
El Athletic comenzó el 2019 en descenso y acabó la temporada pasada octavo y cerca de Europa
02 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Si se echa la vista atrás en el tiempo hasta hace justo un año, el Celta tiene un ejemplo de equipo en situación crítica que logró salir adelante tras estar prácticamente en la uvi. Fue el Athletic de Bilbao de Gaizka Garitano, que precisamente comenzó a remontar el vuelo en el primer partido del 2019 derrotando al conjunto vigués. Aquella era su tercera victoria de la temporada en Liga en 18 partidos -uno menos de los que van de campeonato hasta ahora- y la concluyeron con 13 triunfos.
Aquel Athletic Club, como este Celta, también recibía el año nuevo con su segundo entrenador del curso tras haber destituido al excéltico Eduardo Berizzo al haber visto como un proyecto a priori ambicioso no estaba dando en absoluto el resultado esperado. En la parte de la campaña 2018/2019 correspondiente al 2018 habían dado preocupantes signos que hacían ver en ellos, a ojos de muchos, a un equipo desahuciado. De hecho, aunque comenzaron la competición ganando, luego encadenaron 13 jornadas sin sumar de tres.
Al término del 2018, el equipo vasco ocupaba la misma posición que el Celta, la decimoctava, aunque tenía dos puntos más (16). Su botín había llegado fruto de las dos victorias que tenían antes de la de Balaídos y diez empates, completando su balance con cinco derrotas. Se les habían escapado muchos puntos con los equipos inmersos en la lucha por la salvación y de los tres equipos que acabaron descendiendo, solo habían ganado al Girona, permitiendo a Rayo y Huesca arañar puntos contra ellos.
Tenían en común también con el Celta la dificultad para ganar fuera de casa, hasta el punto de que a estas alturas todavía no lo habían conseguido y sería Balaídos el primer campo en el que dejarían al equipo local sin puntuar. Lejos de San Mamés habían logrado cinco de sus 16 puntos en forma de empate, perdiendo los otros tres compromisos que habían disputado como visitantes. Es la misma cifra del Celta de Escribá primero y Óscar después, en su caso con el triunfo en La Cerámica y los empates contra Sevilla y Atlético de Madrid.
Sus números como local marcaban la diferencia, si bien la preocupación se había agudizado con el paso de las semanas al ir de más a menos hasta el cambio de entrenador. El Athletic no perdió en casa hasta su cuarto compromiso como local, pero luego tuvo una serie de cuatro jornadas sin sumar los tres puntos ante su público, incluida esa primera derrota.
El relevo en el banquillo vizcaíno se produjo dos jornadas más tarde que el de los célticos esta campaña, y tuvo un efecto inmediato haciendo bueno ante el Girona el dicho de «entrenador nuevo, victoria segura». Sin embargo, a continuación cerró el año con dos empates, ante Alavés y Valladolid, en descenso y con dudas. Con él, no obstante, el equipo recuperó el juego directo más tradicional y la búsqueda de las bandas.
Como en todo equipo en descenso, acusaban la falta de gol y la facilidad para encajar, con 16 goles a favor y 24 en contra; el Celta lleva uno menos a favor y cuatro más en contra en un partido más disputado, los seis últimos con el nuevo entrenador al frente.
La resurrección del 2019
Tras pasar en descenso las últimas cinco jornadas del año, el triunfo ante el Celta del 7 de enero del 2019 les sirvió para abandonar las posiciones de peligro y ya no regresarían en toda la temporada. Trazaron una línea ascendente en la clasificación con un par de excepciones en forma de jornadas en las que experimentaron algún leve retroceso. Todo, con el punto de partida de una situación de depresión y de sensación de que la salvación estaba más lejos de lo que decía la tabla. Acabaron octavos con 53 puntos, cerca de la clasificación para Europa.