (2,7); para ponerse en contexto, en Finlandia es de 6 puntos y en Corea, de 3. En España, las comunidades peor paradas son Aragón (3,1) y Cataluña (2,8).

El entorno socioeconómico, un factor clave en el rendimiento académico en secundaria, dice lo mismo, pero Galicia tiene una gran fortaleza, con niveles de equidad muy altos. Por ejemplo, en la media de la OCDE es de 9,5 puntos a favor de los estudiantes acomodados, en la UE es mayor, de 10,2 y en la media española, de 7,9. Galicia tiene 6,2 puntos de diferencia, que es bastante pero resulta más equitativo que en Corea (6,5), Canadá (7,3) y hasta Finlandia (que tiene nada menos que 9,4 puntos de diferencia). En España, Cataluña (8,6) es la comunidad peor situada, seguida de Andalucía (8,1) y Asturias (8); Cantabria (4,9) encabeza el ránking español, seguida de País Vasco (6,1) y ya Galicia.

Finalmente, la diferencia entre nativos e inmigrantes (que incluye a quienes nacieron en otro país e incluso a los hijos de estos, aunque naciesen en España), la posición de Galicia es regular. Con 4,8 puntos de diferencia, se sitúa por encima de la media española (3,6), la OCDE (4,4) y hasta la UE (4,7). En España hay comunidades con más diferencia, pero pocas: Murcia (6,2), Cataluña y Asturias (ambas, 5) y País Vasco (4,9). En Andalucía, Canarias, Extremadura y Cantabria la diferencia no es significativa. A nivel internacional, Corea pasa de los 10 puntos y Finlandia, de los 8 y Alemania está en 7 puntos; es decir, integrar al inmigrante es una asignatura pendiente en casi todo el mundo.

Creencias y mitos

Pocos son los alumnos españoles (en general, de cualquier parte) que cree que la creatividad se limita a las artes (solo piensa así un 20% de los españoles y un 30% de los de la OCDE), pero otra cosa es la importancia del talento innato. Para el 47% de los jóvenes españoles de 15 años, no se puede modificar demasiado la inteligencia propia con esfuerzo y trabajo; en Galicia lo cree el 46%,y está entre las comunidades mejor situadas en este punto de España (con País Vasco, Navarra Baleares, Madrid o Cataluña). Esta creencia es importante porque los países donde el alumnado tiene claro que con dedicación y buenos maestros pueden ser brillantes es más fácil que haya cifras altas de excelencia; los que solo confían en el talento natural ven reducidas sus posibilidades. 

No es tan rara esta visión cuando, preguntados los directores de centro, el 10% de los gallegos respondió que la creatividad no se puede entrenar o que no se puede ser creativo en casi cualquier manera. O, por ejemplo, que el 35% de los directores niegue que la mayoría de sus alumnos sean creativos, un porcentaje que mejora ante la pregunta de si a la mayoría de sus estudiantes les gusta hacer proyectos creativos (el 23% contestó no) o si sus alumnos son imaginativos (el 22% lo negó). En expectativas hacia el alumnado, los directores gallegos están en el medio de la tabla, lo que podría dar pie a una intensa reflexión como colectivo (en Islandia, México, Canadá, Irlanda o Estonia solo el 10% de los directores cree que la mayoría de sus alumnos no son creativos).

Esta creencia de los profesores gallegos pasa claramente al alumnado. Los gallegos están a la cola de España de la frase «Mis profesores valoran la creatividad del alumnado»: solo es cierta para el 54% de los estudiantes, cuando la media española es de 8 puntos por encima y la de países como Dinamarca, Finlandia, Países Bajos, Nueva Zelanda o Canadá supera los 20 puntos. No es de extrañar que ante la afirmación «Mis profesores me dan tiempo suficiente para encontrar soluciones creativas a las tareas», solo el 51% de los gallegos (la tasa más baja de España), responda sí.

Y del dicho, al hecho. Los alumnos gallegos solo participan en actividades escolares creativas en contadas ocasiones: el 24% en arte, el 18% en programación (a la cola de España), lo mismo en música, y ya muy por debajo del 10% en materias como escritura, debate, teatro, publicaciones o ciencias.