Mouriño: «Cuando llegué al Celta el corazón ganó a la cabeza y me olvidé del empresario»

La voz VIGO

GRADA DE RÍO

Oscar Vázquez

El presidente del club vigués repasa su trayectoria profesional y vital en una entrevista concedida a la TVG

23 may 2019 . Actualizado a las 11:46 h.

El presidente del Celta, Carlos Mouriño, concedió una entrevista al programa de la TVG Os nosos sabios en el que repasa su vida, con espacio también para el Celta. Según reveló la presentadora, la conversación fue grabada hace un año, por lo que no tiene cabida la actualidad del club, pero sí algunos aspectos de su experiencia como máximo mandatario de la entidad.

Mouriño aborda su vida, desde la infancia en Vigo hasta sus experiencias laborales, su marcha a México, la historia de amor con su mujer o su incursión en política. Recuerda una vez más la anécdota que siempre contaba su madre de que de niño ya decía que quería ser presidente del Celta en vez de cualquiera de las profesiones que solían decir el resto de compañeros. «Siempre tuve pasión por el equipo, siempre lo seguí mucho y fue un referente. Mi madre me recordaba esa anécdota frecuentemente», destaca.

Confiesa que es una persona tímida -motivo por el que no responde en gallego a la entrevista, dice- y que sufrió la soledad cuando llegó a México. Aborda también la tragedia de la muerte de uno de sus hijos antes de hablar de su faceta de presidente. «Lo primero que tienes que hacer al llegar a un club de fútbol, y no es cátedra, es lo que hice y me sirve para decirlo: ser capaz de separar los forofismos de la grada de la gestión».

Profundiza el presidente diciendo que para él era un punto principal afrontarlo así y ser capaz de «superar la crítica, superar las dificultades que puedes tener en tu entorno, en este caso la afición». «El mundo empresarial es tremendamente feroz. Hay que conseguir que ese sentimiento y ese corazón funcionen lo más posible al lado de ese otro, pero que ninguno sea sustituido por el otro», indica.

Mouriño recuerda que ha habido «grandes empresarios, grandísimos, que han fracasado en el fútbol por ese requerimiento de la grada, esa inmediatez, ese resultadismo del día a día y el partido a partido». Considera que eso es lo más complicado, «cambiar esa idea de fútbol y hacer proyectos a largo plazo».

Preguntado por los errores que ha cometido al frente del Celta, se retrotrae al inicio de su etapa como presidente. «No hice lo que debe hacer un empresario, que es conocer la situación real del club antes de adquirirlo. Me ganó el corazón a la cabeza y me olvidé del empresario», reconoce. Luego se encontró con la deuda que no estaba contabilizada, dice, y comenzaron a llegar «facturas por todos lados». «Teníamos un proyecto y de buenas a primeras ves que te tienes que dedicar a otra cosa, a sanear el club», apunta.

Recuerda también las dificultades que tienen para que los equipos de la cantera puedan entrenar en A Madroa -cuatro en un campo, dice- y recuerda que esperaron «once años por un permiso para la ciudad deportiva». «Queríamos seguir creciendo, el alcalde se molesta porque nos vamos fuera y rompe todos los convenios que teníamos sin dar otras posibilidades. Lo que pasó con la ciudad deportiva puede pasar con el estadio», advierte.

El presidente se muestra consciente de que ha tomado decisiones «nada populares», pero considera que lo ha hecho con «enorme responsabilidad». «No soy populista, pienso más en el proyecto futuro», asegura. Por último, destaca la importancia de la estabilidad deportiva lograda por el Celta, en ese momento con siete temporadas seguidas en Primera, destacando que deben «aspirar cada vez a un poco más». Se mostraba «optimista con el plantel» de la recién terminada temporada y marcaba la meta de Europa.