Cocaína de altos vuelos de Sudamérica

Javier Romero Doniz
Javier Romero VIGO / LA VOZ

GALICIA

Arriba, a la izquierda, cocaína camuflada en un peluquín; a la derecha, en las suelas de unos zapatos. Abajo, droga con la que se impregnó una maleta
Arriba, a la izquierda, cocaína camuflada en un peluquín; a la derecha, en las suelas de unos zapatos. Abajo, droga con la que se impregnó una maleta

El decomiso de 220 gramos ocultos en una peluca en Colombia evidencia el riesgo constante que corren los aeropuertos de la Península de recibir envíos

02 mar 2025 . Actualizado a las 13:09 h.

El narcotráfico ha evidenciado desde su inicio una imaginación desbordante para violar de manera reiterada fronteras por tierra, mar y aire. El decomiso, la semana pasada, de 220 gramos de cocaína repartidos en 19 cápsulas dentro de un peluquín supone la última e inédita muesca de esta inventiva. Ocurrió en el aeropuerto colombiano de Cartagena de Indias. Un pasajero pretendía subirse a un avión con destino a Ámsterdam. Ya en la terminal, los nervios, según fuentes oficiales, delataron a este correo humano. Los agentes invitaron al sospechoso a pasar por el escáner para escudriñar su cuerpo y vestimenta con rayos x. La tecnología confirmó las sospechas: halló los bultos adheridos a su cuero cabelludo. El vídeo difundido por la Policía Nacional de Colombia, retirando cuidadosamente el peluquín con unas tijeras, evidencia cómo la droga se pegó al pelo falso. El valor de la cocaína requisada alcanzaría 10.000 euros de haber llegado al mercado negro en la capital holandesa.

El enésimo alarde del ingenio del narco, aunque no deje de sorprender, tampoco es nuevo. Ni por tierra, por mar o aire. En el caso de los aeropuertos, atendiendo a la casuística en Galicia, es menor por la falta de vuelos directos a cualquier país de Sudamérica o Centroamérica. Eso implica que los correos humanos que viajan con cocaína opten por terminales que tienen estas rutas directas, ya sea en España o Portugal. Principalmente Oporto y Lisboa. El último caso que relaciona al país vecino y Galicia ocurrió en julio del 2023. Un ciudadano colombiano salió de Cali con cinco kilos de cocaína impregnada en ropa. Voló a Londres e hizo escala allí para volar nuevamente a Lisboa. Por último, cogió otro avión hasta Oporto. De esta ciudad viajó en coche a Vigo. Ya en un hotel de la ciudad, procedió a retirar la droga de las prendas para su venta final.

«En Galicia apenas se detectan casos por la falta de líneas directas con países de Sudamérica o Centroamérica. Si alguien viaja a España con droga irá a un aeropuerto que tenga conexión directa con el país de origen, y en el caso de lograr su objetivo, ya en España, no se arriesgará a coger otro avión, con otro control portuario, por si lo detienen», explican en la Policía Nacional. En el 2021 se arrestó también en Vigo a una organización liderada por otro ciudadano colombiano que importaba cocaína rosa impregnada en bragas envasadas al vacío. Aterrizaba en el aeropuerto de Oporto y se desplazaba en coche hasta Vigo para procesarla y despacharla.

53 % más en Barajas

El aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas sí convive a diario con esta problemática. Las cifras oficiales de la Guardia Civil en el 2024 hablan por sí solas: 6,7 toneladas requisadas y 149 detenidos. Las aprehensiones, con respecto al 2023, se dispararon un 53 %.

Los métodos utilizados por los proveedores al otro lado del Atlántico son variopintos, algunos clásicos y otros innovadores. Introducen la droga en calzado, en el hueco que hay entre la plantilla y la suela; o en recipientes de espray para embellecer el pelo de gatos. En mayo del 2024 se desmanteló una organización que introducía el estupefaciente en bolsas repletas de ropa sucia. Se detectaron 538 kilos y fueron arrestadas cinco personas empleadas en una empresa que trabaja en el aeropuerto y que se encargaban de extraer la droga.

A mayores, el clásico que implica preñar de droga dobles fondos habilitados en las maletas, o impregnar maletas con esta droga igual que se hace en la ropa. Otro método igual de recurrente, como ocurre con los contenedores en el transporte marítimo, aprovecha el envío de partidas de fruta para ocultar el estupefaciente. También sigue utilizándose a personas que ingieren cápsulas de cocaína precintadas para hacer de su estómago un escondite. Más vale para su integridad que los envoltorios plásticos ingeridos no se abran. La droga se vertería, causando al correo humano una sobredosis y la muerte.

Las mulas de dinero son el gran riesgo en el viaje inverso

La vigilancia policial en aeropuertos de Galicia, España o Portugal por su idiosincrasia delictiva en lo referido al crimen organizado obliga a poner los cinco sentidos en cada vuelo considerado de riesgo entre la Península y Sudamérica, Centroamérica, África, Asia o cualquier paraíso fiscal. No todo es droga, las mercancías prohibidas son variopintas. Incluso se ha detectado contrabando de animales vivos. Pero el flujo de dinero negro sigue siendo la gran preocupación. La causa que se juzga contra Sito Miñanco en la Audiencia Nacional lo evidencia. La Fiscalía sostiene que casi 900.000 euros incautados en el 2017, en dobles fondos en maletas en Barajas, pertenecían a la organización del narco gallego y se utilizarían para pagar a proveedores en Colombia.

Otro riesgo latente se escenifica en los aviones privados o avionetas. Fiscalizar el contenido es más complejo, el papel moneda se adapta a muchos formatos de escondite. El pasado febrero, la Policía Nacional desmanteló una trama internacional de blanqueo con base en China. Facturaban maletas repletas de dinero sin que el pasajero asociado al equipaje subiese al avión. Otra persona, ya en el aeropuerto de destino, la recogía sabiendo de antemano los datos necesarios para identificarla en la cinta de transporte ubicada en la terminal de llegadas. Se desconoce el alcance del dinero enviado.