
Nietos de mujeres que les inculcaron su pasión por el Celta las retratan coincidiendo con el 8M
08 mar 2025 . Actualizado a las 12:47 h.Aunque no siempre ocurre, es frecuente que la afición por el Celta venga de familia, principalmente, de padres y abuelos. Y seguramente resulte todavía más habitual que vena por la parte masculina de la familia, por haber sido considerado el fútbol durante mucho tiempo «cosa de hombres». Pero también hay abuelas que han sido las artífices de la afición de familias enteras. Uno de los mejores ejemplos lo construye la abonada más longeva del club, Asunción Arias de Castro, pero hay y hubo otras que como parte de su legado dejaron la pasión por el club. Los nietos de tres de ellas lo comparten coincidiendo con el Día de la Mujer.
«La unión que nos ha dado el Celta perdurará para siempre»
Javi es nieto de Asunción Arias de Castro, nacida en 1923, como el Celta, y abonada de mayor edad del club desde hace varios años. «Mi abueliña, desde que tengo uso de razón, siempre ha sido una persona muy familiar y apasionada del Celta. Cada 15 días hay comida familiar, pero si el Celta jugaba a las 18.00 o a otra hora que coincidiera con la comida, la comida se adelantaba para que pudiera ir a Balaídos junto a mi tío y padrino Juan», relata aprovechando la oportunidad para deslizar que «quién pillara ese horario esta temporada».
Él ha sido siempre del Celta, de ningún otro equipo. Asunción tiene la culpa como matriarca de una familia no demasiado futbolera, pero celtista por influencia suya y que tiene en él y en su tío a los grandes herederos de celtismo. «Es en casa de mi abuela, teniendo yo unos cinco o seis años, me paso el verano viendo un vídeo de los goles del ascenso de la temporada 91/92, cuando se confirma mi celtismo y le pido ir a Balaídos a mi familia», recuerda Javi. Fueron su abuela y su tío los que le llevaron. «A partir de ahí, hasta hoy. Fue un Celta-Athletic que ganamos 1-0 con gol de Gudelj, cómo no».

Javi, nacido en el 86 en Vigo, vivió en Las Palmas desde los pocos meses al emigrar allí su familia por el trabajo de su padre. Estuvo allí hasta los 20 o 21 años, cuando se fue a Girona a acabar la carrera y acabó quedándose. «Al vivir fuera de Vigo, casi siempre que he ido a Balaídos ha sido con mi familia, y cuando estoy por vacaciones o Navidad, comentábamos pretemporada, fichajes, jugadores… Mi abuela es mi celtismo», proclama.
Además de ser «ejemplo de celtismo» desde siempre, Asunción lo ha sido de muchas otras cosas para su nieto, especialmente, a medida que se hacía mayor y tomaba conciencia de de otros aspectos. «Mi abuela también es ejemplo por su sentido del humor, ser de otra época y adaptarse a tantos cambios, enviudar muy joven y tener que ponerse las pilas…», repasa. Hace ahora tres años, era la abuela la que hablaba de él en un reportaje en La Voz: «Mi nieto Javier es loco por el Celta y aunque vive en Girona, va a todos los partidos que puede y lo vive con una enorme intensidad».
Ahora, con 101 años, «su estado de salud no es el mejor», pero cuando va a verla, hay cosas que no cambian: «Me pregunta por mí, mi mujer… y el Celta, solo a mí, a nadie más, esa unión nos la ha dado el Celta y es algo que perdurará para siempre». Javi viaja a Vigo cada Navidad y verano, sin faltar un 15 de agosto porque es el santo de su abuela y su madre y para Asunción «es más importante que el cumple». Los 101 los alcanzó en octubre y desde entonces, por su salud, intentar «ir a un finde al mes a verla». El Celta siempre está presente.
«Enterramos á miña avoa coa bufanda do Celta (...), Pedímoslle que anime desde arriba».
En el caso de Xulia Picón Antolín, su abuela materna, Regina Castro, no está desde el 2012, cuando esta joven celtista tenía 15 años. «Por desgraza, non teño moitos recordos pero os que teño son dunha muller moi celtista», dice. Porque aunque las memorias propias no sean tan numerosos, siempre ha sabido que el celtismo en su familia viene por esa vía.
Para ella fue muy especial que se le pudiera dedicar un minuto de silencio en Balados cuando faltó. «Lembro que en todas as ceas de Nadal, sempre se queixaba dos minutos de silencio en balaídos e aseguraba que cando ela falecera non ían facerlle nada. Pouco sabía ela que miña nai empeñouse en conseguilo», relata. Hicieron falta muchas llamadas y fue clave la figura del exjugador y encargado de relaciones externas Atilano Vecino. «Foi moi agradable con nós conseguemos ese minuto de silencio que sempre recordaremos», agradece.

Xulia conoce muchos otros detalles de boca de su madre que la hacen sentir que como celtista continúa con una tradición familiar fuerte. «Segundo conta miña nai, sempre que había voda, comuñón ou bautizo, había que consultar onde xogaba o Celta, se non, á hora do fútbol, ela marchaba». No era un decir, sino que lo llevaba a la práctica. «Mesmo na voda da miña nai, despois do banquete, marchou para Madrid en coche para ver o partido contra o Rayo ao día seguinte, na temporada 86-87 (xornada 38, Rayo 4-Celta 1)», detalla.
En los años 70, Regina pasaba a Balaídos a dos de sus hijos y su marido y abuelo de Xulia, Julio, a otros dos. «Eran socios de Marcador ata que faleceu meu avó e pasou a ser socia de Río Alto ata o seu último día, morreu sendo socia de Río Alto. Foi alí a onde levaba á miña curmá. Ela era encargada de facernos a todos celtistas», relata. Como demuestra el detalle de la boda, Regina «viaxaba moito para ver os partidos», y también se desplazó en autobús a La Cartuja, al ascenso de Lleida o también a Ferrol, viaje marcado para Xulia porque fue el único que pudo compartir con ella.
Pasado el tiempo de su muerte, Regina «segue moi presente». «Miña nai leva o seu carné histórico e a súa camisola a todos os partidos. Ademais, facémoslle moitas visitas antes dos mesmos e pedímoslle que anime dende arriba, xa que coma ela quería a enterramos coa súa bufanda do celta. E porque nos daba corte porlle a camiseta senón tamén ía con ela», finaliza.

«Soy idéntica a mi abuela en cómo vivimos el fútbol»
Ana Vilanova, de 26 años, cuenta que el fútbol siempre estuvo presente en casa de sus abuelos, Antonio y Ana Iglesias -comparten apellido-, nacidos en 1946. «Cuando casi todos los partidos se emitían en abierto, era imposible no contagiarse de la pasión por el Celta. Aunque mi abuelo dice que no sabe a quién me parezco viviendo el fútbol con tanta intensidad, la verdad es que soy idéntica a mi abuela», aprecia la joven. «Ella se ríe con mis reacciones y yo, con las suyas; mi perrita, con ninguna, ya está acostumbrada», relata.

Abuela y nieta ha «compartido esa emoción» desde que la segunda tiene uso de razón. «Viendo juntos los partidos del primer equipo y del Fortuna, los gritos de las dos están asegurados. Si el Celta juega de noche, se levanta a preguntar el resultado y, si la cosa está tensa, se queda un rato -como con el penalti contra el Villarreal-», detalla. Y comparte «momentos únicos a su lado grabados», caso del gol de tacón del Tucu Hernández, las celebraciones del ascenso, el cabezazo de Aspas en un derbi… «y, por supuesto, las risas con el cartel de Se vende de Hugo Mallo», repasa.
La temporada pasada, la familia regaló a ambos entradas para el Celta-Sevilla por su cumpleaños -curiosamente, es el mismo día-. «Fue el partido, donde hubo el polémico penalti a Douvikas y Aspas tirando el monitor del VAR. Nos lo divertimos mucho, riendo con las acertadas elecciones musicales y bromeando con que les regalamos un partido con show incorporado (y lluvia). El cabreo duró poco porque nos lo pasamos genial», indica.
Vilanova también confiesa las tradiciones familiares relacionadas con el Celta que comparte con sus abuelos. «Dejamos lo que estamos haciendo cuando suena la Oliveira en casa, porque hay que disfrutarla. En el último partido de la temporada, mi abuelo y yo hicimos videollamada con ella para que pudiera disfrutar del himno en directo, porque es una de sus cosas favoritas», narra. Además, ella la tiene al día «de los memes del momento del celtismo, como la felicitación de Mingueza a Borjiña (como lo llama mi abuela, es su ojito derecho) con el ácido y alurónico olas caras de Aspas en los partidos... Le encanta». Un celtismo heredado y compartido.
Paula Rodriguez, la céltica a la que su abuela hizo abonada al nacer
La jugadora con ficha de As Celtas B pero en dinámica del primer equipo -y con mucho protagonismo hasta que se lesionó- Paula Rodríguez Prieto también puede presumi de celtismo inculcado por su abuela. En su caso, ella fue la responsable de que tuviera el carné que la acreditaba como abonada desde que nació. Se trata de Rosa Casal, que además es sobrina de un jugador del primer Celta, Santiago Casal. «Mis nietos mayores tienen 26 y 29 años. Los hice abonados al nacer y fue el regalo de Reyes muchos años; después, con las niñas, lo mismo. Paula es una loquiña del Celta, y yo la llamo mi balonciño de oro», contaba con cariño a La Voz el pasado septiembre. El orgullo de una por la otra no se puede expresar con palabras.