El cantante asturiano apuntaba en cuadernos las comidas que daba en su casa, quién acudía y qué platos servía. Es solo una de las notas que reflejan su amor por los fogones y la importancia que la cocina ha tenido en su vida. Lo plasma en «El gusto es mío», una suerte de biografía gastronómica

JAVIER BECERRA
Redactor de la sección de Sociedad y Cultura.

Que nadie se lleve a engaño. El gusto es mío no es un libro de cocina como 1080 recetas de cocina de Simone Ortega. «Cuando me sugirieron la posibilidad de hacer un libro de cocina yo ya dije que no iba a hacer un libro de recetas porque tengo demasiado respeto por los grandes cocineros», señala Víctor Manuel. Su oficio principal continúa siendo del de cantante. En esa faceta, por cierto, estará el próximo 15 de febrero en Palexco, A Coruña. Pero mientras tanto, sus seguidores pueden acercarse a él en esta insólita vertiente que muestra su amor por la cocina. «Sugerí contar lo que uno ha comido y en qué lugares a través de la vida que uno ha vivido, que no fue muy común», añade.

El resultado son cerca de 300 páginas que bien podrían verse como una suerte de biografía con la gastronomía como hilo conductor. Desde su niñez en Mieres, oliendo el caldo de su abuela María que perfumaba con laurel toda la cocina a sus escapadas gastronómicas con amigos en Francia o Latinoamérica. «Tengo bastante buena memoria y, además, siempre he sido de anotar las cosas que me interesan -explica-. Entre esas anotaciones guardo libretas en las que ha quedado constancia da la gente que venía a comer a casa. Escribía qué les había preparado, qué vino habían tomado y todo eso. La verdad es que lo hacía para no repetirme, pero ahora resulta que es un documento estupendo para escribir».

Ahí, en ese listado, aparecen familiares y amigos retratados en su relación con la comida. Desde los hábitos saludables de Ana Belén al retrato «de niño malcriado» de Javier Gurruchaga. De sus hijos recuerda anécdotas como que David San José desayunaba solomillo porque se lo había recomendado un médico para un problema de vista. En el sentido contrario se encuentra Marina, «pésima comedora», recordada por los profesores de su colegio «como una auténtica pesadilla que se eternizaba en el comedor y escondía la comida en los bolsillos o directamente se iba al baño a echar la bola que se había formado».

PACO RODRÍGUEZ

Un amigo como Miguel Ríos, de quien dice que «igual que yo ha sido un niño pobre y por eso agradece los alimentos», es devoto de «las papadas de cerdo, las carrilleras, las manitas de cordero o cerdo con setas, los arroces melosos y de campo con conejo». Y Pablo Milanés, «si le sacas de la comida cubana trastabilla, pero disfruta con las verduras, alcachofas, berenjenas, ropa vieja, frijoles, arroz congrí, yuca con mojo, pierna de cerdo y frituras de malanga».

Ana Belén: «Solo tomaría desayunos. Es la comida que más disfruta del día: papaya y alguna otra fruta de temporada, tostadas con mantequilla y mermeladas que hago yo, casi siempre de grosella, mora roja o zarzamora, y café con leche. Lo que come el resto del día importa menos. A menos que haya cena fuera o en casa, por la noche solo toma un yogur y algo de dulce».
Ana Belén: «Solo tomaría desayunos. Es la comida que más disfruta del día: papaya y alguna otra fruta de temporada, tostadas con mantequilla y mermeladas que hago yo, casi siempre de grosella, mora roja o zarzamora, y café con leche. Lo que come el resto del día importa menos. A menos que haya cena fuera o en casa, por la noche solo toma un yogur y algo de dulce».

Son apenas unos ejemplos de los muchos que recoge el volumen. ¿No se ha enfadado nadie, cuando en algunos casos aparecen como niños caprichosos llenos de manías? «Es que los comportamientos en la mesa a veces son de niños pequeños. Los de todos. Sobre todo cuando tenemos hambre o ansiedad por empezar a comer -justifica-. La verdad es que el libro aún acaba de salir y no sé si lo han podido leer. Todavía ninguno me ha insultado, pero veremos a ver lo que ocurre -se ríe-. Creo que están bien retratados. Hay muchos más que los que están».

Amor por Galicia

En El gusto es mío hay mucho de viaje. Galicia aparece en sus páginas varias veces. Recuerda Víctor Manuel las comidas en Casa Vilas de Santiago durante el rodaje de Divinas palabras. También «los lenguados inacabables» de El Mosquito de Vigo. Y el Chocolate de Vilagarcía de Arousa. Pero donde más se extiende es en ensalzar las almejas a la marinera de Casa Loliña en Carril, descritas con cariño y mucho detalle. Dice que solo tienen un problema: «Que nunca he visto esas almejas más que en Carril».

Javier Gurruchaga: «Siempre es especial. Come mal. Niño malcriado. Hijo de cocinera, de San Sebastián..., pues ni así. Es remilgoso. Nada parece gustarle aparte de la chistorra, de la que es devoto. Cuando celebramos el 50º aniversario del Festival de Cine de San Sebastián, Isabel Oliart organizaba todo y nos reservó en Arzak. Gurro dijo:  Me gustaría una tortilla francesa ».
Javier Gurruchaga: «Siempre es especial. Come mal. Niño malcriado. Hijo de cocinera, de San Sebastián..., pues ni así. Es remilgoso. Nada parece gustarle aparte de la chistorra, de la que es devoto. Cuando celebramos el 50º aniversario del Festival de Cine de San Sebastián, Isabel Oliart organizaba todo y nos reservó en Arzak. Gurro dijo: Me gustaría una tortilla francesa ». JUAN LAZARO

En el capítulo dedicado a los mercados, se incluye el Mercado de Abastos de Santiago, del que dice que impresiona encontrarse con «una lamprea, un rodaballo, una lubina de tres kilos y pico, un congrio gigantesco, una anguila, besugos con el ojo saltón, meros, merluzas o sargos». También se recrea con los quesos de Arzúa Ulloa y San Simón, así como el pan de Cea, la hogaza y la boroa.

Por último, cabe destacar las reflexiones del autor respecto a su relación de con los animales, que acreditan el cambio radical sufrido a ese respecto. «No puedo ocultar de dónde vengo -reflexiona-. La matanza para un niño pequeño es un golpe brutal. Todos los que lo han vivido y participado en ella lo saben. Lo he expuesto con la mayor naturalidad. Hoy muchas cosas que no se vive de igual manera. La crueldad que teníamos de pequeño con los animales creo que está superado. Ya a nadie le dicen que, de camino a la escuela, tire unos gatos al río. Pero antes sí que ocurría y así lo he puesto, porque lo he vivido».