Galicia alcanza las 50.000 hectáreas arrasadas, con más de una decena de focos activos que aún no se han logrado estabilizar pese a los esfuerzos en la extinción
17 ago 2025 . Actualizado a las 16:10 h.«Incendios houbo toda a vida, algúns máis grandes e outros máis pequenos; pero nada como o que estamos a ver este ano», reflexiona desde Vilar de Barrio, en el corazón de la sierra de San Mamede, Aroa Gómez. El domingo pasado presenció cómo al otro lado de la montaña, en Maceda, el fuego empezaba a desatarse. Una aldea cercana tuvo que ser desalojada y unos kilómetros al este, otro fuego, el de Chandrexa de Queixa, amenazaba ya a la Serra do Invernadeiro. El día terminó con un millar de hectáreas arrasadas y las previsiones no eran optimistas. Las altas temperaturas, la sequedad del terreno y la difícil orografía de las zonas donde prendieron las llamas hacían presagiar días complejos. El lunes, la conselleira de Medio Rural, María José Gómez, vaticinaba «dúas semanas moi complicadas». Y el miércoles, la Xunta decretaba el nivel 2 de emergencia en toda la provincia de Ourense, que permanece activo.
Una semana después de aquellos primeros incendios, el panorama es desolador. A vista de pájaro, las fronteras provinciales han quedado diluidas entre el humo, y el fuego ha generado nuevos focos de preocupación en O Ribeiro y en Os Ancares, ya en Lugo. En las últimas horas, las llamas han seguido avanzando con catorce focos activos, los desalojos y confinamientos han continuado y las comunicaciones ferroviarias con la Meseta siguen interrumpidas. Hasta el momento han ardido 50.000 hectáreas.
una veintena de fuegos
En Chandrexa, el mayor de la historia de Galicia. La dimensión de los fuegos que asolan a la provincia ourensana es inédita. En solo ocho días se han declarado una veintena de focos y algunos de ellos han alcanzado tal magnitud que se han acabado uniendo en un solo incendio. Es el caso de los que prendieron el pasado fin de semana en Chandrexa de Queixa, donde dos fuegos se han propagado sin control hasta fundirse el jueves en un solo incendio, al que se sumaron anteayer las llamas que llegaban por el flanco sureste, desde Vilariño de Conso. «É unha intranquilidade absoluta; apagan un foco, pero volve rexurdir outro polo vento», confesaba el martes un vecino de la zona.
Hasta ahora, ese incendio con tres cabezas se ha llevado por delante 17.000 hectáreas y es el mayor de la historia de Galicia. La angustia de los vecinos de Chandrexa, que vieron como el fuego se acercaba peligrosamente a sus casas, se extendió pronto a Maceda, donde dos focos que se iniciaron entre el domingo y el martes también se unieron en un solo incendio que ya ha arrasado 3.000 hectáreas. Pero la extensión de las zonas afectadas es aún mayor en Larouco (Valdeorras), con 6.000 hectáreas arrasadas por un incendio que ha llegado a Quiroga, en Lugo; en A Mezquita, donde se contabilizan 9.000; y en Oímbra, donde las llamas han arrasado 11.000.
impacto en la población
Decenas de confinados y desalojados. El impacto de los incendios no solo se cuenta en hectáreas. Las cifras de terreno arrasado quemadas parecen opacar, en ocasiones, la desolación que la ola de incendios está dejando en los municipios que arrolla. Los medios de extinción, desbordados, tratan de minimizar el riesgo para los vecinos de las poblaciones afectadas. Y el nivel 2 de alerta, activado primero en lugares concretos y extendido después a toda la provincia ourensana, se ha traducido en múltiples desalojos y confinamientos preventivos, bajo los que se mantenían ayer unos 70 ciudadanos de los concellos de Trasmiras, Montederramo, Petín y A Rúa.
En otros lugares, como en Viana do Bolo, los ciudadanos optaron por desalojar sus casas voluntariamente ante el miedo a que el fuego avanzase hacia sus viviendas. Y a los teléfonos móviles de una treintena de concellos de la provincia llegaron las alertas del sistema Es-Alert, que la Xunta empleó para recomendar a los ciudadanos que se quedasen en casa y que evitasen desplazamientos innecesarios.
Además, en una zona eminentemente ganadera y agrícola como el interior de Ourense, preocupa la salud de los animales. Muchos han tenido que ser desplazados de sus pastos habituales, en montes vecinales sobre los que ahora yace un manto negro. Y una de las imágenes más trágicas de la semana para el sector llegó desde Monterrei, donde las llamas se cebaron con una explotación ganadera y con las cabezas de ganado que había en su interior. Este sábado, el presidente de la Xunta avanzó que el primer Consello tras las vacaciones aprobará un paquete de ayudas para los afectados.
nuevos focos
En O Ribeiro y Os Ancares. Pero lo prioritario es contener la propagación del fuego, que avanza sin tregua. Preocupa la situación en O Ribeiro, donde las brigadas se afanan en Carballeda de Avia por evitar que las llamas alcancen a la población. El incendio declarado allí el viernes ya se ha cobrado 1.000 hectáreas y todo en una zona muy castigada por los incendios del 2017, que se cobraron la vida de un vecino cuando trataba de sofocar las llamas. Pero más al norte, ya dentro de territorio lucense, las cenizas que pintaban de gris el cielo trasladaban la angustia a la comarca de Os Ancares, una zona especialmente vulnerable que también fue azotada hace ocho años. Un incendio en Cervantes obligó a cortar la carretera que conecta con Pedrafita do Cebreiro y en la zona confían en que el viento amaine para contener su avance.
la lucha de los medios
Con ayuda de la UME y de la Unión Europea. La extinción del fuego es una tarea ardua y la situación que afronta Galicia, con unas condiciones climáticas muy adversas y un fuego que se fortalece y cambia de dirección sin avisar, requiere de unos medios humanos y materiales muy potentes. A los propios de la Xunta, con unas trescientas brigadas sobre el terreno, buldózeres, unos sesenta aviones y varias decenas de helicópteros y motobombas, se han unido los recursos enviados por el Gobierno central. Los militares de la Unidad Militar de Emergencias (UME) se han desplegado sobre el territorio para aunar fuerzas con las brigadas de refuerzo, y a Galicia han llegado también, desde Francia, los dos aviones Bombardier que España solicitó a la Unión Europea. Cada uno tiene capacidad para 5.500 litros de agua, y a ellos se sumarán otras dos aeronaves que Italia ha facilitado para unirse a la batalla que se libra contra el fuego en Galicia y Castilla y León.
fuera de ourense
Incendios en Agolada, Toques y Dozón. Pero la magnitud de la ola de incendios requiere aún más fuerzas. Rueda solicitó ayer «máis medios do Exército» y su equipo envió el viernes al Gobierno central una carta en la que solicitaba más brigadas y «todos los medios aéreos que tenga a su disposición». Porque la lucha por aire juega un factor determinante, supliendo las dificultades que se encuentran los medios terrestres al tratar de trabajar en zonas con una orografía muy complicada y sin vías de acceso.
Además, una característica de la actual ola incendiaria —como sucedió en las generadas en el 2006 y en el 2017— es que los focos se han extendido por diferentes puntos de la geografía del país, acentuando la importancia de contar con unos medios numerosos y bien coordinados. En los últimos días, más allá de Ourense, el mapa de Galicia se ha teñido de gris ceniza en varios puntos. En Dozón, el fuego que arrasó 400 hectáreas y amenazó a la población permanece estabilizado desde el miércoles, la misma situación que alcanzó el viernes otro incendio que tuvo en vilo a Toques y Melide. Las alarmas también se encendieron en Agolada, donde ayer se desactivó la situación 2 de alerta. «Foi todo moi rápido, o lume pasou o monte e chegou por todos os lados», recordaban unos vecinos de la localidad de O Sexo, que acabó cercada por el fuego.
el clima no ayuda
El viento y el calor complican la extinción. La evolución de los incendios no solo preocupa en Galicia, sino también en Portugal, Castilla y León y Extremadura, donde el desafío de la extinción se complica ante las condiciones meteorológicas, que no dejan de fortalecer a las llamas. Los mercurios no dan tregua —las máximas no han bajado de los 35 grados en las zonas afectadas—, hace semanas que no cae una gota de lluvia y la intensidad del viento de componente norte ha impulsado el avance del fuego. De momento, no se prevén precipitaciones, pero los servicios de extinción observan esperanzados las previsiones que vaticinan un cierto alivio térmico a partir de este domingo. MeteoGalicia prevé que las máximas en el interior de Ourense caigan hasta diez grados desde el lunes.
una decena de detenidos
Un hombre, investigado por imprudencia en el fuego de Oímbra. «A intencionalidade está clarísima», explicaba el martes el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda. Pedía que todo el peso de la ley cayese sobre los responsables de las igniciones que habrían causado algunos de los incendios. Las investigaciones se han iniciado y, a lo largo de la semana, tres personas han sido detenidas por su presunta relación con los fuegos que han asolado a la comunidad recientemente.
El último fue un hombre de 46 años, vecino de A Gudiña, al que se investiga por un presunto delito de imprudencia grave por causar el incendio de Oímbra. Pese al índice de riesgo extremo que rige estos días, realizó tareas de limpieza y desbroce con un tractor. Se prevé que pase este domingo a disposición de los juzgados de Verín, donde también se pondrá sobre la mesa la atribución de tres delitos de lesiones graves por las heridas que ese fuego causó a tres jóvenes brigadistas, de 25, 23 y 18 años, que continúan ingresados en estado grave.
impacto en el transporte
Sin trenes a Madrid y carreteras cortadas. El fuego que asola a la comunidad también ha impactado en las comunicaciones por vía terrestre, y el principal afectado ha sido el transporte ferroviario. La conexión entre Galicia y la Meseta lleva interrumpida desde el miércoles. La operadora pública mantuvo ese día las estaciones para dar cobijo a los pasajeros afectados, que se han lanzado a procurar otras alternativas de viaje ante la falta de trenes. Porque Renfe ha desplegado trenes especiales entre Zamora y Madrid, pero no ha proporcionado alternativas para quienes se han quedado sin viajar desde Galicia.
Mientras tanto, el precio de los billetes de avión a la capital española se ha multiplicado hasta alcanzar los 400 euros por pasaje, las casas de alquiler de vehículos no dejan de recibir solicitudes y los autobuses ya no tienen sitio para más viajeros. El servicio siguió interrumpido este sábado, y Renfe y el ADIF condicionan el restablecimiento del servicio a que «las autoridades competentes permitan su reanudación» y se garantice la seguridad.
Las carreteras y autovías han sido otro quebradero de cabeza esta semana. El jueves, una hilera de mil vehículos contuvo el aliento durante dos horas a la espera de que se reabriese la autovía A-52 que conecta Ourense con Zamora. Las llamas se acercaron en varias ocasiones a las inmediaciones de la vía y de otras carreteras, como la N-525 y la N-120, donde ayer se repitieron los cortes a la circulación.
Con información de la delegación de La Voz en Ourense.