«Crecín en Gol, xa caeu algunha bágoa»

LA VOZ VIGO

GRADA DE RÍO

Aficionados comparten sus recuerdos en una grada que lleva funcionando desde 1971 y que dice adiós este viernes para que comience su reforma

20 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Han pasado más de 50 años desde que comenzó a funcionar la grada de Gol de Balaídos tal y como se conoce actualmente. Es la última superviviente, la que queda por ser sometida a una reforma por la que han pasado en la última década el resto de zonas del estadio y que ahora ya es inminente. Este viernes, frente al Osasuna, abrirá sus puertas por última vez antes de ser demolida y construida nuevamente. Quien más y quien menos dentro del celtismo ha estado alguna vez allí, ya fuera de paso o durante algunas etapas. Por eso en estos días previos al adiós se agolpan los recuerdos.

Mercedes Sánchez, por ejemplo, solo acudió a este fondo de Balaídos en sus primeras visitas al campo. «Empecei a ir co meu pai no 73, tiña eu trece anos. Non me fixen socia ata anos máis tarde, xa en Río, pero aí foi onde me enganchei a este sentimento», rememora. No ha olvidado que su ídolo en aquel tiempo era Fernández Amado -padre de Manel Fernández Anidos y abuelo del actual jugador del filial Manu Fernández Arroyo-. «Non teño nostalxia, pero un dos meus fillos e dous netos son socios de Gol e a enana, con sete anos, está moi triste, non quere que a tiren», relata con ternura.

La emoción es común a muchos de los celtistas que han pasado por Gol. En el caso de Xulia Picón Antolín, lleva allí toda su vida, y desde antes. «Miña nai conta que un mes despois de darme a luz, non aguantaba máis na casa e levoume no capazo ao último partido da tempada 96/97, o 4-0 ao Madrid. Pasei todo o partido durmindo, igual porque xa ía na súa barriga e estaba afeita ao ruído», relata. Cuando se hizo abonada, ya fue en Gol, y hasta hoy. «Xa me caeu algunha bágoa. Crecín alí, coñecín moita xente, mesmo algúns que xa non están e dáme pena ver como un sitio no que pasei 27 anos desaparece», confiesa. Aún no ha decidido cómo se despedirá, pero quiere dejar algo suyo: «Non sei se levarei flores para deixar no asento, rotuladores para pintalo...».

Mientras Xulia no faltará mañana al estadio, hay otros aficionados a los que les gustaría pero no van a poder. Es el caso de José Costas, residente en Asturias y que pensaba haber acudido, pero le es imposible en ese horario. «En el recuerdo siempre estará mi primer partido, cuando subí aquellas escaleras y vi Balaídos por dentro por primera vez. Sabia que eso iba a ser un amor para siempre. Fue en 1986, un 4-0 contra el Xerez», rememora. Fue socio 33 años, hasta que esta temporada se movió a Marcador para ahorrarse el cambio durante las obras; antes, cinco años entrando como niño acompañando a su padre. «Recuerdo un 2-0 al Madrid que fue el único partido que perdieron en toda la liga, goleadas europeas, el marcador de tablillas y los electrónicos siempre estropeados...», repasa. También cómo los de Gol eran «los últimos en quedarse a despedirlos» en el antiguo túnel de vestuarios.

José Costas, posando en Gol en el año 1997.
José Costas, posando en Gol en el año 1997.

Son días de recordar a quienes les llevaron las primeras veces y ya no están, como le pasa a Antonio Pérez, que se emociona al hablar de este adiós y de su hermano, gracias a quien se hizo celtista. «Él vivía en Castrelos, era socio de Gol y me llevaba con él cuando era pequeño. Allí vivimos, por ejemplo, cuando lesionaron a Del Cura en los años 70», narra. También recuerda ir a pedir autógrafos a los jugadores y cómo más adelante, él se pasó a Río, quedando sus primeros recuerdos siempre ligados a la grada que ahora se dispone a acoger al celtismo por última vez.

Sí va a regresar para la ocasión a Gol Antonio Lijó, de la Peña Alvelo, que tuvo allí su primer abono y que aunque ahora está en Río Bajo, quiere despedirse in situ. «Voy a despedirme de una grada donde lo pasé muy bien. Éramos varios abonados de nuestra peña allí, pero algunos, al hacerse mayores, no podían subir las escaleras hasta la fila 17, que era donde estábamos, y por eso nos cambiamos», detalla. Pero sus memorias de esa ubicación no pueden ser mejores: Era una grada muy chula, familiar, se veía bien, nunca hacía frío ni llovía, era la más barata... Pero no nos quedó más remedio que pasarnos a Río.

Abraham y su pareja, en sus asientos del municipal vigués.
Abraham y su pareja, en sus asientos del municipal vigués.

Abraham Costa también es de esos celtistas a los que les cuesta contener la emoción al hablar de este punto y final. «Alí vivín os goles de Iago fronte ao Alavés, descensos, desilusións, xogos de Europa no ano fermoso de Berizzo... Fixemos un grupo de amigos e algún por desgraza, xa non está con nós», cuenta con tristeza. A sus 53 años comenzó a ir en los 80 con las entradas que se regalaban en los colegios, se hizo socio más tarde, vivió fuera y ahora lleva unos 16 años ininterrumpidos en Gol. «Vaime dar pena. Cantas veces vendo como os demais se mollaban e nós tendo sorte. Ou a triste travesía en Segunda, con 6.000 no campo e tendo que arrimarte catro, cinco ou seis butacas para ter veciño ao lado. E agora, dá gusto co campo cheo. Vai ser un día bonito», vaticina sobre este Celta-Osasuna.

Nico Domínguez es otro que comenzó a ir de niño en los 80, en su caso, con su tía. «Daquela, a hora dos partidos era domingo ás 17. Xogaban Capó, Gelo, Lemos, Ademir, Del Cura, Pichi Lucas... Lembro o campo case sempre enlamado, aquilo non daba para moito tikitaka. E tamén o lanzamento, ao rematar os partidos, das almofadas que repartía a Cruz Vermella para sentar no cemento da grada”. Pasó por otras gradas, pero volvió a donde comenzó todo. «Houbo en todos estes anos moitos partidos especiais, pero quedo co do Espanyol do 2013, a salvación do 4 %.  A festa foi brutal, choramos de ledicia e invadimos o campo como tolos para celebrar a permanencia», ahonda.

Nico Domínguez, con parte de grupo con el que acude a Balaídos.
Nico Domínguez, con parte de grupo con el que acude a Balaídos.

Del último partido, dice que será emocionante. Pero la idea, como de la mayoría, es regresar a la nueva grada cuando esté, en el 2027, según las previsiones. «Son moitos anos animando e celebrando moitos goles e vitorias do equipo con moita xente que pasou a ser, tras tantos anos, unha verdadeira familia celeste», celebra. Una familia que quiere seguir unida en la nueva grada cuando llegue el momento. «Desexamos que sexa o antes posible, non entenderíamos que duraran máis de dous anos as obras polo que esperamos que se poñan cedo a traballar para rematar dunha vez o noso templo celtista do val do Fragoso», pide.

Desde Embuxo Celeste, peña con un nutrido grupo de integrantes en Gol, Guillermo González afirma que ya esperan «ansiosos que remate a reforma» para retornar. «Farase longo o tempo, pero seguiremos animando alá onde nos poñan provisionalmente. Quedan grandes recordos, alegrías, remontadas e algunha tristeza, pero sempre en positivo, porque todo foi sempre pensando no noso Celta», afirma. También tiene una petición: «Gustaríanos que ao acabar o partido os xogadores se achegasen a saudar á nosa bancada, porque aínda que estamos lonxe do campo e un pouco esquecidos, sempre estamos animando ao noso equipo».