«Solo puse la cabeza, hermano»

x.r.c. VIGO

GRADA DE RÍO

cedida

El segundo gol del Celta al Villarreal, con centro de Olaza y remate de Maxi, refleja la relación de los dos uruguayos, que dieron un paso adelante

02 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Lucas Olaza lleva poco más de dos meses en Vigo y Maxi Gómez está a punto de cumplir su segundo año, pero los dos uruguayos se han hecho inseparables y esa complicidad salió a relucir en el dramático partido ante el Villarreal con el centro del lateral, que debutaba, y con el remate inapelable del delantero en una semana en donde había recuperado su olfato goleador. «Gracias, hermano, a vos. Solo tuve que poner la cabeza», le escribió el goleador, dos años menor, en sus redes sociales acompañando una foto de ambos. Los dos dieron, además, un paso adelante en un día tan señalado. El defensa cumpliendo en su estreno y el atacante haciendo pleno en su único remate a la portería contraria, con el arte que mejor domina, el remate de cabeza.

Maxi ha sido una especie de refugio para Olaza desde su llegada a Vigo. Aunque con experiencia en el filial, el segundo aterrizaje del futbolista cedido por Boca Juniors no ha sido fácil. Acumuló semanas de ostracismo, siempre fuera de la convocatoria y sin ningún tipo de opción de saltar al campo. Pero como el fútbol siempre da oportunidades según el dicho, la lesión de Juncà -que sigue en el parte médico- le abrió las puertas y Lucas no desaprovechó la ocasión firmando un partido correcto y con asistencia incluida. En su rol defensivo salió airoso de las dos entradas que realizó, tuvo un 90 % de acierto en el pase (38 de 42 intentos) y una única pérdida de balón, aunque comprometida, además de una asistencia, números que por estadística le valieron estar en el once de la jornada de una página especializada en datos de partidos.

Maxi lo había jugado todo, pero pasaba por un profundo bache goleador. Desde el cambio de año y durante los tres meses de ausencia de Iago Aspas solo había sido capaz de marcar un gol en once partidos y de penalti, en Vallecas en el último encuentro de la primera vuelta.

Con el moañés al lado, y después de marcar también su primer gol con la selección absoluta de Uruguay, mejoró sus prestaciones y anotó un tanto de cabeza que sirvió entonces para empatar el partido. El centro fue un servicio casi milimétrico de su compatriota con quien comparte más cosas que el mate a diario.

Ante el Villarreal el delantero internacional tiró dos tiros, uno a puerta que terminó en gol, y otro que salió por la línea de fondo. Además tuvo un acierto del 89 % en el pase y confirmó su total dominio del juego aéreo, tanto en defensa (en donde sacó cuatro balones de cabeza) como en ataque, en donde entró en contacto con el balón en cinco ocasiones.

El paso de ambos adelante es una excelente noticia para el Celta. Porque en el caso de Olaza el lateral izquierdo era un quebradero de cabeza que ahora podría tener solución. El mapa de calor del sábado indica que el charrúa montó su puesto de mando a la altura del medio campo casi como un extremo. Falta ahora por confirmar la faceta defensiva cuando el rival tenga el control del balón. «Lo más importante es ser fuerte en defensa», dijo el día que llegó y ahora le tocará demostrarlo.

En cuanto a Maxi Gómez, el marcar el tanto que supuso el 2-2 fue una liberación de cara al futuro. Ya no tiene toda la responsabilidad del gol al estar Iago Aspas a su lado y con el de Moaña tiene un socio con el que desplegar el ataque. Sin él era una isla en el medio del campo.

Ratificar las prestaciones

A ambos le toca ahora ratificar esas buenas sensaciones en El Alcoraz, aunque para empezar el primer objetivo de Lucas Olaza es estar recuperado del todo después de verse obligado a pedir el cambio en los minutos finales debido a su prolongada inactividad. Maxi Gómez parece estar preparado para la batalla en un campo en donde el fútbol aéreo que tanto domina tendrá mucho que decir.