El chaval que buscaba «la tranquilidad» en una piscina de Teruel, trece años después: «Llegué a pensar en quitarme del medio»

GENTE

Álvaro dejó para la historia un vídeo viral en internet, convertido en metáfora de quien desea refrescarse relajadamente cuando el calor aprieta. Escogió una piscina que no tuviera «panchitos, cubanos y todo eso» y arruinó su adolescencia con peleas y 17 juicios por racismo: «Los gané todos»
27 jun 2025 . Actualizado a las 22:37 h.Hace poco más de trece años, un 15 de junio, abrían todas las piscinas de Teruel. El calor apretaba en el interior de la comunidad aragonesa y el típico programa vespertino de cadena autonómica, con reporteras repartidas por el territorio buscando paisanos con los que llenar minutos de la parrilla, ya tenía algo que contar. El objetivo de Aragón TV aquella tarde fue buscar a alguien que, a remojo, relatara la experiencia. Una maniobra de costumbrismo en la escaleta del programa que parecía condenada al olvido, como tantas imágenes y frases soltadas a diario en la pequeña pantalla. Pero no fue así. En la piscina de Fuente Cerrada, a seis kilómetros del centro de la capital turolense, Álvaro, un chaval de 12 años con pinta de simpaticote a varias millas náuticas de distancia, se refresca con sus amigos. Pocas sensaciones, acabado ya el curso y con todo el verano por delante, podía haber más placenteras para alguien de su edad.
Dan entonces paso a la periodista, que pone en contexto a los espectadores con acierto. «No veas la envidia que me están dando estos niños en estos momentos. A mí me gustaría hablar con Álvaro. Álvaro, ¿cómo esta el agua?», dice mientras el cámara muestra en un plano general las instalaciones. «Está templadísima, está muy buena», comenta el joven. Poco material de momento en la conexión, la reportera se ve obligada a seguir preguntando. «¿Por qué te gusta tanto esta piscina de Fuente Cerrada, cuéntaselo a mis compañeros y a la gente que nos está viendo?», insiste planteando una cuestión que parece compleja hasta para el tertuliano más sesudo en un debate. Pero atención porque Álvaro no va a decepcionar. El plano se cierra sobre él y sin saberlo aún, está a punto de protagonizar un momento que se va a convertir en meme para todo un país: «Pues la tranquilidad, la tranquilidad es lo que más se busca». Bien Álvaro, bien. Saliste airoso. Respuesta más propia de un jubilado que de un niño que acaba el curso, pero ahí consumiste uno de los 15 minutos de fama que decía Andy Warhol que todos tendremos en nuestra vida. Una pedazo de sentencia que cualquiera suscribiría. ¡Bravo!
Pero el problema fue que no le puso el punto final. Era un punto y seguido. «Llegas a otras piscinas de aquí de Teruel y hay un montón de panchitos, cubanos y todo eso...», comenta. La periodista, consciente de que el comentario tiene una clara connotación racista, le interrumpe en un intento de no ceñir a nacionalidades concretas las molestias: «Bueno, bueno, un montón de gente». «Sí, mucho más tranquilo aquí», termina Álvaro con la inocencia propia de su corta edad.
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Un meme universal
Desde entonces el vídeo, que se compartió masivamente a través de internet, se convirtió en la metáfora perfecta para ejemplificar lo que los italianos llaman el dolce far niente. Lo que viene a ser estar a tu bola con tus colegas en veranito sin que nada ni nadie te toque las narices. Tanto es así, que el creador de contenido zaragozano Jesús Casabón, conocido como Tiparraco, incluye el momento en su reciente libro Mememorfosis: 20 años de cultura meme y el internet que nos cambió. Y qué mejor para promocionar su obra, que entregársela a Álvaro y de paso entrevistarle. «Pedías tranquilidad en la piscina y has tenido de todo menos eso», comienza el vídeo compartido en su canal de YouTube, donde roza los 2,5 millones de suscriptores.
Tuvo 17 juicios por lo ocurrido: «Arruiné mi adolescencia»
Pasada más de una década, Álvaro está a punto de acabar su formación como Técnico en Producción Agropecuaria. «Tanto se ha hablado de este meme, que lo más llamativo es que los que realmente me conocen en el día a día dicen que soy diferente», cuenta convertido ya en todo un adulto. «He llegado a aprender a reírme de mí mismo, pero hay cosas detrás que me costaron mucho», continúa. El principal problema para él fueron las amenazas, palizas y el bullying que sufrió por parte de quienes se sintieron aludidos por su comentario. «El tema es que la frase se sacó de contexto y llegué a recibir incluso amenazas de muerte. Yo dije eso por lo que había pasado el día anterior. A mí, a pesar de que estoy como estoy —lo dice por su sobrepeso—, siempre me ha gustado la natación. Y en una piscina de mi localidad siempre guardaban cuatro calles para la gente que quiere nadar y luego el resto es ocio. Pues había tantísima gente que se te cruzaban en medio hasta en estas calles y no dejaban hacer nada a nadie. Haciéndoles cortes de manga a los socorristas incluso. Cuando se lo conté a mi familia me dijeron esa frase y, al día siguiente, la repetí», rememora sobre su archiconocida intervención televisiva.
«Evidentemente tonterías decimos todos con 12 años, pero yo no nunca he sido de soltar racistadas. Cuando pasa de la risa a que me persigan hasta mi casa, llamarme a las tres de la mañana, que tuviese hasta miedo de salir a la calle... 17 juicios he tenido por este vídeo por racismo y xenofobia. Los gané todos», prosigue su relato de cómo le afectó lo ocurrido.
«Cinco años así. De los 12 hasta los 17. Unos años infernales. Me dieron palizas. Un día llegué con el pecho hundido y un ojo morado a casa. Arruiné mi adolescencia. Llegó a tal punto que en una calentada, fue solo un momento puntual, pero llegué a pensar en quitarme del medio. "No puedo aguantarlo más", me dije. Pero después mi cabeza hizo click», puntualiza sobre el momento extremo al que le llevó la polémica frase.
«Si pudiera volver atrás me daría una colleja y me diría "pero qué haces diciendo semejantes tonterías con lo que te puede repercutir". Ahora lo veo en perspectiva. Mucha gente se lo tomó como debía ser, un comentario gracioso e inocente. Y muchas amenazas fueron de gente escondida detrás de una pantalla que se pone a insultar», concluye. «Si alguien se ve en la misma, de estar en el anonimato a que te conozca mucha gente, sobre todo hay que tener paciencia, los pies en el suelo y mano izquierda con lo malo que venga», recalca como consejo.
Además de estar en proceso de terminar sus estudios, a Álvaro le sigue gustando ir a la misma piscina, donde a día de hoy lo reciben «como un embajador, con pase VIP». También se formó en materia audiovisual en Zaragoza, cumpliendo su sueño de ser narrador taurino en algunas retransmisiones. Y tiene su propio canal en YouTube, donde comparte con sus seguidores sus aficiones, entre ellas, los videojuegos. «No todo fue malo. Era algo cerrado y me costaba muchísimo socializar. He hecho muchos amigos. Sueltas la frase, te reconocen y se echan a reír».
Línea de atención a la conducta suicida, disponible siete días a la semana durante las 24 horas: 024.