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El portero sustentó al Celta en los momentos difíciles y sus compañeros se encargaron de los goles
08 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.El reencuentro del Celta con la victoria llegó vestido de goleada sobre un rival de Champions cargado de nombres y figuras. Montella tiene un vestuario de campanillas, pero en Balaídos los protagonistas fueron todos celestes. El portero Sergio, el centrocampista Hernández, el interior Brais y el delantero Iago. Los cuatro, con su fútbol y sus intervenciones, lideraron a su equipo.
El portero
Sergio, el Ave Fénix. Es como el Ave Fénix, cuando la adversidad parece que acabará con su aguante, saca su garra y su mejor versión para demostrar que tiene cualidades sobradas para defender la portería del Celta. Sergio Álvarez dio un recital frente al Sevilla y sustentó la victoria de su equipo. Su paradón al tiro de Sandra cuando apenas habían transcurrido siete minutos fue determinante. Lo mismo que el balón que detuvo a Banega, el de Sandro antes del descanso, el de Sarabia a la vuelta de vestuarios o la intervención frente a Benn Yedder. A cada cual mejor, y de todos los estilos: a bocajarro, cubriendo portería, como si fuese un meta de balonmano. Sergio expuso todo su repertorio en un partido inmaculado y que le reivindica.
Tucu hernández
Músculo e inteligencia. Pedro Pablo Hernández combina la capacidad de sacrificio con la calidad. Una mezcolanza idónea cuando se trata de poner músculo y peso al centro del campo, pero también ideas para conectar las líneas y encarar la portería contraria. Eso hizo ayer el tucumano. Asentado en la medular, puso freno a Nzonzi, barrió y recuperó un sinfín de balones y cubrió un espacio amplio. Pero, a mayores, aportó su calidad a la hora de conectar con el ataque. En el 3-0 se convirtió en perfecto asistente de Aspas y en el 4-0 robó el balón para que Brais y Iago hiciesen virguerías.
Brais Méndez
Conexión celeste. Brais Méndez volvió a ser titular y volvió a darle la razón a Unzué en su apuesta. Comenzó como enganche, se movió a la derecha y acabó de mediocentro. Y allá donde le situó, aportó. Cuando las cosas estaban feas, puso trabajo. Cuando el partido se rompió, lució calidad. El canterano está creciendo al ritmo de la élite y su visión privilegiada para el fútbol le convirtieron ayer en un perfecto compañero de fatigas para Aspas. Asistió al moañés en el segundo gol y entre los dos y el Tucu cocinaron el cuarto. Difícil imaginar mejor escenario.
Reencuentro con el gol. Tres goles, un tiro que se quedó a las puertas y un liderazgo claro. Así fue el Iago Aspas que se plantó ante su exequipo. No marcaba desde el duelo contra el Eibar, y ayer se desquitó a lo grande. Volvió a ser delantero, con su particular estilo, y presumió de una eficiencia mayúscula y de buena conexión con sus compañeros. Iago necesitaba volver a ser bendecido con el gol, y su segundo hat trick de la campaña lo hizo. El Genio en estado puro.